miércoles, 11 de noviembre de 2015

Artículo de Economía: ¿Hay recuperación económica?

Por Marcos Rivera

La débil recuperación económica en Estados Unidos y el todavía más débil desempeño en gran parte de Europa han renovado los llamados para poner fin a la austeridad presupuestaria y regresar a mayores déficits fiscales. Curiosamente, ese pedido de mayor expansión fiscal no ofrece ninguna prueba de que los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) que optaron por un mayor estímulo presupuestario hayan tenido mejores resultados que los que se inclinaron por una mayor austeridad. Del mismo modo, en el contexto estadounidense, no hay evidencia de que en los déficits presupuestarios de EE.UU. en el pasado (un promedio de 9% entre 2009 y 2011) hayan ayudado a promover la recuperación económica.

La economía americana se encamina hacia la primera subida de tipos de interés en una década. La creación de 271.000 empleos el pasado mes de octubre, 87.000 más de lo previsto, confirma la fortaleza de Estados Unidos. El desempleo es la principal variable tenida en cuenta por la Reserva Federal (Fed) para tomar sus decisiones. Además, los salarios se incrementan a un ritmo superior al 2 por ciento, otro signo del buen momento que atraviesa.

Dos casos europeos interesantes son los de Alemania y Suecia, cada uno de los cuales se movió hacia un equilibrio presupuestario entre 2009 y 2011, al tiempo que mantenían un crecimiento comparativamente fuerte; la tasa promedio del crecimiento anual del PIB real para 2010 y 2011 fue de 3,6% para Alemania y de 4,9% para Suecia. Si la austeridad es tan terrible, ¿cómo es que a estos dos países les ha ido tan bien?

Los países de la OCDE más claramente en o cerca de una nueva recesión (Grecia, Portugal, Italia, España y tal vez Irlanda y Holanda) se encuentran entre aquellos con déficits fiscales relativamente grandes. La media de los déficits fiscales para esos seis países en 2010 y 2011 fue de 7,9% del PIB. Por supuesto, parte de ese patrón refleja un efecto positivo del débil crecimiento económico sobre los déficits, en lugar de a la inversa. Sin embargo, no hay nada en los datos de la OCDE desde 2009 en general que apoye la visión keynesiana de que la expansión fiscal haya promovido el crecimiento económico.

Desde el verano han surgido muchas dudas sobre la recuperación. El FMI redujo la tasa de crecimiento prevista a nivel global el próximo año al 3 por ciento, la línea fronteriza para distinguir cuando el planeta está en fase expansiva o en recesión. Las principales incertidumbres provenían de China, que en agosto devaluó precipitadamente su moneda para sostener la actividad.

Pero los últimos datos provenientes del gigante asiático apuntan a que mantendrá una velocidad de crucero adecuada. Pekín reconocía la semana pasada que será imposible alcanzar el 7 por ciento previsto para este año y el que viene, pero si­ el 6,5 por ciento, medio punto porcentual menos.

Las únicas dudas que permanecen es que hará la Fed si la actividad en Estados Unidos vuelve a debilitarse.

En Estados Unidos, el crecimiento se redujo al 1,5 por ciento en el último trimestre, lo que volvía a sembrar la inquietud sobre la debilidad de la recuperación. Finalmente, parece que todo se debía a que las empresas utilizaron sus inventarios para limpiar los stocks de productos ante el temor de que flojeara la demanda.

China y Estados Unidos representan alrededor del 40 por ciento del PIB mundial, es decir, casi la mitad de la actividad de todo el planeta Tierra provienen de estos dos grandes países. 

Europa representa otro 20 por ciento de esa tarta y, por tanto, su evolución es clave. El problema es que mientras el resto del mundo despierta, el Viejo Continente continúa tambaleante. Este año, la Europa del euro crecerá alrededor de un punto porcentual, muy por debajo de la previsión inicial. El presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, se dispone a ampliar la inyección monetaria este mismo mes de diciembre, según anuncio hace un par de semanas.

Al finalizar 2015, la UE se va a encontrar con que, desde 2011, ha necesitado dos unidades de deuda total adicional para crear una unidad de PIB.

El reto de Draghi ahora es mostrar que el mecanismo de transmisión de crédito funciona y que no se culpa a “que no fluye el crédito” la falta de crecimiento. Ya se ha generado una mejora sustancial de los diferenciales entre el coste de deuda para los estados y las empresas, sobre todo las pymes.

Adicionalmente, se ha moderado el efecto acaparador del crédito ('crowding out') que hacía que el crédito fluyese hacia las administraciones públicas en condiciones excepcionales mientras caía cada año para empresas y familias.

La Reserva Federal tuvo que inyectar alrededor de 2,5 billones para sacar del letargo a Estados Unidos. Las medidas de estímulo del BCE ascienden hasta ahora a un billón de euros, alrededor de 1,2 billones de dólares.

Teniendo en cuenta que el tamaño de la economía europea y americana es muy parecido, se espera que Draghi doble los estímulos y alargue el periodo hasta finales de 2018. Estaba previsto que finalizara en septiembre del próximo año.

¿Cómo afectara esto a nuestros bolsillos? 
Los tipos de interés seguirán próximos a cero durante mucho tiempo, para intentar que los europeos en lugar de ahorrar destinemos ese dinero al consumo.

El BCE detecta ya un incremento de la actividad crediticia y quiere que esta se incremente significativamente en los próximos meses. Si mejora el consumo, tirará del resto de la economía.

Por su parte, El ministro de Economía, Luis De Guindos, se ha mostrado este viernes "convencido" de que "por fin" España va a dejar atrás la crisis "más dolorosa y larga de su historia" ya que, según ha indicado, así­ lo demuestran los datos económicos.

Asimismo, ha manifestado que uno de los motores de la economía española es que sea competitiva y, en este sentido, ha subrayado que el país va a tener "el mayor superávit de su historia en términos de balance de pagos" que llegaran hasta un 2%. Asimismo, ha destacado el crecimiento de las exportaciones y la reactivación del sistema financiero.

De momento, todo está pendiente de las elecciones del próximo 20-D. Si logramos un Gobierno estable que continúe con el ritmo de las reformas, el círculo virtuoso por el que atraviesa la economía España puede prolongarse durante los próximos años, hasta borrar las secuelas de la crisis.

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