El Hospital de Sant Pau de Barcelona prueba con éxito la estimulación profunda para mitigar la enfermedad. Una paciente operada hace siete meses ha dejado de tener alucinaciones y delirios.
Una mujer de 47 años afectada de esquizofrenia ha dejado de sufrir alucinaciones auditivas, delirios, obsesiones y otros síntomas de su patología tras ser sometida a una operación pionera consistente en la colocación intracraneal de dos electrodos que estimulan el cerebro. La operación y todo el seguimiento, tanto antes como después de la intervención, los han realizado especialistas del Hospital de Sant Pau de Barcelona. «Ya no oye voces», puso como ejemplo ayer la primera responsable de la investigación, la psiquiatra Iluminada Corripio.
A la mujer, llamada Elena, se le diagnosticó la esquizofrenia paranoide hace más de 20 años y actualmente tiene reconocida una invalidez permanente. Lo peor de todo es que la enfermedad mental empeoraba su curso: tenía graves dificultades para salir de casa por su cuenta y había perdido gran parte de su círculo de amistades, lo que a su vez repercutía en su calidad de vida. Como a otros muchos afectados -más del 35% de los casos-, los habituales tratamientos farmacológicos no le funcionaban o tenían un efecto limitado. «Se optó por una nueva línea de trabajo porque se habían agotado todas las medidas terapéuticas», resumió Corripio. En la presentación de los resultados le acompañaban los otros dos coordinadores de la operación, Joan Molet y Enric Álvarez.
FASE QUIRÚRGICA / Los electrodos, que son unas pequeñas estructuras de cuatro milímetros, se colocan mediante cirugía en el interior del cerebro y reciben los impulsos para ponerse en marcha gracias a una especie de generador o marcapasos colocado bajo la piel del abdomen y que los médicos pueden programar a distancia. Los electrodos emiten unas leves descargas de manera rítmica cuyo objetivo es, entre otros aspectos, estimular los circuitos de producción de la dopamina (concretamente, los especialistas escogieron para colocarlos dos áreas bastantes amplias del cerebro -el núcleo accumbens y la zona CG25 prefrontal- vinculadas a diversas enfermedades mentales). Operaciones similares de estimulación cerebral profunda ya se habían realizado para tratar o contener los síntomas de la depresión y el párkinson, incluso en el mismo hospital, pero es la primera vez en el mundo que se emplea para la esquizofrenia.
Elena, que fue operada hace siete meses, forma parte de un grupo de ocho pacientes voluntarios que seguirán el mismo tratamiento. Dos de ellos ya se han sometido a la colocación de los electrodos, pero en fechas demasiado recientes como para poder determinar el éxito. «Solo sabemos que no empeoran», explicó escuetamente Corripio. De hecho, los especialistas insistieron en que el estudio aún se halla en fase preliminar.
Dos meses después de la intervención de Elena, los llamados «síntomas positivos», como delirios y alucinaciones auditivas, habían desaparecido casi por completo y ahora el equipo médico se está centrando en disminuir «los síntomas negativos» que acarrea la enfermedad, en su mayoría psicológicos, como el aislamiento social derivado de haber vivido dos décadas prácticamente aislada. En cierta manera, está redescubriendo el mundo. «Ya sale a la calle sola sin problemas -destacó Corripio-. Unos de los retos es reconstruir un plan vital tras 20 años de inactividad».
REUNIONES FAMILIARES / «Hay una evidente mejora emocional y puede estar sin problemas en reuniones familiares. Hasta ha mejorado su fluidez verbal», prosiguió la doctora. Su vida, hasta ahora dependiente en exclusiva de la ayuda materna, no es totalmente normal, pero progresa hacia la autonomía personal. «Aunque los tres últimos años fueron malos, con numerosas crisis, desde la operación de diciembre no ha vuelto a ingresar», añadió Corripio.
En cualquier caso, los especialistas son cautos e insisten en que el tratamiento no cura, solo mitiga. «Lo que aspiramos es a reducir al máximo los síntomas», dijo Enric Álvarez, director del área de Psiquiatría de Sant Pau. «La expectativa actual no es curar, sino solo mejorar su vida -concluyó Corripio-. Pero quién sabe si en un futuro el tratamiento acaba teniendo un efecto permanente». De hecho, cuando pasen meses (o incluso años), los investigadores tienen previsto retirar la estimulación externa de forma selectiva -por ejemplo, varias horas al día sin avisar previamente a la paciente- para observar sus reacciones. «Apagaremos y encenderemos sin que lo sepa». Igual el efecto placebo obra milagros.
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