Por Beatriz Camacho
Este martes, 3 de febrero de 2015, el Parlamento británico será el primero en el mundo en pronunciarse sobre la nueva técnica de reproducción asistida conocida popularmente como ‘el embrión de tres padres’. En realidad, se trata de un trasplante de mitocondria –la central energética de las células– entre dos óvulos diferentes para evitar transmitir enfermedades neurodegenerativas.
Esta técnica podría beneficiar a uno de cada 6.500 recién nacidos. Permitiría insertar el núcleo del óvulo de la madre con ADN defectuoso de sus mitocondrias en el óvulo donado por una mujer sana, para después fecundarlo in vitro por el esperma del padre. El bebé recibiría prácticamente toda la información genética de sus progenitores, ya que solo el 0,1-0,2 por ciento correspondería al ADN mitocondrial de la mujer que donó el óvulo sano.
Decenas de científicos de todo el mundo, incluidos varios premios Nobel, piden que se dé el visto bueno al procedimiento, que podría ser utilizado desde el próximo mes de octubre por unas 2.500 mujeres en el Reino Unido, y extenderse a las clínicas de fertilidad en los países occidentales.
Especialistas de la Universidad John Hopkins, como el doctor John Gearhart, subrayan el gran avance que supondría esta técnica en la lucha contra las enfermedades genéticas hereditarias: «Uno de cada 200 niños nace con un ADN defectuoso en las mitocondrias. La mayoría son casos que no revisten gravedad, pero en uno de cada 6.500 la condición puede ser muy grave e incluso mortal». Generalmente, las enfermedades mitocondriales afectan a los órganos más necesitados de energía en el organismo y, con el tiempo, pueden originar deterioro cerebral, atrofia muscular o anomalías en el funcionamiento del corazón.
«No estamos proponiendo la creación de bebés a la carta, sino simplemente el cambio de una parte de la máquina que no funciona bien», razona el premio Nobel de Psicología John Sulston, uno de los mayores defensores de la medida ante la opinión pública. «Creo que los diputados tienen que leer exactamente qué es lo que se está proponiendo. No les vendría mal mirar hacia atrás y ver el debate causado en su día por la fecundación in vitro. Entonces había mucha gente que se escandalizaba. Ahora parece algo de lo más normal».
No obstante, la Iglesia de Inglaterra y la católica piden que se vote contra la histórica modificación de la Ley de Reproducción Asistida. Proclaman que «es muy extraño que se pretenda dar licencia a una técnica radical que puede afectar a futuras generaciones sin haber hecho antes las necesarias pruebas clínicas». Aunque la Autoridad para la Fertilidad y Embriología Humanas (HFEA) afirma que los 15 años de experimentación en primates son suficientes y ha presentado tres estudios recientes que pretenden demostrar que se trata de un procedimiento «sano y seguro» para los humanos.
En los próximos días se presentará el estudio más concluyente, dirigido por Dough Turnbull en el Centro de Investigación Mitocondrial de la Universidad de Newcastle. Turnbull defiende «la seguridad y la eficacia del procedimiento». «Si no damos el paso adelante, estaremos negando a muchas mujeres el derecho a tener hijos sanos. Son los pacientes quienes deben tomar la decisión final».
De momento, la mayoría de los británicos se manifiesta a favor de la nueva técnica: el 40 por ciento frente al 30 por ciento. El restante 30 por ciento afirma que no dispone de información suficiente.
Jessica Newell, de un año de edad y afectada por el síndrome de Leigh –un desorden neurodegenerativo que causa lesiones irreversibles en el sistema nervioso central–, asiste hoy al debate en la Cámara de los Comunes en los brazos de sus padres, quienes aspiran a ser de los primeros en probar el nuevo método. «Adoramos a Jessica, pero su salud se está deteriorando y vive prácticamente entubada». «No podemos ni pensar en la idea de tener otro niño que pueda sufrir lo mismo. Si los parlamentarios votan sí, será fantástico, no sólo para nosotros, sino para muchas otras familias. Cuando te dan una vez la peor de las noticias, te ayuda al menos saber que hay un poco de esperanza».
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