El asesinato de una funcionaria por un inmigrante menor ha conmocionado a Suecia, donde el viernes una horda de 'hooligans' reaccionó saliendo a las calles del centro de Estocolmo para agredir a extranjeros.
Entre 50 y 100 personas, enmascaradas o encapuchadas, se dieron cita el viernes al caer la noche en una gran plaza del centro de la capital donde, según los testigos, atacaron a "personas de apariencia extranjera" y distribuyeron un folleto en el que se pedía dar "a los niños norteafricanos el castigo que se merecen".
La policía expulsó rápidamente a los agresores pero las imágenes causaron conmoción en el país. "¿Qué pasa en Suecia?", se preguntaba el domingo el diario Expressen enumerando incidentes como los albergues incendiados o la crispación entre las diferentes comunidades.
Todos los diarios, desde la izquierda a la derecha, señalan como responsable al primer ministro socialdemócrata, Stefan Lofven, que ha caído a mínimos en los sondeos de popularidad, y le reprochan haber minimizado los efectos de la ola migratoria.
"Los que se atrevieron a poner en duda la relación entre el número de personas que llegaron y la capacidad de acogerlos bien y de integrarlos fueron acusados de pesimismo y de hacerle el juego a la extrema derecha", escribe el diario Svenska Dagbladet, quien ha defendido esta línea en los últimos meses.
En un editorial del 26 de enero, el diario de centroderecha defendió la expulsión de los delincuentes extranjeros, una propuesta consecuencia de la conmoción que provocó el asesinato de Alexandra Mezher, ocurrido el día anterior. La joven, de 22 años, fue apuñalada el pasado lunes por un adolescente de 15 años en un refugio para menores no acompañados en Molndal, en las afueras de Gotemburgo.
"Nunca hubiéramos pensado que esto sería posible en Suecia. Consideramos como responsable al Gobierno sueco y al primer ministro", dijo el tío de la víctima en una entrevista a la AFP.
El primer ministro Stefan Lofven se desplazó al lugar, pero su reacción sorprendió a los medios. "No hay una solución simple", dijo. Para el principal diario sueco, Dagens Nyheter, "Löfven no tiene nada que decir".
"El país cambió mucho"
Esta semana el Gobierno anunció que quiere expulsar a las personas cuya petición de asilo haya sido rechazada, una cifra estimada en 60.000 para 2015.
Entre 2014 y 2015, Suecia, un país en el que el 20% de sus habitantes son de origen extranjero, acogió a 250.000 migrantes, proporcionalmente más que ningún otro país de la UE.
"El país cambió mucho. Era un lugar tranquilo y ahora lo único que oímos son historias de violencia", se lamenta Eva, una jubilada residente en Boras, la localidad donde vivió Alexandra Mezher.
Según el historiador Lars Tragardh, los Demócratas de Suecia, una formación de extrema derecha que tiene representación en el Parlamento, está tomando cada vez más espacio político. El partido se ha distanciado oficialmente de los grupúsculos racistas y violentos, muy activos en los años 1990, cuando Suecia acogió a muchos refugiados de los Balcanes, pero ahora las autoridades temen su resurgimiento.
Los servicios de seguridad suecos (Säpo) sospechan que muchos grupos reclutan a los participantes entre los hinchas violentos de los clubes de fútbol.
La web Nordfront, escaparate del movimiento neonazi SMR, afirmó el viernes que "un centenar de hooligans" de los clubes AIK y Djurgarden se disponían a "hacer limpieza entre los criminales inmigrantes de África del norte".
El sábado, en una concentración contra la migración en Estocolmo, varios manifestantes llevaban banderas de clubes de fútbol.
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