"Cínico es aquel que conoce el precio de todo, pero no da valor a nada", Óscar Wilde
El concepto de valor a lo largo de la historia ha sido muy diferente. En la época de los romanos, antes de acuñarse la moneda, la sal era el objeto de intercambio habitual. Compartía el rol social que hoy día tiene el dinero.
En la sociedad actual, especialmente con la hegemonía del capitalismo, se tiende a asociar valor a cualquier objeto o servicio útil. La forma de expresar ese valor es el dinero. En una realidad en donde el poder hegemónico es la Economía, vamos a comprobar qué entendían ellos por dicha idea.
Adam Smith
Entendía que el trabajo era la calidad de medida exacta para cuantificar el valor. Para él, consistía en la cantidad de trabajo que uno podía recibir a cambio de su mercancía. Los bienes podían aumentar de valor, pero lo que siempre permanece invariable es el trabajo. En otras palabras, el desgaste de energía para producirlos, siendo entonces el trabajo el patrón definitivo e invariable del valor. Se trata de la teoría del valor comandado o adquirido.
Si bien no era el factor determinante de los precios, estos oscilaban hacia su precio de producción gracias al juego de la oferta y la demanda. Esto nos quiere decir que todo bien producido necesariamente contiene trabajo, este trabajo es la fuerza de los hombres que han interactuado en el proceso de producción de dicho bien, o sea que en todo bien se vende la fuerza de trabajo (de cada hombre que interactuó en el proceso de producción).
Adam Smith no logra explicar correctamente, según la teoría del valor trabajo, los conceptos de beneficio y renta. Además, la venta de la fuerza humana no era percibida por un comprador común, por lo que se torna insostenible dicha teoría, lo que lo lleva a desarrollar una segunda: Teoría de los costes de producción o "suma de costos de producción". Esta consiste en que el valor de cambio de un bien depende del gasto invertido en el mismo, tanto en la remuneración del trabajo como de las ganancias (representadas por la tasa de ganancia multiplicada por el capital invertido).
David Ricardo
En este intento por definir el significado del concepto valor, este economista inglés intentó salvar la teoría del valor por tiempo de trabajo. Para ello, sostuvo que las ganancias y las rentas eran deducciones del porcentaje destinado a salarios. Sin embargo, finalmente terminaría aceptando como "excepcional" (sin explicarla) una situación que luego se demostraría como regla: que la igualdad de las tasas de beneficio lleva a que un cambio, en el capital invertido, no reduce el porcentaje destinado a salarios, sino que aumenta el valor total del bien.
John Stuart Mill
Economista y filósofo, seguidor del utilitarismo, iniciado por Bentham. Dio por aceptada la teoría del valor como costos de producción, lo que representó el culmen de la economía política clásica; paradigma dominante hasta fines del siglo XIX. Ésta sería enfrentada por Karl Marx, en un nuevo intento de revivir la teoría del valor trabajo mediante fundamentos propios de la economía clásica (en ésta encontraría la mejor explicación de la sociedad mercantil, pero a la vez también del inevitable colapso del capitalismo).
Karl Marx
Distinta a las teorías del valor trabajo de los demás economistas, su definición forma parte de la base fundamental para entender el modo de producción capitalista. La diferencia de la teoría del valor de Marx es que aúna el carácter histórico y el social. Sólo se aplica a las economías mercantiles (la economía capitalista es un tipo de economía mercantil, por lo cual tiene lugar). El trabajo no es valor por naturaleza, es lo que produce valor exclusivamente por la organización social en el cual es empleado. Una característica intrínseca del trabajo es producir, crear, transformar, pero el hecho de que el valor de las mercancías se mida por el tiempo de trabajo empleado en ellas, se debe a la estructura social y las relaciones sociales de producción.
De aquí, parte Marx para desarrollar la Teoría Laboral del Valor (TLV):
El valor de las mercancías
Una mercancía es un objeto o servicio por cuyas características satisface necesidades, ya sean reales o imaginarias. La mercancía es el producto que solo existe en las sociedades mercantiles. En el capitalismo, por ser la economía mercantil más compleja y desarrollada, la producción se presenta como mercancía. Las sociedades mercantiles tienen como principal característica la producción, no para la satisfacción propia, sino para el intercambio. Las características de la mercancía son el valor de uso y el valor de cambio.
Valor de uso: capacidad de un objeto o servicio de satisfacer alguna necesidad. Un objeto es útil (funcional) si puede satisfacer la necesidad de alguna persona. Marx sostenía que los valores de uso producidos en el capitalismo eran valores concretos, pues responden a cualidades físicas sensibles de las mercancías, por ejemplo, las propiedades nutritivas del trigo. Sin embargo, esta individualidad y preponderancia de las cuestiones cualitativas no es la única que responde a las mercancías; por el contrario, Marx afirma que las mercancías se revisten en una doble forma; en el valor de cambio, en vez de ser la mercancía un valor concreto e individual, pasa a ser un valor abstracto y social, y aquí veremos el motivo.
Valor de cambio: que "x" cantidad de la mercancía A sea igual a "y" cantidad de la mercancía B significa que algo hace equivalentes a ambas cantidades de mercancías diferentes. Lo que las hace comparables, medibles, es la sustancia del valor. Esta hace abstracción de la utilidad de un objeto porque es una característica cuantitativa, no una cualitativa como el valor de uso. La sustancia del valor es el trabajo socialmente necesario para producir cierta cantidad de una mercancía con las condiciones medias de trabajo. La magnitud del valor es la magnitud de la sustancia del valor, que es el tiempo de trabajo invertido en la mercancía, por ejemplo: si "x" cantidad de hierro es igual a "n" cantidad de pan, es porque, el tiempo necesario para producir "n" cantidad de pan y "x" cantidad de trigo es el mismo.
El tiempo de trabajo socialmente necesario es aquel que se realiza bajo la fuerza productiva del trabajo y la intensidad del trabajo promedio. La fuerza productiva del trabajo depende de varios factores: la destreza del obrero, el desarrollo de la ciencia y sus aplicaciones tecnológicas, las condiciones naturales, etc. Por lo tanto, los valores varían según las sociedades pues dependen del desarrollo tecnológico, el desarrollo de la división del trabajo, entre otras cosas, todas determinadas por factores objetivos externos, como el clima, la posición geográfica, el acceso a los recursos, etcétera.
El valor de uso y valor se deben al carácter bifacético (dual) del trabajo. El trabajo es útil porque transforma materias primas y las convierte en cosas útiles, como convierte el hombre una semilla en un cítrico, o el mineral de hierro en utensilios y herramientas. El trabajo abstracto es el gasto de trabajo humano indiferenciado y hace que las mercancías sean comparables entre sí. El trabajo abstracto puede ser simple, es decir, no requiere ninguna destreza o conocimiento especial o complejo (que requiere un aprendizaje o práctica especial). Una cantidad de trabajo complejo equivale a una cantidad de trabajo simple mayor.
El valor de la fuerza de trabajo
En el modo de producción capitalista la fuerza de trabajo, que es la capacidad de realizar alguna actividad laboral ya sea física o intelectual, es la única propiedad de unas personas (trabajadores asalariados). Por ser la capacidad de trabajar, es una mercancía especial que solo pueden desempeñar los seres humanos.
Al igual que el valor de cualquier mercancía, el valor de la fuerza de trabajo es el tiempo de trabajo socialmente necesario para producirla. Esta se encuentra determinada por el valor de las mercancías que consume el trabajador, las mercancías que constituyen las necesidades promedio de una sociedad en una época en particular. Las necesidades van cambiando conforme cambie la sociedad por lo cual incluyen: alimentación, vivienda, transporte, entretenimiento,etc.
La teoría de Marx, sin embargo, chocaría nuevamente con el problema de la relación entre la igualación de las tasas de beneficio; así como las variaciones de los precios resultantes en relación con la proporción del capital fijo invertido, que permanecería irresuelto hasta el presente (el debate sobre su solución continúa al día de hoy entre las diferentes corrientes de economistas marxistas).
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