Por Mati Cardeñas
Podemos considerar a España como uno de los países con más leyes de educación propuestas en menos tiempo. Desde el inicio de la democracia, hace 35 años y tras todos los gobiernos que han ido sucediendo a lo largo de los años, muchas han sido las reformas educativas propuestas y cada cual, con sus ventajas e inconvenientes.
Podemos considerar a España como uno de los países con más leyes de educación propuestas en menos tiempo. Desde el inicio de la democracia, hace 35 años y tras todos los gobiernos que han ido sucediendo a lo largo de los años, muchas han sido las reformas educativas propuestas y cada cual, con sus ventajas e inconvenientes.
A pesar de los muchos cambios, podemos decir que han sido tres leyes las que han sido consideradas el núcleo de la educación. La ley de 1970 (vigente hasta 1990), la LOGSE que derogó a la anterior y la LOE en 2006.
La Ley Wert se convierte en la primera ley educativa que propone el Partido Popular, siendo las anteriores propuestas por UCD y PSOE. Esta ley se propuso durante el mandato de José María Aznar pero nunca entró en vigor, ya que José Luis Rodríguez Zapatero la derogó por Real Decreto Ley.
Demos ahora un breve paseo por las reformas educativas más importantes del país.
En primer lugar, durante el 1970 y de la mano de Francisco Franco y UCD, se instaura la Ley General de Educación. Fue el ministro de educación José Luis Villar Palasí quien estableció la enseñanza obligatoria hasta los catorce años.
Los alumnos debían pasar ocho años de Educación General Básica, después acceder al Bachillerato Unificado Polivalente o BUP o acceder a una Formación Profesional.
De esta manera, la propuesta permitió modernizar los estamentos educativos, estableciendo unos accesos estándar para todos y todas las ciudadanas.
Diez años más tarde, en 1980, UCD lanza una reforma educativa que fue gravemente marcada por la constitución y el golpe de estado.
Fue elaborada por Adolfo Suárez en la Constitución de 1978. El PSOE la recurrió por no seguir la filosofía de la Constitución. Pero fue el golpe de estado del 23-F y la victoria del PSOE quién terminaría evitando que esta ley educativa saliera a la luz.
En 1985 y de la mano del Partido Socialista Obrero Español, nace la LODE.
Esta Ley Orgánica del Derecho a la Educación, es conocida por incorporar el sistema de colegios concertados, dando lugar a un punto intermedio entre colegios públicos y privados y dejando espacio a quiénes no se sentían identificados con ninguno de los extremos educativos.
En 1990 y nuevamente creada por el PSOE, la LOGSE pone fin a la LGE y traspasa poderes a las comunidades autónomas en materia de educación.
La Ley de Ordenación General del Sistema Educativo introdujo la escolaridad obligatoria hasta los 16 años y permitió a las CCAA redactar gran parte del contenido educativo de su actividad.
La tecnología empieza a formar parte de la educación, adaptándola a un modelo más moderno e introduce la Educación Secundaria Obligatoria o ESO.
Cinco años después, en 1995, el PSOE propone una nueva reforma educativa y crea la Ley Orgánica de la Participación, Evaluación y Gobierno de los Centros Docentes o Ley Pertierra.
Esta ley fue aprobada por los votos de PSOE, CiU y PNV, siendo PP, IU y CC quien votó en contra.
Tuvo poco tiempo de vida ya que fue rechazada por los sindicatos de profesores, porque se consideró que abriría la puerta a la privatización de la enseñanza pública.
Durante el gobierno del Partido Popular en 2002, se promulgó la Ley Orgánica de Calidad de la Educación pero nunca llegó a aplicarse.
La LOCE pretendía reformar y mejorar la educación española, pero se creó tarde y a la llegada de José Luis Rodríguez Zapatero en 2004, fue paralizada.
En 2006 y bajo el mandato del PSOE, se elabora la Ley Orgánica de Educación, publicada en el BOE en mayo de 2006 y aprobada en Congreso por mayoría, siendo los únicos que se abstuvieron, Partido Popular e Izquierda Unida.
Recordaremos esta ley por la controversia que creó en relación a incluir de forma voluntaria la asignatura de religión, pero de oferta obligatoria en centros educativos.
Se incluye Educación para la Ciudadanía y Derechos Humanos, aunque se redujeron las horas de Lengua y Literatura.
Esta ley fue muy criticada ya que se redujo la exigencia al alumnado, permitiendo pasar de curso con alguna materia suspendida. El PP expuso que Educación para la Ciudadanía suponía la incursión del Estado, adoctrinando la razón de los estudiantes.
Por último y siendo la ley educativa vigente actualmente, en 2013 y de la mano del PP, llegó la LOMCE o Ley Wert (dando nombre al ministro de educación).
Esta ley ha sido sin duda, la más polémica ya que tuvo una muy amplia oposición. Se propuso para reformar la LOE y la LOGSE, dos leyes socialistas a las que el PP se opuso.
Muchas personas pidieron la dimisión de Wert y la Ley fue calificada de sectaria, discriminatoria y retrógrada, por dar validez académica a la asignatura de Religión, recuperando las reválidas, recortando las becas universitarias y estableciendo concierto con colegios que separan a los alumnos y alumnas por sexo.
Todos los grupos políticos se han alzado en contra de esta última reforma y cientos o miles de manifestaciones se han convocado a razón de esta ley, por no hablar de huelgas generales.
Pero, ¿cómo afecta a las alumnas y alumnos estos cambios? ¿Es posible terminar los estudios con grandes capacidades si están sometidos y sometidas al cambio constante?
Cuando se llevan a cabo elecciones y, como ha sido en las últimas, hace tan sólo unos días, revisamos los programas electorales de los candidatos a gobernar el país con la esperanza y la fe de sentirnos identificados. De sentir que nuestras necesidades van a ser cubiertas por el o la candidata que escogemos. Que, por fin, vamos a tener pensiones para nuestros mayores, que nuestros hijos y amigos e incluso nosotros mismos, vamos a poder seguir estudiando, que a nuestros padres les van a reducir la edad de jubilación, entre otras muchas cosas.
Pero lo que me sorprende, a nivel personal, es que la mayoría de las personas que conversan sobre política en los días previos a las elecciones o durante la jornada de reflexión, no pone en palabras la necesidad de una ley educativa de sentido común. Y lo mejor, o lo peor de todo esto, es que todos los ciudadanos y ciudadanas de España, tenemos a alguna persona escolarizada, a un niño o una niña que va a escuela y que está creciendo y aprendiendo para tener un futuro mucho mejor. Y la educación sigue siendo un tema tabú en la calle, por ignorancia o desconocimiento, o simplemente por no querer hablar.
Uno de los problemas con los que nos encontramos es que el rol del profesor o profesora ha cambiado desde nuestros abuelos. Una o un docente no debe limitarse a enseñar una asignatura, debe interactuar con el alumnado, dejándoles ser creativos y convirtiendo las clases magistrales en clases divertidas y didácticas. La letra no siempre con sangre entra.
Si las reformas educativas se rigen por las calificaciones cerradas y estándares, no podremos nunca dar lugar a una escuela colaborativa, donde el profesor se recicle de forma constante, aprenda él también métodos nuevos para poder enseñarlos a sus alumnos y alumnas.
Por otra parte, España necesita una escuela donde se aprendan competencias como el trabajo en equipo, la empatía, la asertividad, el liderazgo positivo y, en general, todas las habilidades sociales que, actualmente vemos que los jóvenes dejaron para Septiembre.
Para concluir, quería hacer una aportación personal, referir una anécdota que leí hace tiempo en un diario. Un joven de 22 años acudió a la Selectividad durante la anterior ley educativa. Sí, aquella olvidada en la que todavía un 5 era aprobado y un 10 era un sobresaliente.
Suspendió y tuvo que presentarse el año siguiente, preparándose él mismo los exámenes, con tan mala suerte que Bolonia o la nueva ley educativa, ya estaba en vigor.
La ansiedad, el estrés y el malestar que supuso para este joven fue inexplicable. Se sintió desprotegido, perdido y solo entre un mar de nuevos programas.
¿Realmente es necesario hacer tantos cambios educativos? ¿No sería mucho más fácil crear una ley en la que pudieran converger todas las ideologías políticas de España?
¿Por qué no dejamos de pelear al llegar al Gobierno y derogar tantas leyes y crear otras tantas?
¿Cómo vamos a conseguir que la infancia y la juventud española lleguen a desarrollar sus capacidades si nos limitamos a cambiar la ley educativa cada gobierno?
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