En la campaña electoral que comienza en unos días, habrá debate sobre el mercado laboral, sobre si dedicar más gasto público a las infraestructuras o a I+D, sobre sistema educativo y sobre modelo territorial. Sin embargo, sobre un tema clave, el que se lleva más dinero cada año de los Presupuestos Generales del Estado, y que preocupa a millones de españoles (porque son pensionistas o lo serán) no habrá demasiada discusión pública.
Todos los partidos prometerán algo parecido respecto a las pensiones: subir las prestaciones año a año (incluso por encima del IPC), no alejar demasiado la edad de jubilación de los 65 años y plantear cualquier reforma dentro del Pacto de Toledo. En resumen, no incluir ningún elemento nuevo en el sistema, que seguirá basándose exclusivamente en un modelo de reparto público de esos que se denominan pomposamente de "solidaridad intergeneracional".
Ningún partido quiere perder votos por ese flanco. Los de la vieja política, porque saben que entre los mayores de 55 años tienen su principal caladero. Los de la nueva, porque o no se lo creen o no quieren asustar a nadie. El problema es que no se trata de meter miedo, sino de decir la verdad.
Este martes, la OCDE publicaba su informe Pensions at a Glance 2015. Y las conclusiones en lo que respecta a España no son nada tranquilizadoras para el futuro a medio y largo plazo. Nuestro país tiene uno de los sistemas públicos más generosos (o caros, según se mire) de entre los países ricos.
Hay que decir que España no es un caso único. En la introducción al informe, los autores apuntan que "arreglar los retos financieros de los sistemas de pensiones es sólo una parte de la ecuación. La otra parte está ligada a la sostenibilidad social y a si las pensiones en el futuro serán suficientes para dotar de unas condiciones de vida adecuadas a las personas mayores". En estos momentos, el informe recuerda que "la mayoría de los pensionistas de la OCDE disfrutan de un nivel de vida tan bueno como la población media", algo que será complicado de mantener a medio plazo.
La pregunta es si esto es sostenible. Con los datos demográficos y de coste de los sistemas públicos, parece muy complicado. Y en lo que respecta a España, las cifras son peores que para la mayoría de los países desarrollados. Si analizamos la relación entre pensiones y salarios, todo apunta a que nuestro país es uno de los que tendrá que hacer un ajuste más profundo.
Pero con una salvedad: otros países con elevado nivel de gasto en este capítulo hacen tiempo que pusieron en marcha sistemas mixtos público-privados que combinan el modelo de ahorro con el de capitalización; mientras tanto, nosotros seguimos con todos los huevos en la misma cesta, la de las cotizaciones y el reparto intergeneracional. Si todas las demás variables se mantienen dentro de los parámetros previsibles, esto sólo puede tener un resultado: las pensiones bajarán (y mucho) en relación a los salarios. Los jubilados de 2040-50 serán más pobres, al menos en términos relativos, que los de 2015. Seguro que eso no lo escuchará en ningún mitin.
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