Messi no marcó pero lideró la goleada con un gran partido. Paraguay despertó por momentos los fantasmas de la primera fase con el gol de Barrios. Argentina recuperó la efectividad ausente durante todo el torneo.
Argentina se jugará el título de la Copa América con Chile el próximo sábado. La albiceleste arrolló a una luchadora Paraguay a base de goles. Recuperó su pegada y se dio un festín con los goles de Rojo, Pastore, el 'doblete' de Di María, el tanto del 'Kun' y el último de Higuaín, que cerraba una goleada escandalosa.
"Tenemos problemas de finalización", decía el 'Tata' Martino en la previa. Argentina transitó por esta Copa América con tramos de buen fútbol pero con escasa efectividad. En su reencuentro con Paraguay fue justamente lo contrario. Jugando peor que otras veces, la albiceleste marcó todo lo que le faltó en los cuatro partidos anteriores.
Rojo disipó las dudas iniciales en un balón suelto a la salida de una falta al cuarto de hora. Doce minutos más tarde, Messi encontró a Pastore -su mejore socio en este torneo- y el del PSG soltó un latigazo cruzado para dejar a Paraguay al borde del K.O.
Las lesiones de Derlis González y Santa Cruz en cuestión de minutos parecían condenar a la albirroja a 90 minutos de sufrimiento. Sin embargo, un desajuste en Argentina mientras Otamendirifaba un balón desde la banda recuperó los fantasmas de la primera fase. De nuevo apareció Lucas Barrios para fusilar a Romero y recuperar la ilusión de una selección que ya comenzaba a dar la final por imposible.
Poco duró la inquebrantable fe del combinado paraguayo. Lo que tardó en aparecer Pastore. A falta de la mejor versión de Messi, Argentina se agarró a la inspiración del mediapunta del PSG. Anotó el 2-0 y regaló a Di María el tercero nada más iniciarse la segunda parte.
Casi de inmediato, surgió la inspiración del más grande para echar el cierre al choque. Messi sorteó defensas para regalar a Pastore el cuarto. El mediapunta erró en el mano a mano pero el rechace le cayó a Di María, que volvió a agradecer el inesperado obsequio. El 'fideo' correspondió con un servicio perfecto para el cabezazo certero de Agüero e Higuaín se sumó poco después a la fiesta.
Messi tira de repertorio
Mientras sucedía todo eso, Messi ya había iniciado su recital. El capitán se soltó y las ocasiones cayeron por su propio peso. Ese que el mejor jugador del mundo pone sobre una balanza que, cuando él entra en juego, siempre se decanta del mismo lado. No es el del Barça, no marca con asiduidad y le pegan de lo lindo, pero él consigue desequilibrar a su manera. Tres de los cuatro goles nacieron de sus botas.
Y bajo su liderazgo incuestionable Argentina ya está en otra final, la segunda en dos años. Esta vez, para cambiar el final, deberá superar el factor ambiental y a una Chile hambrienta. Pero Messi también viene con apetito, y el argentino es insaciable.
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