Las predicciones de analistas privados y organismos oficiales apuntalan, semana a semana, el vaticinio de que la recuperación de la economía española se fortalece,
de que el PIB crece a tasas robustas y el mercado laboral suma nuevos
puestos de trabajo. Pero estos primeros indicios de mejora son apenas
arañazos en algunos grandes desequilibrios acumulados —la tasa de paro
anda todavía muy por encima del 20%—. Y en otros, como el endeudamiento
de la economía española con el resto del mundo, los tímidos pasos dados
en los últimos años se desandaron en 2014.
La última revisión de las cuentas de balanza de pagos española, publicada por el Banco de España, revela que la deuda externa española
—préstamos, títulos de deuda o depósitos de inversores internacionales
con bancos, empresas, familias y sector público españoles—, creció el
año pasado en aproximadamente unos 71.500 millones de euros, hasta
situarse otra vez cerca de los 1,7 billones.
El aumento de la deuda externa en 2014 interrumpe dos años a la baja
en el volumen de pasivos y devuelve a la economía española a los niveles
de 2012. El explosivo auge del endeudamiento con el resto del mundo
—entre 2002 y 2009 pasó de 0,7 a 1,75 billones, según datos que debe
revisar aún el Banco de España para introducir la nueva metodología que
aplica al elaborar la balanza de pagos— llevó a la economía española a
sufrir graves dificultades de financiación cuando la crisis irrumpió.
Solo la lenta pero decidida actuación del Banco Central Europeo en
defensa del euro permitió disipar las dudas de los mercados sobre
España. Pero las cifras desveladas ahora por el Banco de España
atestiguan que ese flanco débil sigue ahí.
El aumento de la deuda externa se debe casi en exclusiva al
endeudamiento de las Administraciones Públicas. La deuda con inversores
internacionales del sector público español aumentó en 2014 en más de
70.000 millones.
Aquí se combinan dos factores que todo apunta a que seguirán ahí este año. Por un lado, la deuda de las Administraciones Públicas españolas volvió a crecer
en el ejercicio pasado (en 67.800 millones), para financiar los todavía
importantes déficit (un 5,7% del PIB, según la primera estimación del
Gobierno, aunque el desfase de la Seguridad Social se cubrió con la
hucha de las pensiones) y operaciones de apoyo a la liquidez de
comunidades autónomas y entidades locales.
Además, el apetito de los inversores extranjeros por los títulos de
deuda pública españoles no para de crecer (el 50% de la deuda del Tesoro
en circulación está en manos de no residentes, cuando en 2012 esa
proporción no llegaba al 37%), ante la casi certeza de que seguirán
revalorizándose en los próximos meses por la intervención del Banco
Central Europeo, que quiere comprar unos 100.000 millones en bonos
públicos españoles en 19 meses.
El aumento se concentra casi en exclusiva, pues, en el sector
público. En el último año, los bancos reducen en algo más de 5.000
millones su posición deudora con el exterior, aunque esto ocurre sobre
todo en los préstamos concedidos por el Banco Central Europeo a través
del Banco de España, mientras aumentan las operaciones con bancos
privados internacionales.
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