La Selva Amazónica es la selva más grande del planeta. Cubre aproximadamente el 40% del territorio sudamericano, extendiéndose por nueve países y siendo los pulmones de gran parte del continente, e incluso del mundo.
Un porcentaje importante del ciclo del carbono, crucial para la supervivencia del planeta y del clima, se produce en la Amazonia, siendo conocida como “Los pulmones de la Tierra”. La gran extensión de esta selva permite que sea una rica fuente de biodiversidad, albergando un cuarto de todas las especies terrestres. A su extensión, hay que añadirle la presencia del segundo río más largo del mundo, el Río Amazonas, con 6.400 km. En su cuenca más de 30 millones de personas viven distribuidas a lo largo de todo su recorrido, en países como Brasil, Bolivia, Perú o Ecuador.
La vegetación tropical alrededor del mundo atrapa cerca de 200.000 millones de toneladas de carbono al año. De ellas, 70.000 millones son procesadas por los árboles amazónicos. Así pues, cuanta mayor deforestación, mayor cantidad de carbono se convierte en dióxido de carbono, como consecuencia, menor capacidad de absorción por parte de los árboles, puesto que hay un menor número de árboles, y por tanto mayor dióxido de carbono en la atmósfera del planeta.
Deforestación para satisfacer las necesidades actuales
Hoy en día, la calidad de vida y las necesidades van cambiando y evolucionando a la par que el desarrollo del planeta. Estas necesidades de la población provocan que cada vez se necesite más territorio en el cual poder desarrollar las actividades económicas que sustentan a cada país. En este caso, en Brasil, actividades como la agricultura o la ganadería precisan de más territorio, provocando la tala de árboles de la selva amazónica en muchas de sus zonas.
Pero, ¿qué es lo que ocurre cuando esta tala se convierte en una tala masiva? A la selva amazónica se le denomina “los pulmones de la Tierra” por una razón: la Amazonia juega un papel muy importante en la regulación del dióxido de carbono en la atmósfera, por lo que la deforestación tiene un impacto directo en el cambio climático.
La deforestación de la Amazonia aumentó casi un 100% sólo entre agosto de 2012 y junio de 2013, según los datos del IMAZON (Instituto del Hombre y Medio Ambiente de la Amazonia). Aunque Brasil fue uno de los países que redujo el número de kilómetros cuadrados devastados por la deforestación (de los 29.059 km2 de 1995 a 4.571 km2 en 2012), lo cierto es que el país vive unos años de tensiones políticas y sociales en cuanto a este asunto, debido a la aprobación de una nueva ley que más adelante comentaremos.
Consecuencias de la Deforestación en el Amazonas
La deforestación de gran magnitud comienza a partir de los años 60. La deforestación masiva comienza con la construcción y asentamientos alrededor de Belem-Brasilia. Posteriormente, en los años 70; gran parte de las regiones como Maranhāo, Pará y Goias; van a convertirse en las zonas más afectadas. Para este tiempo la construcción de carreteras y la deforestación iban de la mano, pero no es hasta 1987 que se desarrolla la peor época de deforestación en la Amazonia.
El tamaño y la rapidez de la deforestación amazónica ha sido de tal magnitud que ha llamado la atención de la opinión pública mundial, no sólo sobre los efectos locales, mas también sobre aquellas consecuencias globales. Entre las consecuencias de la deforestación cabe destacar su contribución al efecto invernadero, al cambio en el régimen de precipitaciones, la pérdida de biodiversidad y sus efectos sobre las poblaciones locales. A continuación se presentan más explícitas:
Emisión de CO2: Los estudios calculan una aproximación de la cantidad lanzada de este gas anualmente. Se estima que la emisión anual de carbono por deforestación en Brasil puede variar entre un mínimo de 1,6 y un máximo de 11,0 toneladas. Si le sumamos a esto la cantidad de carbono procedente de combustibles fósiles, el resultado ronda entre las 2,3 y 11,7 toneladas por brasileño (equivale a dos norteamericanos).
Repercusión sobre las precipitaciones: Del total de precipitaciones de la región, un 50% vuelve a la atmósfera en forma de vapor de agua a través de la evapotranspiración; lo que muestra la dependencia que el actual equilibrio hídrico tiene sobre la propia selva. Alteraciones en la cobertura vegetal llevarán a alteraciones en el balance de energía, aumentando el agua conducida al océano y disminuyendo la humedad relativa. El 54% de los suelos amazónicos tienen déficit de humedad, las regiones más agredidas tienen un régimen de precipitaciones por debajo de 2000 mm anuales. Así aumentan, considerablemente, las posibilidades de erosión acelerada y desertización de grandes zonas.
Pérdida de biodiversidad: Ésta opera más allá de la superficie deforestada, penetrando varios kilómetros en la selva contigua a la superficie talada. En un primer momento desaparecen los animales que ocupan un gran territorio como los felinos y monos, pero también afecta a los insectos, y esto afecta a todas las plantas que dependen de estos animales para varios procesos naturales como la polinización; y así sucesivamente. Además, en las selvas tropicales abundan los caso de endemismo, por eso la destrucción de un área selvática contribuye a la desaparición de especies que no se encuentran en ninguna otra parte del mundo.
Consecuencias sociales: No podemos negar que todas las consecuencias mencionadas anteriormente tienen un impacto sobre los seres humanos, pero la población en sí también trae sus consecuencias. Una de ellas es que las poblaciones indígenas se han visto invadidas por buscadores de oro, madereros, colonos y ganaderos. Dentro de esto cabe recalcar que los colones se han visto expuestos a una serie de virus que hasta entonces existían en el cielo selvático con un impacto mínimo sobre el hombre. Esto provoca que una serie de enfermedades cambia de forma selvática a endémica, aumentando la difusión de enfermedades como la malaria.
En definitiva, es nuestro deber y responsabilidad cuidad del principal filtro de dióxido de carbono del plantea. En nuestras manos está, como especie, el cuidar del mundo en donde vivimos.
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