Rafael Nadal cayó eliminado en la segunda ronda de Wimbledon a manos de Dustin Brown y se despidió de Londres envuelto en un mar de dudas.
Un año más y ya van cuatro, Rafael Nadal se va eliminado deWimbledon por un jugador ubicado fuera de los 100 mejores del mundo. En 2012, Lukas Rosol (100º) fue el encargado de apartar al español en segunda ronda. En 2013, Steve Darcis (135º) hizo lo propio en primera ronda. La pasada edición fue Kyrgios (144º) quien lo apeó en octavos de final y este año el ‘rastafari’ Dustin Brown (102º) fue quien hundió aNadal en la pista central de Wimbledon. Brown venció 7-5, 3-6, 6-4 y 6-4 a Rafael y evidenció el mal momento que atraviesa el español.
El partido comenzó con un primer juego que fue un resumen perfecto de la anarquía tenística de Dustin Brown: saque, una subida a la red y dejada para el 15-0. Saque y volea ganadora de revés a dos manos con salto en suspensión en el aire incluido, 30-0. ‘Ace’ de segundo saque, 40-0. Misil y volea estratosférica en la que parece que se rompe la muñeca pero hace un drop shot que deja la pelota muerta del lado de Nadal. 1-0 en el marcador en un minuto, y Rafa ya levantaba la ceja, miraba a su banquillo y veía en apenas cuatro puntos la pesadilla que le quedaba por delante.
Nadal no quiso desesperarse de entrada y quebró en el tercer juego gracias a que el alemán abusaba de las dejadas y del tenis sin criterio.Brown se endulzó y pasó a ser previsible. Rafa sostuvo su game de saque, se puso 3-1 y tuvo dos oportunidades para adelantarse 4-1 y dos saques a su favor. Sin embargo, perdonó y lo pagó caro. El alemán empezó a ensuciar todavía más el partido. Metía saques a 200 kilómetros por hora, creaba efectos extraños tanto por el revés como por el drive, fabricaba voleas a lo Boris Becker y hacía show para el público. El partido tenía todos los ingredientes para el disfrute de los aficionados y para pesadilla de Nadal que no estaba bien de piernas y se encontraba descolocado ante el tenis anárquico que proponía el ‘rastafari’.
Brown se quedó con el primer set por 7-5 y se levantó el murmullo en la central de Wimbledon que veía que podía acercarse un día de batacazo. Sin embargo, Nadal no iba a dejar que todo sea color de rosa para el alemán. Empezó a sentir un poco mejor la pelota, a ser más agresivo desde el primer tiro y esto le permitía tener la iniciativa de los puntos. Intentaba tener al alemán atrás en la medida que le fuera posible. Con mucho coraje, con errores del alemán y con aciertos suyos pudo quebrarle el saque a Brown, ganar la segunda manga por 6-3 e igualar el partido.
Nadal levantaba el puño, apretaba los dientes y veía la oportunidad de empezar inflar el pecho y mostrar autoridad en una ‘catedral’ que conoce a la perfección. Pero Brown estaba hecho un gato peleón en la red y era un militar con una bazooka en el brazo que no dudaba en disparar a cada pelota que se le cruzaba por el camino. Cargaba la raqueta atrás y metía un sablazo que no dejaba ni reaccionar a Nadal. Los restos iban teledirigidos a los tobillos del balear que estaba descolocado ante la variedad de tiros y efectos que estaba recibiendo. Rafa estaba viviendo un calvario de partido. No había ritmo, la velocidad de la pelota era muy alta y los intercambios desde el fondo de pista eran inexistentes.
Brown le quebró el saque a Nadal y cuando lo tuvo 5-4 en el tercero para cerrar, no titubeó. Era su oportunidad de ponerse 2 sets a 1 y no le tembló el brazo. Ganó el tercer set, metió un grito como si hubiera ganado el torneo y se fue a la silla dominando el partido y teniendo el control absoluto de lo que estaba ocurriendo en el césped de la pista central. Tenía su propio orden dentro del desorden que le estaba dando resultado.
Si llevaba el partido soñado, no había motivos para cambiar el plan.Brown pegó primero en el cuarto set cuando le quebró de entrada y ya encarriló el partido. Nadal estaba con una desconfianza palpable a kilómetros. No podía tocar la pelota limpia, no le hacía ningún tipo de daño al alemán y parecía que no era su día. Tal y como iba el partido, se olía la crónica de una muerte anunciada.
Sin embargo, Nadal no bajaba los brazos, seguía animándose pero los gritos llegaban con errores del rival y no con aciertos suyos, que apenas se podían contar con los dedos de la mano. Brown se acercaba al triunfo, olía la sangre del bicampeón de Wimbledon y salió con determinación a buscar el bombazo del día. Lo consiguió y logró meterle todavía más fantasmas en la cabeza de Nadal que estaba abrumado ante el tenis del alemán.
Dustin Brown planteó el partido perfecto para descolocar a Rafael. Lo ensució, lo movió, lo enredó, lo sacó de su casillas y, por momentos, lo bailó. El dos veces campeón en la catedral se fue con cabeza gacha, atormentado por el tenis de su rival y, tal vez, pensando que el Nadal que se está viendo en este 2015 dista mucho del campeón de unos años atrás.
Si llevaba el partido soñado, no había motivos para cambiar el plan.Brown pegó primero en el cuarto set cuando le quebró de entrada y ya encarriló el partido. Nadal estaba con una desconfianza palpable a kilómetros. No podía tocar la pelota limpia, no le hacía ningún tipo de daño al alemán y parecía que no era su día. Tal y como iba el partido, se olía la crónica de una muerte anunciada.
Sin embargo, Nadal no bajaba los brazos, seguía animándose pero los gritos llegaban con errores del rival y no con aciertos suyos, que apenas se podían contar con los dedos de la mano. Brown se acercaba al triunfo, olía la sangre del bicampeón de Wimbledon y salió con determinación a buscar el bombazo del día. Lo consiguió y logró meterle todavía más fantasmas en la cabeza de Nadal que estaba abrumado ante el tenis del alemán.
Dustin Brown planteó el partido perfecto para descolocar a Rafael. Lo ensució, lo movió, lo enredó, lo sacó de su casillas y, por momentos, lo bailó. El dos veces campeón en la catedral se fue con cabeza gacha, atormentado por el tenis de su rival y, tal vez, pensando que el Nadal que se está viendo en este 2015 dista mucho del campeón de unos años atrás.
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