Por Marcos Rivera
El gobierno de Alexis Tspiras, prometió al electorado que no cedería ante ninguna
presión por parte del Eurogrupo a acometer más reformas que pusieran de
manifiesto la ya conocida precariedad del país heleno.Pero,
los socios europeos no están dispuestos a condenar a Grecia sus desfases en gasto público
durante todos estos años y mucho menos a seguir alimentando la más que excesiva
deuda pública del país mientras ellos no aporten reformas que den estabilidad a
un país que urge de manera tediosa a sanear sus balanzas.
Cuando
el gobierno de Tspiras gano las pasadas elecciones del 25 de febrero, lo
primero que hizo fue no reconocer a la Troika como institución europea y devolver
el puesto a los miles de funcionarios que habían sido despedidos con el
anterior gobierno. Pero,
¿cómo puede asumir Grecia esta contradicción?
Primero,
no reconocer a la Troika como institución implica que no se prestara a negociar
ni mucho menos a cumplir con las reformas que esta impone. Si
no acomete las reformas, el BCE ya anuncio que no daría ni un euro a Grecia.
Grecia,
sólo puede mantener este país de la única manera que sabe, cargándolo todo al
gasto público que posteriormente envía a los mercados y financia vía compra de bonos
por parte de los inversores.
De
todos es sabido que la deuda griega no es muy atractiva que digamos, el tipo de
interés que ofrece el gobierno heleno es de los más bajos de Europa, en gran
medida gracias a las reformas que se llevaron a cabo y a la inyección del
liquides del BCE.
Pero
si Grecia deja de acometer estas reformas tan necesarias, el BCE ya ha
anunciado que no inyectara un euro más al país heleno.¿Qué
consecuencias puede traer esto?
Primero,
que Grecia dejaría de tener una gran fuente de inversión como es la del BCE.
Segundo,
los socios europeos no prestarían ni un euro a su vecino ya que sin el apoyo
del BCE, no hay garantía que se les devuelvan sus préstamos.
El
Eurogrupo está preparada para una salida eventual de grecia del euro, ya que el
efecto contagio ya no es tan fuerte como antes, en gran medida porque los
países de la periferia(España, Portugal, Italia) han cumplido con sus reformas,
y se exposición a un efecto contagio es prácticamente nula.
Tercero,
ante un escenario como este, los socios no serían tan benévolos y exigirían el
pago de sus préstamos a Grecia. Recordemos que España tiene más de 200.000
millones de euros prestados a Grecia, dinero necesario para pagar las pensiones
de un año entero.
Que
Grecia no fuera socio de la UE, solo le remitiría problemas ya que se vería sin
inyección de liquidez ni socios que les prestara dinero para sus finanzas.
Se
habló que el gobierno de Putin ofrecía a Grecia asumir la deuda completa del
país si le apoyaba en la OTAN tras el conflicto con Ucrania. Evidentemente,
esto jamás se llevó a cabo debido a que parece ser que dentro de la fantasía
surreal que tiene el gobierno de Tspiras, sopeso que negociar con Rusia no era
buena idea a largo plazo.
Otra
de las medidas que prometió Tspiras fue la de negociar una quita de duda con el
Eurogrupo. Volviendo a las líneas de más arriba, España tiene comprometido
200.000 millones de euros que no están dispuestos a perdonar.
Algo
que personalmente apoyo, ya que Grecia no es un ejemplo de gestión. Los abusos
del país deben ser pagados, ya que si se condenara una quita de deuda a Grecia,
los demás países exigirán lo mismo, provocando un desequilibrio mayor del que
ya tenemos.
Que
cada país pague su deuda, es más que inasumible, se tardarían años, pero
‘’pagar la deuda’’ es la cortina de humo que se utiliza para mantener la
estabilidad europea.
Grecia nunca ha
sido un ejemplo de gestión eficiente de sus cuentas públicas, es más, su mala
gestión que se ha caracterizado siempre por su enorme intervencionismo en la
economía. Lo curioso, es que la alternativa que pretende dar la izquierda
radical es ahondar aún en mayor medida las políticas llevadas a cabo hasta
ahora y que llevaron a la absoluta quiebra e insostenibilidad.
Y es que, el
origen de la tragedia griega, no es la austeridad del país, sino su gasto público. Grecia fue el país de
la UE que más aumentó su gasto público real (un 80% entre 1996 y 2008) y su
deuda pública (un 400% superior a sus ingresos públicos en 2011) durante los felices años de la burbuja
crediticia.
Expongo
algunas de las causas que han llevado a Grecia al desastre que es hoy:
Los
políticos griegos ocultaron
su déficit público real durante años. Cuando el nuevo gobierno de
Atenas llegó al poder en 2009, se encontró un agujero fiscal equivalente
al 14% del PIB, frente al
dato oficial del 3,7% comunicado a Bruselas.
La izquierda
carga constantemente contra los mercados, en general, y la malvada banca de inversión, en
particular, pero olvidan que su admirada Grecia recurrió a los financieros de
Wall Street para ocultar sus desastrosas cuentas públicas.
Durante años, y pese a tener un PIB per cápita muy
inferior al de España, el salario mínimo en Grecia era un 50% superior.Durante décadas, cuando un partido llegaba al poder
enchufaba a gente en el sector público a cambio de su voto, acrecentando de
forma insostenible la plantilla estatal.
El gasto en educación, sanidad y política social fue, de lejos, el que
más aumentó hasta el estallido de la crisis de deuda, superando el 31% del PIB
en 2012.
Además,
Grecia el gran referente de la izquierda radical, era el país de la UE que más
dinero destinaba a gasto militar antes de la crisis, con una media superior al
4% del PIB.El empleo
público es, sin duda, uno de los grandes paradigmas del despilfarro griego.
Durante la burbuja, Atenas ni
siquiera sabía cuántos empleados tenía en nómina: los sindicatos estimaban unos
700.000, mientras el Gobierno hablaba de 800.000.
Ganaban una
media de 1.350 euros mensuales, superando el sueldo medio existente en el
sector privado. Además de suplementos y pagas extras. Sumando todas las extras, los funcionarios de Grecia llegaron a
ganar de media más de 70.000 euros
al año frente a los 55.000 euros de Alemania.
Asimismo,
los funcionarios también disfrutaban de una pensión vitalicia de 1.000 euros mensuales para las hijas solteras de
empleados fallecidos, entre otros muchos privilegios.
Grecia
tenía cuatro veces más profesores
que Finlandia, el país que mejor nota saca en el Informe PISA de calidad
educativa, pero sólo le ha servido para estar entre los países europeos
con peor nivel en casi todas las
pruebas de Enseñanza.
Otro dato
curioso es que su Sanidad
pública era de las que más invertía en suministros, superando la media de la UE, sin que los griegos
sufrieran más enfermedades que el resto de europeos. ¿Razón? Uno de los escándalos destapados durante estos años es
que era habitual ver salir a médicos y enfermeras cargados con todo tipo de
material higiénico y sanitario.
El presupuesto del metro de Atenas rondaba los 500 millones de euros al año,
mientras que los ingresos en taquilla apenas alcanzaban los 90 millones.
Grecia también creó un comité para gestionar el Lago Kopais, a pesar de
que se secó en 1930.
Hasta el
estallido de la crisis, los griegos se podían jubilar con poco más de 61 años, cobrando casi el 96% de
su sueldo, siendo uno de los sistemas de pensiones públicas más generosos (e
insostenibles) de la UE.
Pero es que,
además, en Grecia existían cerca de 600 categorías laborales que, alegando
motivos de salud, podían optar a la jubilación
anticipada, establecida en 50 años para las mujeres y 55 para los
hombres, indistintamente de la profesión que ejercieran.
Precisamente
por ello, los griegos disfrutaban de la mayor esperanza de vida tras la jubilación, y no porque
vivieran más, sino porque se jubilaban mucho antes. En concreto, mientras la
media de la OCDE es de 18,5 años tras el retiro (en España es de 17,9), los
helenos gozaban de más de 24 años de plácida existencia tras la jubilación.
Además, el
control sobre la gestión de las pensiones era inexistente. Durante la crisis,
se han detectado miles de familias
que cobraban la jubilación años después de que fallecieran sus titulares o paro sin tener
derecho a ello.
Para llevar
ese nivel de vida, el país se financió emitiendo deuda. Grecia fue el país que más recurrió a la deuda
pública durante la
época de burbuja y, por ello, su factura anual en el pago de intereses superó,
hasta el segundo rescate a Grecia, el 12% de los ingresos públicos (en 2011,
antes del rescate alcanzó, el 17% del PIB.
Como vemos
un país que durante décadas ha despilfarrado demasiado en cosas que no
necesitaba, llevando un descontrol de las cuentas públicas y del gasto que le
han llevado a tener que pagar una deuda enorme por todos estos excesos. Pero
que no nos engañen, Grecia no tiene tanto un problema de deuda como de pago de
intereses, como hemos apuntado, antes del rescate de la troika Grecia pagaba
por su deuda un coste cercano al 17% del PIB, hoy se financia incluso más
barato que Alemania, pero el peso de la deuda es tal, que el pago se incrementa
exponencialmente a su deuda soberana.
El partido
de Alexis Tsipiras culpa a la troika de los males de Grecia cuando ha sido el
propio estado el que ha condenado al país a la quiebra técnica de sus finanzas.
La solución, tal y como propone el nuevo gobierno no pasa por incrementar el gasto público para salir de la
crisis, una medida que no haría otra cosa sino que volver a los origines que
llevaron a Grecia al desastre.
Se ve que a
los griegos eso de no cometer los mismos errores del pasado no les gusta
demasiado. Se han dejado llevar por el populismo de un partido que no hace otra
cosa que vender humo.
Grecia está
condenada a repetir el mismo error de llevar a cabo el nuevo gobierno una
subida del gasto público.
¿Será Grecia
como Napoleón y Hitler, que ambos, en tiempos de guerra, perdieron por cometer el mismo error?
Aunque
muchos dicen que es imposible, lo cierto es que, según el BCE,
Atenas posee una enorme
cartera de activos públicos, cuyo valor estimado asciende a 300.000 millones de euros, incluyendo empresas, infraestructuras, acciones,
participaciones, suelo y todo tipo de bienes inmuebles. Además, Grecia también podría
vender islas, playas, oro y hasta monumentos si es necesario con tal de cumplir
sus compromisos (, similar a lo que hizo Alemania tras la I GM, para pagar las
sanciones impuestas por Europa y EEUU) y evitar
así el riesgo de la quiebra y posible salida del euro.
Por
tanto, y a modo de conclusión, lanzo esta pregunta: ¿Le interesa a Grecia
cortar el gasto público y ser algo austeros para sanear las balanzas? Yo digo
que no. Pero tienen que hacer un tira y afloja para no decepcionar a sus
votantes. Al final, Grecia cederá a las presiones y acometerá las reformas
porque sabe que sin estas reformas y estas inyecciones de capital, el país
griego quedara en la más absoluta miseria.
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