Por Ramón Rey
El asteroide 2012 TC4 es un cuerpo descubierto en Octubre de 2012, de composición desconocida y con un tamaño estimado de 12 a 40 metros que se encuentra en posible trayectoria de colisión con la Tierra. Este viajero espacial ha recibido cierta atención mediática ya que podría “visitarnos” el 12 de Octubre de 2017, así como en otras fechas posteriores en caso de que en dicha aproximación pase de largo. Pero antes de que cunda el pánico y empecemos a acondicionar los búnkeres ¿cuál es el peligro que corremos realmente como individuos o incluso como especie?
¿Una amenaza real?
Existen varios factores que determinan si un objeto espacial representa una amenaza para la Tierra y sus habitantes. Dos de los más importantes son su tamaño y composición.
La mayoría de los asteroides descubiertos forman parte del Cinturón de Asteroides, una región situada entre Marte y Júpiter donde las órbitas de estos objetos son más o menos estables; por su parte 2012 TC4 es uno de los muchos “Asteroides cercanos a la Tierra” que conocemos (NEA, acrónimo del inglés Near-Earth Asteroids) llamados así porque sus órbitas son cercanas a la terrestre. Actualmente tenemos catalogados más de 10000 objetos en este grupo, con tamaños que varían desde 1 metro de diámetro hasta los 32 kilómetros de Ganimedes (no confundir este asteroide con el satélite Ganimedes de Júpiter, el más grande del Sistema Solar). Se conocen cerca de 1000 asteroides de un tamaño superior al kilómetro.
¿Qué significa esto? ¿Cuáles son las consecuencias que puede tener el impacto de un objeto en relación a su tamaño? La forma más fácil de hacernos una idea quizá sea echar mano de sucesos que ya han ocurrido y evaluar cuáles fueron sus resultados.
Cráter de Chicxulub en la península del Yucatán. |
Quizá el evento más famoso sucedió hace aproximadamente 65 millones de años, la extinción masiva del Cretácico-Terciario en la cual aproximadamente 3/4 de las especies desaparecieron incluyendo a la mayoría de los dinosaurios. La teoría más aceptada para explicar este suceso es la Hipótesis de Álvarez, planteada por un grupo de investigadores liderado por el físico americano de origen español Luis Álvarez, conforme a la cual esta gran extinción se debió al impacto contra la Tierra de un gran meteorito de unos 10 km de diámetro. Se calcula que esta colisión liberó unos 4x10^23 J de energía, el equivalente a 10^14 toneladas de TNT o a dos millones de veces la Bomba del Zar, el explosivo más potente jamás detonado por el hombre.
Como podemos ver estamos hablando de un tamaño mucho mayor al de nuestro asteroide 2012 TC4, que recordemos está estimado entre los 12 y 40 metros de diámetro.
Otro suceso bien conocido y que incluso forma parte de la cultura popular es el Evento de Tunguska, una explosión aérea ocurrida en Tunguska, Siberia el 30 de Junio de 1908. Este suceso arrasó aproximadamente 2100 kilómetros cuadrados de bosque derribando unos ochenta millones de árboles y haciendo caer a la gente al suelo a 400 km de distancia. La onda expansiva fue registrada en lugares tan alejados como Inglaterra, se formaron nubes densas que reflejaban la luz solar desde detrás del horizonte y durante varios días las noches eran tan brillantes en partes de Rusia y Europa que se podía leer después de medianoche sin necesidad de luz artificial. Cientos de renos, sustento de los ganaderos locales, resultaron muertos aunque no se conoció ningún caso de algún ser humano que pereciera en la explosión.
Árboles derribados por la explosión de Tunguska. |
Se piensa que esta detonación fue producida por un bólido de unos 80 metros de diámetro que penetró la atmósfera de Siberia y estalló en el cielo debido a la presión y el calor, liberando una energía equivalente a 185 bombas de Hiroshima. Ni que decir tiene que de haber caído sobre una zona habitada habría producido una masacre.
El Bólido de Cheliábsnik fue un objeto de unos 16 metros de diámetro que se precipitó sobre Rusia el 15 de Febrero de 2013 liberando una energía de 500 kilotones, 30 veces superior a la bomba atómica de Hiroshima. La mayor parte de la energía se liberó entre 5 y 15 kilómetros de altura hiriendo a casi 1500 personas, rompiendo ventanas y provocando daños en edificios.
Podemos deducir entonces que las dimensiones de los objetos varían enormemente los daños que éstos son capaces de provocar y por su tamaño 2012 TC4 podría tener consecuencias muy negativas dependiendo de la zona donde impactara, pero esta cualidad por sí sola no determina el grado de devastación ya que, dejando a un lado la velocidad a la que se mueve, hay que tener en cuenta también su composición.
Mientras que los cometas están formados principalmente por hielo (como parece que fue el caso del Bólido de Tunguska), los asteroides pueden tener composiciones muy variadas. Así los más comunes están formados fundamentalmente por carbono, mientras que otros son metálicos, albergando grandes cantidades de silicio, níquel o hierro.
Por supuesto el problema radica en que no conocemos exactamente ni el tamaño ni la composición del asteroide. Mientras que una roca de 10 metros ardería en la atmósfera y sus efectos apenas sí se notarían, un objeto metálico de 40 metros podría atravesarla, llegar a la superficie y generar un cráter.
¿Podemos ya entrar activar las alarmas y hacer acopio de conservas y comida enlatada en el supermercado más próximo? Quizá sea demasiado precipitado porque otro factor que hay que tener en cuenta es, naturalmente, la probabilidad de que efectivamente se produzca la colisión.
Y aquí es donde llegan las noticias que podrán calmar nuestra desazón, ya que según Judit Györgyey-Ries, astrónoma del Observatorio McDonald de la Universidad de Texas, aunque la distancia mínima entre las órbitas es de tan sólo 13200 km, o sea 0,034 LD (LD = Distancia Lunar), “existe un 0,00055% de probabilidad acumulada de que va a golpearnos”.
Detlef Koschny, jefe del programa para el Seguimiento de Objetos Cercanos a la Tierra (NEO) de la ESA comparte esta opinión, "hay una entre un millón de posibilidades de que pueda llegar a nosotros", declaró.
Por su parte Makoto Yoshikawa de la Agencia de Exploración Aeroespacial de Japón (JAXA), miembro de la División de NEOs en la Unión Astronómica Internacional (IAU), está convencido de que el asteroide no representa ningún peligro para la Tierra. "La distancia es muy pequeña. Pero esta distancia no significa una colisión".
Estos datos son francamente más tranquilizadores, la probabilidad de que se produzca un impacto puede ser incluso más pequeña aunque todos coinciden en que se necesitan más observaciones para minimizar las incertidumbres, por lo que 2012 TC4 será seguido muy de cerca.
Peligros Futuros
Actualmente hay registrados más de 1500 asteroides potencialmente peligrosos (PHA), ninguno de los cuales está en curso de colisión con nuestro planeta, pero los astrónomos están descubriendo nuevas rocas continuamente.
Los objetos con un diámetro de 1 kilómetro golpean nuestro planeta aproximadamente en cada intervalo de un millón de años. Grandes colisiones con objetos de 5 kilómetros de diámetro ocurren una vez cada 10 millones de años.
Ilustración artística de la NASA del impacto hipotético de un asteroide de unos 1000 km de diámetro contra la Tierra. Un asteroide como el de la imagen nos golpearía cada 2000 millones de años. |
Don Yeomans, director de la Oficina de Objetos Cercanos a la Tierra de la NASA (NEO) estima que, en promedio, un asteroide del tamaño del de Tunguska penetrará la atmósfera de la Tierra una vez cada 300 años.
Pero estas cifras no son más que estimaciones basadas en la probabilidad. El 22 de marzo de 1989, el asteroide (4581) Asclepius, de unos 300 metros de diámetro metros se acercó a 0,7 millones de kilómetros de la Tierra, atravesando la posición exacta que ésta tenía seis horas antes. Si el asteroide hubiera colisionado con nuestro planeta las consecuencias hubiesen sido cataclísmicas.
El 18 de marzo de 2004 un asteroide de 30 metros de diámetro, el 2004 FH, pasó a 42600 kilómetros de la Tierra (un décimo de la distancia que nos separa de la luna). Asteroides de un tamaño similar pasan cerca de nosotros cada dos años.
Aunque ha habido falsas alarmas, en algunos casos el peligro para el planeta es real. Un ejemplo es (29075) 1950 DA, un objeto de un kilómetro de diámetro que podría colisionar con la Tierra el 16 de marzo del año 2880 según los cálculos realizados.
Por ello existen diversos programas de seguimiento que vigilan los objetos catalogados y observan el firmamento en busca de peligros potenciales. El impacto de un objeto de gran tamaño contra la Tierra podría ser catastrófico por lo que se han propuesto distintas ideas para atajar el peligro.
Una de ellas es la detonación de un explosivo nuclear para intentar modificar su trayectoria. El problema es que esto podría destruir el objeto y una lluvia de asteroides podría ser incluso más peligrosa que el impacto original, por lo que se han ideado otras posibles soluciones como la propulsión electromagnética.
En cualquier caso convendría no obviar este peligro y contar con algún protocolo para el caso de que fuera preciso enfrentar una amenaza en forma de bólido espacial. De lo contrario el precio a pagar podría ser muy alto.
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