viernes, 16 de enero de 2015

La máquina de competir

Por Sergio Ruiz.

Competir: Luchar, rivalizar entre sí varias personas por el logro de algún fin.

Desde que Diego Pablo Simeone entrena al Club Atlético de Madrid está frase se encuentra tatuada bajo la camiseta colchonera. "A mi me han enseñado que es mejor ganar que quedarse fuera", ha dicho en rueda de prensa. El fin sólo se puede lograr a través del partido a partido, del trabajo, de la humildad... y de la exigencia. Esa misma que el club perdió durante años a través de excusas ( El Pupas), la ha vuelto a recuperar.
 
 
Esta noche nuevamente una batalla, en un Bernabéu abarrotado y ante el campeón de Copa, de Europa y del Mundo, con todo su arsenal y el espíritu de Juanito convocado. El flamante Balón de Oro y otros tres jugadores del XI de la FIFA presentes: Cristiano, Kroos, Sergio Ramos y James. Mientras, el equipo que no merece tener a ninguno en dicha élite, ni a un técnico con el máximo galardón (terminó en manos de Löw), sigue demostrando que a base de fútbol, tesón, ambición, grandeza y competitividad está al nivel de los mejores.
 
 
Ahora bien, si había alguien que tenía cuentas pendientes en dicho escenario era Fernando Torres. Su vuelta, en el mercado de invierno, había sido objeto de mofa y escarnio por parte de la hinchada merengue. Menos de un minuto tardó en reivindicarse. Gran primer pase de Mario Suárez (excelente su partido), Griezmann que se lleva el balón ante Pepe y da una gran asistencia a Torres, que no falla. 0-1, y el Everest por delante. Entonces, como tantas veces, el Madrid quemó todas las naves. Colocó a Pepe y Ramos a la altura de mediocampo y sitió al equipo del Cholo en su propia área. Una multitud de centros laterales empezaron a bombardear la portería de Oblak, como si de un asedio a una fortaleza amurallada se tratase. El esloveno, que es titular en la Copa pero suplente en todo lo demás, dejó un error de bulto en el empate de Ramos de cabeza, tras una falta lateral ejecutada por Kroos. Entonces el estadio ardía y el Real Madrid metió aún una marcha más: Carvajal y Marcelo de extremos, con Isco, Kroos y James bordeando el área y atentos, en la presión alta, para los rechaces del bloque rojiblanco. Consecuencia, un maremoto blanco. Como es costumbre, aferrado a su orden y espíritu para competir ("no temen morir", dijo recientemente Simeone de sus espartanos), además de su pareja infranqueable, Miranda-Godín, se llegó con empate al descanso, 1-1.
 
 
Griezmann, el mejor jugador rojiblanco en este 2015, estaba mermado tras recibir un golpe en el hombro. Su productividad, tras esos primeros diez minutos fulgurantes, se había visto mermada y, por ello, la salida del equipo con el balón. En el segundo tiempo, el francés volvió a marcar la diferencia, en un nuevo robo y conducción, fijar a los centrales y dársela a Torres, el cual, con recorte a Pepe mediante, definió de nuevo. Dos de dos, 1-2, y la eliminatoria sentenciada. El empate posterior de Cristiano soló fue decorativo. La entrada de Arda dio más control a los de Simeone, que en cuartos se cruzarán con el Barcelona. De titán en titán, de batalla en batalla. La máquina de competir deberá seguir engrasada.

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