lunes, 20 de abril de 2015

La magnitud de la tragedia en el mar eleva la presión sobre la UE

Vía El País

Tras la tragedia del barco hundido, la Unión Europea se ve obligada a reaccionar.

La tragedia de los naufragios en el Mediterráneo desborda a Europa. En la última semana, 10.000 personas han llegado a las costas comunitarias, básicamente a Italia. En el primer trimestre del año, la inmigración irregular ya registró cifras sin precedentes, según datos de Frontex, la agencia europea de fronteras. Y el buen tiempo lleva a los expertos a pronosticar números de pesadilla para el conjunto del año. La UE reaccionó este domingo a la emergencia con una reunión conjunta de ministros de Exteriores e Interior que se celebrará esta tarde. El movimiento se produjo después de digerir las informaciones que hablan de casi 700 inmigrantes desaparecidos en las aguas de Sicilia al hundirse el pesquero en el que viajaban.

700 inmigrantes desaparecidos tras hundirse su barco en aguas libias

Hace falta un número grande y redondo, ¿400, 500, 600…?, imposible de soslayar entre las noticias de corrupción y los goles de la jornada, para que las autoridades no tengan más remedio que sentirse aludidas y, ahora sí, de verdad, anuncien un plan conjunto, coordinado, capaz o casi de frenar la muerte de personas —inmigrantes solo son durante un periodo de su vida y porque no tienen más remedio— en el Mediterráneo. Pero la tragedia que ayer despertó a Europa —un viejo barco ocupado por unos 700 africanos vuelca frente a las costas de Libia y solo es posible salvar a 28 y recuperar 24 cadáveres— es un eslabón más de una larga cadena de sufrimientos: un millar de muertos en los últimos días, 3.200 entre hombres, mujeres y niños durante el pasado año; cientos de ataúdes —muchos de ellos blancos— colocados en un hangar del aeropuerto de Lampedusa en octubre de 2013. A la espera de que las viejas promesas se conviertan en realidad, los cementerios del sur de Italia siguen llenándose de tumbas sin nombre.
 
El terror al mar —muchos de los que huyen de la miseria o guerra en África no saben nadar—, las penurias dejadas atrás y la aparente cercanía de la salvación se convirtieron en una aleación mortal. En la medianoche entre el sábado y el domingo, cuando se encontraban a 70 millas de Libia, a 112 de Malta y a 130 de la isla italiana de Lampedusa, los ocupantes de un pesquero viejo y destartalado como los que suelen utilizar los traficantes de hombres vieron acercarse un barco. Se trataba del carguero King Jacob, de bandera portuguesa, que había sido enviado a la zona por el Centro Nacional de Socorro de la Guardia Costera italiana. Instintivamente, los inmigrantes se abalanzaron hacia un lado para pedir ayuda y el pesquero volcó. Ni los esfuerzos de la tripulación del carguero ni las numerosas embarcaciones de socorro enviadas a la zona por la guardia costera italiana y por el Gobierno de Malta pudieron hacer más que salvar a 28 personas e izar del agua los cadáveres de otras 24. A pesar de lo cálido de las aguas en esa zona, que mantuvo durante toda la jornada la esperanza de encontrar a más supervivientes, el primer ministro italiano, Matteo Renzi, confirmó a media tarde que los esfuerzos habían resultado inútiles: “La reconstrucción de los hechos es todavía nebulosa. No podemos precisar aún el número de fallecidos, pero al tratarse de vidas humanas, una ya es mucho. No podemos hacer estadísticas, ni polémicas absurdas, con una desgracia así”.
 
Italia movilizó para el rastreo 12 embarcaciones, tres helicópteros y un avión.
 
Tras este desastre, la Comisión Europea se apresuró a mediodía a anunciar una reunión de titulares de Interior y de Exteriores para abordar el desafío migratorio. Los ministros de Exteriores ya han guardado un minuto de silencio esta mañana, al comenzar su encuentro en Luxemburgo, por las víctimas del naufragio y en unas horas se les unirán los de Interior. El único elemento concreto que puede salir de esta cita es un refuerzo de Frontex, la agencia europea de fronteras. También se allanará el terreno para que los líderes de Estado y de Gobierno puedan decidir algo a finales de esta misma semana. La alta representante para la Política Exterior Europea, Federica Mogherini, ha anunciado antes de la reunión que su equipo trabaja para convocar ese encuentro de líderes europeos esta misma semana. "Es nuestro deber moral concentrar nuestra responsabilidad como europeos en evitar que estas tragedias se repitan una y otra vez", ha asegurado Mogherini.
 
A la espera de iniciativas concretas, Bruselas expresa su “tristeza” por los hechos acaecidos, y anuncia una próxima estrategia “amplia” al respecto en mayo, aunque el Ejecutivo comunitario sabe muy bien que ese grado de ambición no es compartido por muchos Estados miembros.
 
Este domingo, por ejemplo, el presidente francés, François Hollande, ya instó a celebrar con urgencia esa reunión de ministros de Exteriores e Interior y pidió reforzar la vigilancia en el mar. Su homólogo español, Mariano Rajoy, se sumó al presidente italiano, Matteo Renzi, y pidió que se convoque un Consejo Europeo extraordinario. Sin embargo, en Holanda, donde el desacuerdo sobre la cuestión migratoria amenaza con romper el Gobierno de coalición, no hubo ninguna reacción política.
 
España, también sensible al fenómeno migratorio, quiere elevar este asunto al ámbito de Naciones Unidas. El ministro de Exteriores, José Manuel García-Margallo, ha avanzado en Luxemburgo que, a petición de Italia, prommoverá en el Consejo de Seguridad de la ONU, del que España es miembro no permanente, una declaración para alertar de este problema. "El asunto es lo suficientemente grave y global como para tratarlo allí", considera Margallo, que también intentará trasladarlo a la asamblea general de la ONU.
 

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