Vía El Mundo
Jorge Lorenzo habita en un paraíso. Desde Jerez, cada vez que se sube a su Yamaha muestra una superioridad brutal, una conjunción perfecta de mecánica y piloto. Todos sus fantasmas parecen enterrados. Es más, han sido traspasados a su más directo rival. Hoy todos los problemas son para Marc Márquez.
En Mugello, este circuito con el que mantiene un bello idilio, se confirmó la tendencia. Tarde plácida para Lorenzo bajo el sol de la Toscana. Acumuló su tercera victoria consecutiva (nunca ha ganado cuatro de carrerilla), todas con guión calcado. Escapada en el inicio -esta vez adelantó al poleman Iannone- y eso que él llama 'martillo' a continuación. No es otra cosa que una constancia admirable, un vuelta a vuelta de concentración máxima, ritmo en solitario, cada vez más fino hasta la mismísima meta. Aburrido de tan perfecto. En Jerez, Le Mans y Mugello se mantuvo todas las vueltas posibles en cabeza, nada menos que 81 sin nadie que le estorbara.
Toda su plenitud en contraste con Márquez, que no sale de un lío para meterse en otro. Y mientras, el Mundial que se le esfuma. Si hace un año todo eran flores, poco queda de aquel Olimpo de 10 victorias consecutivas. En Mugello, donde partía 13º tras unos enrevesados entrenamientos, protagonizó una valiente salida en la que en una curva había remontado siete plazas y al final de la primera vuelta ya era tercero. Pero el alarde le sirvió de poco. En seguida acudieron los problemas de la Honda, los bandazos, las frenadas al límite. Llegó hasta Lorenzo, pero poco le inquietó. Pronto se vio en mitad de una puja con las Ducati que fue su ruina. A falta de seis vueltas acabó por los suelos para completar su fin de semana negro. Ya es quinto en la general, a 49 puntos de Rossi y 43 de Lorenzo.
Dovizioso había tenido que abandonar por problemas mecánicos yAndrea Iannone aseguró su segunda plaza, su mejor posición de siempre en MotoGP. Por su parte, Valentino Rossi sudó para conservar su liderato. Tras una flojísima salida, en la que se vio relegado hasta la 11ª posición, fue escalando poco a poco hasta alcanzar al grupo -salvando por el camino milagrosamente una caída- y rebasar a Pedrosa por el tercer puesto del cajón (podio 166 en MotoGP), mientras los tifosi estallaban de júbilo. Regularidad asombrosa la de Il Dottore, cinco podios en cinco carreras, aguantando el empuje de su compañero de equipo y reivindicando la extraordinaria pujanza de Yamaha.
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