Mientras España continúa descendiendo en la tabla europea de
inversión en Investigación, Desarrollo e Innovación (I+D+i), está casi
un punto por debajo del resto de países de Europa,
hay universitarios que luchan por desarrollar sus proyectos dentro del
ámbito académico. Jóvenes con talento que demostraron en 2014 que con
una buena idea se puede llegar a cualquier parte. La financiación ya es
otra cosa.
De acuerdo con los datos del Instituto Nacional de Estadística
(INE), la inversión en investigación y desarrollo en 2013 supuso el
1,24% del PIB, frente al 2,02% de media en Europa. Esto, sumado a que
la Universidad de Barcelona (UB) es la única española en el top 200 del ranking de Shanghái -que valora
entre otras cosas el número de investigadores y el de artículos
aparecidos en publicaciones científicas-, conforma un panorama poco
alentador para los estudiantes de grado, posgrado o doctorado que bregan
por sacar adelante sus investigaciones. Pero no todo son malas
noticias: dentro del descenso general, el gasto en I+D de los centros de
enseñanza superior es el que menos se redujo en 2013 (1,8%) en
comparación con la rebaja del 4,7% en inversión de la Administración Pública y el 2,6% del sector empresarial.
Miguel Reyes, doctorando en Matemática Aplicada y Análisis por la UB
considera que en España se realiza una labor científica potente.
"Siempre que he tenido la oportunidad de asistir a congresos científicos
de alto impacto es fácil ver algún trabajo de una universidad española
entre las estadounidenses, suizas y japonesas". Sin embargo, reconoce
las carencias en el ámbito universitario. "El problema del investigador
español viene cuando tras acabar el doctorado, no encuentra plaza para
continuar. Algunas becas pueden llegar a ser bastante precarias", y
agrega que muchas empresas ahora sí que buscan la innovación como valor
añadido.
Xavier Testar, vicedirector del Instituto de Emprendimiento de la UB,
ve que la solución pasa por que los propios estudiantes arriesguen y
presenten de forma proactiva sus proyectos para conseguir financiación
privada. "En muchas universidades españolas se está potenciando el
espíritu emprendedor a través de iniciativas empresariales". Según
Testar, esta es la mejor manera de que los proyectos de los estudiantes
consigan su fin último, ser útiles para la sociedad. Con este objeto,
que sus investigaciones pasen del ámbito universitario a la calle, la UB
opta por el mentoring
o acompañamiento del estudiante durante todo el proceso: "Desarrollamos
cursos, colaboramos con entidades privadas y ofrecemos espacios de coworking".
Pero para dar a conocer el proyecto, primero hay que desarrollarlo.
Es ahí donde surgen carencias. En 2013 las instituciones de enseñanza
superior españolas invirtieron 3.647 millones de euros en I+D.
Sin contar aún con los datos de 2014, recurrimos a los propios
estudiantes para tomar el pulso de la investigación en los centros
académicos. Algunos apenas superan los 20 años pero ya desarrollan
proyectos de gran potencial como videojuegos capaces de corregir la
vista o una impresora en 3D para generar piel humana.
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