Por Beatriz Camacho
Cada 31 de marzo se celebra el Día Mundial Contra el Cáncer de Colon. Este año 2015, la campaña de la Asociación Española contra el Cáncer (AECC), conocida como “Yo puedo salvarte la vida”, tiene como objetivo concienciar sobre la necesidad de formar parte del programa de detección precoz e informar a la sociedad sobre la importancia de este tipo de cáncer.
Actualmente sigue habiendo más de 8 millones de personas con riesgo de desarrollar un cáncer de colon o colorrectal. Se trata del segundo tipo de cáncer más común entre las mujeres (después del de mama) y el tercero entre los hombres (tras los de pulmón y próstata). La mayoría de los casos se diagnostican entre los 65 y los 75 años, aunque hay casos desde los 35-40 años. Cuando aparece a edades tempranas suele tener una predisposición genética.
En Europa, el cáncer de colon es el tumor más frecuente contando a ambos sexos en conjunto, con más de 400.000 afectados anualmente. En España también es el tumor de mayor incidencia entre hombres y mujeres y cada año se diagnostican más de 30.000 casos nuevos y provoca cerca de 15.000 fallecimientos. Si bien el cáncer de colon es uno de los más tratables, también es el más mortífero, incluso por delante del cáncer de pulmón. Por eso es tan importante el diagnóstico precoz, ya que aumenta enormemente las probabilidades de recuperación. Este tipo de cáncer se puede curar en más del 90% de los casos si se detecta a tiempo. En España, la tasa de supervivencia ha crecido en los últimos 15 años gracias a la mejora de los tratamientos, el diagnostico precoz y los planes de cribado.
Aproximadamente un 54% de los pacientes que sufren un cáncer de colon en España sobreviven más de 5 años. Se trata de una supervivencia global, sin tener en cuenta edad, tipo histológico o fase de la enfermedad. Los resultados de supervivencia global a los 5 años para cada uno de los estadios clínicos, son similares a los del cáncer de recto, aunque en general el pronóstico del cáncer de colon es mejor.
Qué es el cáncer de colon
Cuando las células tumorales se encuentran en el colon o en el recto, hablamos de cáncer de colon o colorrectal. El colon (intestino grueso) está formado por varias capas de tejido llamado mucosa. Por diversas circunstancias, en las glándulas que producen dicha mucosa es donde, en ocasiones, pueden aparecer pólipos o abultamientos. Estos pólipos inicialmente son benignos, suelen tardar entre 10 y 15 años en crecer y solo el 5-10% de ellos se malignizan.
No obstante, conviene detectar todo tipo de pólipo cuanto antes y extirparlo, para evitar su riesgo potencial de volverse cáncer. La gran mayoría de los cánceres colorrectales se desarrollan sobre un pólipo en la mucosa del colon que, por varias causas, evoluciona a tumor maligno. Que aparezca en una mucosa sana es excepcional. El tipo de cáncer colorrectal más frecuente es el adenocarcinoma y surge en el 90-95% de los casos, desarrollado en la mucosa que recubre el interior del colon y el recto.
Factores de riesgo del cáncer colorrectal
Cualquier circunstancia que amplía el riesgo de sufrir un tumor se considera un factor de riesgo. El cáncer de colon afecta indistintamente a mujeres y a hombres, pero la persona expuesta a estos factores posee más probabilidades de desarrollar la enfermedad. En el cáncer colorrectal, los factores que, en mayor o menor medida, incrementan el riesgo de padecerlo son los siguientes:
- Edad. El principal factor de riesgo para desarrollar un cáncer de colon es la edad. A más edad, mayor riesgo de aparición de pólipos. Más del 90% de los casos son diagnosticados a personas mayores de 50 años y es poco frecuente que aparezca antes de los 40 años.
- Antecedentes familiares de cáncer de colon y/o pólipos. El 20-30% de los casos de cáncer colorrectal se dan en familiares de primer grado de un enfermo, transmitidos por vía genética. Se han identificado genes cuya alteración da lugar a síndromes que predisponen, en mayor o menor medida, a la aparición de cáncer colorrectal. Destacan dos:
- Poliposis colónica familiar. Se caracteriza por la aparición, en la adolescencia, de múltiples pólipos adenomatosos en el colon y recto. Se produce por la alteración de un gen denominado APC, transmitido de padres a hijos por una herencia autosómica dominante. Lo pueden heredar hombres y mujeres y se padece la enfermedad si uno de los dos genes está alterado.
- Cáncer colorrectal hereditario no polipósico. En la mayoría de los pacientes no se observan pólipos. Se trasmite de forma autosómica dominante y está causada por la mutación o alteración de uno de los múltiples genes encargados de la reparación de los errores en los mismos.
- Enfermedades inflamatorias intestinales como la colitis ulcerosa y la enfermedad de Crohn. Suponen menos del 1% de todos los cánceres colorrectales. La colitis ulcerosa se caracteriza por la inflamación prolongada de las paredes del colon, mientras que la enfermedad de Crohn afecta, típicamente, al intestino delgado, aunque en ocasiones también se inflama el colon.
- Historia personal de pólipos y/o cáncer colorrectal. La aparición de pólipos adenomatosos aumenta el riesgo de padecer la enfermedad. Al igual que las personas diagnosticadas de un cáncer a este nivel poseen un riesgo acrecentado para tener un segundo tumor en el colon o recto.
- Mala alimentación. Las dietas ricas en grasas animales (carnes rojas) y pobres en fibra pueden aumentar la aparición de este tipo de cáncer.
- Inactividad física. Una vida sedentaria y no realizar ninguna actividad física incrementa el riesgo.
- Consumo de tabaco y/o alcohol. Facilitan el desarrollo de los pólipos en la mucosa del colon, que son los precursores del cáncer.
El 70-75% de los casos se dan en personas sin ningún riesgo médico. Se considera población de riesgo medio a las personas de más de 50 años sin antecedentes familiares ni enfermedades predisponentes, mientras que calificamos como población de alto riesgo a las personas con historia familiar de cáncer colorrectal o con enfermedad inflamatoria intestinal.
Prevención y diagnóstico precoz: puntos clave en el cáncer colorrectal
La prevención y la detección precoz son las armas fundamentales en la lucha contra el cáncer de colon, ya que en el 70% de los casos aparece sin haber antecedentes familiares. Con la prevención es posible reducir al máximo o eliminar los factores de riesgo de la alimentación, el alcohol, el tabaco y el ejercicio físico o el estilo de vida. Al igual que es fundamental que las personas con antecedentes de alto riesgo a desarrollar esta patología y las que tienen una carga genética heredada se sometan a un seguimiento estrecho para obtener un diagnóstico precoz.
Este tipo de cáncer es de los pocos que se pueden diagnosticar precozmente, antes de que notemos algún síntoma. Para ello existen varias pruebas pero solo en el caso de que la primera sea positiva, o si existen indicios claros de algún problema, se utilizan otras para confirmarlo. Para detectar el cáncer colorrectal se usan las siguientes:
- Test de Sangre Oculta en Heces (TSOH). Es una prueba muy sencilla e indolora que realizamos nosotros mismos en casa. Se toma una muestra de heces durante tres días consecutivos y se deposita en un sobre especial que contiene varias tiras reactivas. Después, el personal sanitario deposita unas gotas en las tiras y observa si varían de color. El test da positivo si existe sangre en las heces, en ese caso se requieren estudios posteriores para diagnosticar su origen.
- Análisis de sangre y orina. Sirven para saber nuestro estado general y detectar complicaciones asociadas al proceso tumoral.
- Tacto rectal. Es la exploración digital del ano y parte del recto. El médico se coloca un guante y emplea lubricante para deslizar suavemente el dedo a través del ano y explorar la zona, palpando las posibles alteraciones existentes en las paredes del recto.
- Colonoscopia. Es la observación de la mucosa de todo el colon y el recto a través de un tubo largo y flexible (endoscopio) que se introduce por el ano. En su extremo posee una luz y una cámara que permiten ver en un monitor cualquier patología del interior del colon. Antes de realizarla, la persona debe seguir una dieta especial durante, al menos, los tres días anteriores y durante la tarde antes de la prueba usar laxantes a fin de que el colon y el recto estén completamente limpios para la exploración. En la actualidad, esta prueba se hace bajo sedación o anestesia general para no sentir dolor y evitar las molestias causadas por la distensión del tubo digestivo al introducir el endoscopio.
- Biopsia. Si durante la colonoscopia el médico observa una lesión sospechosa, se extraerá una pequeña muestra de tejido para ser analizada y poder confirmar o descartar la existencia de cáncer.
- Otras pruebas. Si se diagnostica cáncer de colon, se realizan más pruebas para saber si se ha extendido a otros órganos o si solo afecta al tubo digestivo. Este estudio permite planificar correctamente la secuencia de tratamientos que aseguren el control adecuado del tumor con la mejor calidad de vida posible.
- Radiografía de tórax. Estudiar los pulmones para descartar afectación por metástasis.
- Ecografía. Prueba indolora y de fácil realización. En el cáncer colorrectal se pueden realizar ecografías abdominales (para valorar el estado del hígado) y ecografías endorrectales (para ver las lesiones en el recto).
- Marcadores tumorales. Proteínas que aparecen en cantidades superiores a lo normal en los pacientes que padecen algunos tipos de cáncer. En el cáncer colorrectal los marcadores más precisos son el CEA, o antígeno carcinoembrionario, y Ca.19.9. Se utilizan como pruebas que ayudan al seguimiento del tumor tras los tratamientos y para detectar recidivas, pero no son válidas para realizar un diagnóstico precoz.
Hoy en día, el 80% de la población de riesgo (entre 50 y 69 años) no está incluida en un programa de prevención y tiene más riesgo de desarrollar un cáncer de colon. También es habitual que las personas aseguren no tener tiempo o que les da vergüenza, pero no hay que tener miedo a realizarse estas pruebas. No siempre implican diagnóstico de cáncer y es muy importante conocer el estado de nuestra salud. A la menor sospecha, o si pertenecemos a los grupos de riesgo, no dudemos en acudir a nuestro médico para descartar la posibilidad o, al menos, para detectar el cáncer en fase temprana y garantizar nuestra supervivencia. No es una pérdida de tiempo, ni mucho menos. Hacernos las pruebas puede salvarnos la vida y alargar la espera por temor a la prueba o a la respuesta puede sentenciarnos.
Las pruebas para obtener un diagnóstico preciso de cáncer de colon o recto no son dolorosas, si bien a veces algunas pueden ser difíciles de tolerar. En esos casos se recomienda asistir acompañado por un alguien cercano para estar más tranquilos, pedir a nuestro médico que nos explique lo que pasará para evitar dejarnos llevar por nuestra imaginación, centrarnos solo en lo que pasa en cada momento, usar alguna técnica de relajación antes de y durante la prueba, comentar a nuestro médico que estamos nerviosos porque puede darnos alguna medicación para reducir la ansiedad ante esa situación y, sobre todo, estar tranquilos, relajados, seguir las instrucciones del especialista y eliminar de nuestra mente los pensamientos negativos para tolerar mejor las pruebas.
Los beneficios son numerosos: los programas de detección precoz mediante las pruebas de sangre oculta en heces reducen un tercio la mortalidad y pueden salvar más 3.600 vidas al año. Además, estos programas de cribado permiten diagnosticar y tratar lesiones precursoras del cáncer, por lo que también disminuyen su incidencia. Si el test de heces da positivo, se realiza una colonoscopia para confirmar el diagnóstico porque más del 60% el sangrado está provocado por un pólipo o adenoma que se puede quitar sin llegar al diagnóstico de cáncer.
Por otro lado, algunos hábitos y estilos de vida sanos pueden cambiar nuestra vida y ayudar a prevenir la aparición de pólipos en el intestino grueso y a reducir el riesgo de tener esta enfermedad.
- Llevar una dieta saludable y variada. Algunas pautas como tomar con frecuencia alimentos ricos en fibra (cereales, legumbres…), comer frutas y verduras a diario (si es posible, 5 piezas), conservar los alimentos de manera adecuada y consumirlos antes de que se estropeen o moderar el consumo de grasas, especialmente carnes rojas, así como dulces y azúcares, ayudan a prevenir el cáncer de colon.
- Control del sobrepeso. Es importante mantenerse siempre, dentro de lo posible, en peso adecuado a nuestra altura y constitución física.
- Ejercicio físico con regularidad. Realizar algún deporte o, al menos, algún tipo de actividad física a diario como caminar un buen rato reduce el riesgo de aparición.
- Evitar el exceso de tabaco y alcohol. No fumar, o intentar dejarlo cuanto antes, y no abusar en el consumo de alcohol es otra forma de prevención.
- Pruebas periódicas. Las personas que permanezcan a alguno de los grupos de riesgo (mayores de 50 años, antecedentes familiares o enfermedades del intestino) necesitan hablar con su médico para que valore si debe realizarse alguna prueba, a fin de comprobar la existencia o no de pólipos y prevenir que se conviertan en tumores.
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