jueves, 5 de marzo de 2015

La inflación en los estados del sur

Por Marcos Rivera

Falta de política económica común en la Euroza y BCE

Portugal, Irlanda, Grecia y España, nombrados por sus iniciales los PIGS de la zona euro, desde el 2010 hasta la actualidad han reflejado desequilibrios fiscales considerables y niveles de endeudamiento que se han hecho inmanejables. A la vez que padecen profundas crisis en sus sistemas bancarios, pobres tasas de crecimiento económico y altos niveles de desempleo. Sobre esta base, la solución al problema económico de los PIGS parecer ser política y, a corto plazo incluye: la necesidad de una cooperación mayor dentro de la eurozona así como cambios en la política económica seguida hasta el momento y en la principal institución monetaria de la zona, entre otros elementos.

Los PIGS representan 4 economías de la UE, integrantes de la zona euro: Portugal, Irlanda, Grecia y España. El crecimiento económico de los PIGS estuvo caracterizado por el desarrollo de burbujas de diferentes tipos. 

Entre 2000 y 2008, los precios aumentaron 18,2% en la zona euro, aunque el 27% en el Sur frente al 11,8% en el Norte. En los PIGS o los del Sur la vida en general se hizo más costosa, tanto más porque los salarios reales y las pensiones generalmente no se incrementaron en la forma en que lo hicieron los beneficios y, particularmente, se mantuvieron estables en el sector público, pero los precios de los bienes de consumo y para la adquisición de una vivienda se incrementaron enormemente, tal es el caso de España e Irlanda, respectivamente. De esta manera la evidencia empírica revela que las normas del BCE no se cumplieron en todos los países de igual manera.

Más aún, en las estadísticas de medición del índice de precios al consumidor (IPC) para la eurozona no se incluyen los precios de la vivienda, un indicador que distorsiona aún más el análisis y que permite asegurar que los promedios de inflación de estas naciones en ese período fueron mayores, aunque las estadísticas oficiales no lo reflejen de esta manera. Se conoce que, particularmente en España, en 2008, los precios de la vivienda crecieron en 200% en comparación con los de 1995 y en Irlanda aumentaron un 315% en igual período comparativo.

De manera general, antes de estallido de la crisis económica actual, la entrada de capitales a los PIGS se convirtió en una variable de escape a los problemas de la cuenta corriente, la inflación estructural y el desahorro en el Sur ya que permitió el crecimiento sobre la base de endeudamiento.

Falta de medidas comunes para paliar la crisis europea.
Con el estallido de la crisis financiera en Estados Unidos y su extensión a la Unión Europea, los estados periféricos emprendieron un conjunto de medidas para enfrentar la crisis financiera. Entre las que destacan el rescate de los bancos y las aseguradoras. En este sentido, se otorgaron garantías a los préstamos interbancarios, ayudas directas para la recapitalización de los bancos, nacionalización parcial o total de los bancos, compra de activos tóxicos por parte del estado y garantía a los depósitos

De esta manera un problema de crisis bancaria se convierte en otro de deuda soberana debido a que cae la recaudación fiscal, en un contexto de paralización de la entrada de capital fresco, y la necesidad de financiación no puede ser resuelta con el ahorro nacional porque las tasas son muy bajas o no lo poseen. 

El primer gobierno en anunciar su posible bancarrota fue Grecia en el 2010 a partir de ese momento, las primas de riesgo se incrementaron en las economías más débiles de la zona euro. En este sentido, la crisis griega se extendió, fundamentalmente, a Irlanda y Portugal.

Se observan elevados niveles de déficit y deuda fiscales. El endeudamiento público de la UE alcanzó los 10,9 millones de millones de euros en el 2012, una cifra que equivale al 85,2% del PIB comunitario y al 90,6% del PIB de la zona euro (8,52 millones de millones de euros). El resto de los países anteriormente mencionados tienen un sobreendeudamiento fiscal en todos ellos la deuda pública es superior al 100% del PIB.

La austeridad ha dejado consecuencias fatales para Europa. El crecimiento económico es pobre, el desempleo es muy elevado y desaparecen demasiadas empresas. 

Se trata de un magro crecimiento para la eurozona, pues no se vislumbra una recuperación sostenida. España lleva ocho semestres en recesión - donde el sector privado está paralizado o en declive debido a la falta de demanda y a la escasez de crédito para que las empresas y las familias puedan invertir o consumir. Italia y Grecia experimentan una profunda recesión.

En la actualidad las economías periféricas poseen las más altas tasas de desempleo de la Unión Europea (26 millones de desocupados). En estos dos últimos, aproximadamente un cuarto de la fuerza laboral está desempleada. 

Por su parte el tejido empresarial de los PIGS se ha estancado. La ausencia de crédito suficiente coexiste con obstáculos como el tipo de cambio fijo. Las empresas procedentes de la eurozona han retrocedido y en ese censo de la aristocracia empresarial hay menos empresas europeas.

En particular, la política monetaria ha resultado ineficaz. A pesar de que el Banco Central Europeo ha reducido los tipos, dejándolos casi a 0%, el crecimiento no ha sucedido debido a que la recaudación fiscal se ha contraído, el crédito no se reactiva, por tanto no hay inversión pública lo que convierte a la recesión en más severa.

Asimismo, la política fiscal es restrictiva (entorpece el crecimiento económico) y se acompaña de los programas de austeridad exigidos por la TROIKA (Banco Central Europeo, Comisión Europea y el FMI). Más aún, el actual Pacto de Estabilidad y Crecimiento se ha institucionalizado sobre la base de que el déficit fiscal no puede ser superior al 0,5% del PIB. 

El nuevo Pacto es más intransigente y exige una mayor disciplina al mismo tiempo que endurece las sanciones previstas.

Por otra parte, el tipo de cambio es una variable estática. La entrada en la zona euro supuso la no utilización del tipo de cambio para estimular el crecimiento, el tipo de cambio es fijo se dicta por el BCE y no tiene en cuenta las condiciones económicas de los PIGS. En la actualidad el tipo de cambio tiende a estar apreciado para las economías periféricas.

Teniendo en cuenta lo anterior, la solución al problema económico de los PIGS parecer ser política y, a corto plazo incluye: la necesidad de una cooperación mayor dentro de la eurozona así como cambios en la política económica seguida hasta el momento y en la principal institución monetaria de la zona, entre otros elementos.

La crisis de deuda soberana que poseen los PIGS debe ser abordada de manera colectiva. Se trata de un problema de todos los países involucrados en el proyecto de unión monetaria. La salida de cualquier país de la zona euro afectaría al resto. Hace falta una alianza más solidaria. 

Aunque los PIGS concentran el 40% de la población de la eurozona y más de un cuarto (25,7%) del PIB de la zona, una agudización de sus problemas bancarios hace muy vulnerable a la zona euro ante una suspensión de pagos. Pues, los países centrales son los principales acreedores de estas deudas soberanas.

Francia, Alemania y Reino Unido concentran el 75% de la deuda de los países altamente endeudados (a excepción de Italia). Y la exposición de la banca franco-alemana a las obligaciones de los estos asciende a 779 000 millones de euros, el 61% de la deuda total que estos cuatro países deben devolver a la banca europea. 

(En este sentido, sería factible la creación de un fondo en la Eurozona para, transitoriamente, compensar aunque parcialmente las pérdidas relativa por el débil nivel de competitividad de los PIGS. Lo ciertos es que estos últimos no pueden crecer sin financiación extraordinaria.

Por otro lado, la austeridad y la búsqueda de competitividad no pueden corregir las fallas estructurales e institucionales del euro. Sino al contrario, las acentúan. En este sentido, la solución a la crisis incluye cambios en la política económica seguida hasta el momento. 

La nombrada política de austeridad ha dado al traste con recuperación de la zona porque ha limitado la inversión pública, el empleo, las contribuciones al desempleo.
En esta línea, hacen falta medidas para estimular la economía mediante la ejecución de inversiones y gasto público con independencia de generar déficit. Para muchos académicos, en un periodo de recesión el déficit presupuestario no es un problema estratégico.

En la actualidad, la preocupación por una posible desintegración de la unión monetaria se ha debilitado debido a un conjunto de medidas adoptadas por los países europeos para enfrentar la crisis. Entre ellas destacan las enunciadas por el Banco Central Europeo.

En particular, la institución anunció que comprará toda la deuda pública que sea necesaria, especialmente de los países periféricos, para evitar la especulación y reducir la inflación, además de reactivar el crédito. Todo esto ha propiciado que los tipos de interés de la deuda pública europea hayan caído sustancialmente y han impedido las acciones desestabilizadoras de las agencias de riesgo y los mercados financieros.

Asimismo, la creación de la Unión Bancaria Europea proporcionará una base sólida que rompa con la fragmentación de los flujos financieros en la zona en el medio plazo.

Como resultado de estas medidas se ha observado una calma relativa en los mercados financieros, la reducción del endeudamiento debido al ajuste fiscal establecido (los bancos no se prestan dinero entre ellos, las empresas no piden créditos, las familias aumentan su ahorro, máxime si esperan nuevos recortes de prestaciones y subidas de impuestos) y continúan las altas tasas de desempleo.

En realidad, todas estas medidas versan sobre la estabilidad financiera, ni una sola para reactivar la economía. En la Unión Europea se observa el contraste entre el optimismo de los mercados financieros con las dificultades de la economía real. La crisis de la zona ha devenido como una crisis de crecimiento y competitividad.

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