Vía Expansión.com
El problema de Grecia no es tanto tener mucha deuda, que también, claro, sino que su actividad productiva no tiene –ni va a tener– el músculo suficiente como para poder pagarla. Parece una perogrullada, pero no lo es: tras un lustro largo sumida en un hondón sin salida, la cuna de Europa tiene más deuda que antes, menos PIB, menos empleo y mucha más pobreza. ¡Es la economía,malakas!
Una derivada peligrosa de esta depresión de Grecia es que los países que la sostienen se juegan también unas suculentas pérdidas, en caso de quiebra total. La deuda pública griega asciende a 315.509 millones de euros, lo que equivale al 176% del PIB (en 2010 era del 130%). El 68% de esa cantidad, 215.800 millones, está en manos de los socios europeos y el FMI.
Esos adeudos tienen un vencimiento medio de 25,2 años y un interés medio del 2,4%. Además, el Banco Central de Grecia tiene una deuda de 41.700 millones con el BCE. Por tanto, los acreedores públicos copan nada menos que el 81% de la pantagruélica deuda helena (257.500 millones, en total).
Por eso, tras la victoria de Syriza en las elecciones de este domingo, el nuevo Gobierno heleno está obligado a renegociar el repago de los préstamos con sus socios de la moneda única.
De entre ellos, el más helenizado es Alemania, con una exposición total (directa e indirecta, a través del BCE) de 72.720 millones de euros, según un informe del IESEG School of Management. Esto es, el 28,3% del total. Le siguen Francia (55.209 millones) e Italia (48.380).
España es el cuarto país con un mayor volumen de préstamos a Grecia, con una exposición de 32.744 millones, más de un 3% de su propio PIB. El ministro de Economía, Luis de Guindos, cifró recientemente en 26.000 millones el valor actual de los préstamos españoles a Grecia, y por tanto su impacto.
Tras España se sitúan Holanda (15.507 millones), Bélgica (9.470), Austria (7.562) y Finlandia, uno de los países más beligerantes con la posible reestructuración de la deuda griega, aunque últimamente comienza a suavizar su postura (con 4.873 millones de euros de exposición a Grecia).
Lambros Tsourgiannis, profesor de Economía en el Instituto Tecnológico de Kavala, apunta a este diario que precisamente el gran peso que tiene la deuda griega en sus socios europeos es una baza a su favor, ya que una quiebra sería muy costosa para ellos: "El futuro económico de los países de la eurozona no está en peligro por estas elecciones, ya que una salida del euro no es un proceso fácil desde un punto de vista legal. Las desventajas de un Grexit serían mucho mayores que las ventajas, y costarían mucho dinero a todos los países europeos. Por eso no es una opción".
Pero surge otra pregunta: ¿puede Grecia pagar toda esa deuda a España, Alemania, Italia
? Costas Azariadis, profesor de Economía de la Universidad de Washington y uno de los economistas griegos más famosos, asegura a este diario que "parece casi imposible, porque las matemáticas simplemente no cuadran.
La deuda es del 176% del PIB y la renta nacional se mantiene plana". ¿Qué quiere decir esto? "Que el crecimiento del PIB debería elevarse al 4% al menos y los intereses de la deuda, bajar al 2% o menos. Un escenario harto improbable".
La gran cantidad de préstamos concedidos por países de la eurozona a Grecia es la que levantó toda la polvareda de temores y rumores sobre la posible salida del euro y sus consecuencias. No en vano, los escenarios que se abren ahora son inciertos, y dependen muy mucho de las decisiones políticas que tome el nuevo Gobierno para enmendar la economía helena.
Pago de la deuda
Un informe de AFI señalaba que si Syriza ganaba las elecciones, como finalmente ha ocurrido, lo más probable es que opte por tomar la vía de negociar sin cerrarse en banda. En ese caso, habría una posibilidad muy alta de que la eurozona flexibilice los plazos de repago de la deuda y suavice el tipo de interés al que ésta ha de devolverse. Ello desembocaría en un repunte de los mercados, casi con total probabilidad, opina esta casa de análisis.
La incertidumbre sobre el futuro de la economía griega deviene de unas cifras demoledoras. Desde 2010 el PIB griego se ha despeñado más de un 25%. La tasa de paro se acerca peligrosamente al 30% (29,2%) y entre los menores de 25 años se dispara hasta el 56%. Los ingresos medios anuales de los ciudadanos se han desplomado un tercio y las pensiones se han recortado con recurrencia.
El país lleva en deflación desde febrero (sólo por eso subió el PIB en el tercer trimestre, un 0,7%). Además la producción industrial –ya de por sí escasa en este país- se ha hundido un 30%. Y así, tantos y tantos indicadores.
Para calibrar el alcance de la depresión económica griega más allá de la frialdad de las cifras sólo hace falta darse una vuelta por un comedor social, como el del barrio de Victoria, en Atenas, donde la cola, que da la vuelta al edificio, está poblada de jóvenes de apariencia de clase media, adolescentes con mochilas y jubilados de barba larga a los que la pensión no les llega para cuchillas.
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