martes, 9 de junio de 2015

Quemarse por el trabajo, el síndrome de burnout

Por Beatriz Camacho

¿Alguna vez has sentido que eres incapaz de hacer tu trabajo, que todo te supera o que no valoran tu esfuerzo? Todos hemos sentido estrés relacionado con el ámbito laboral en alguna ocasión. Tener un bajo sueldo, sobrecarga laboral, pocas oportunidades de promoción o tareas monótonas que no suponen un reto, entre otras, son circunstancias muy comunes de estrés laboral. Pero cuando el estrés se vuelve crónico puede ser perjudicial para nuestra salud física y emocional. 


El síndrome de quemarse por el trabajo, conocido como burnout, es un tipo de estrés laboral crónico muy habitual en los profesionales que mantienen una relación constante y directa con otras personas. El término burnout significa estar cansado, agotado y perder la ilusión por el trabajo. Este síndrome se basa en agotamiento emocional (desgaste, fatiga), despersonalización (irritabilidad, pérdida de motivación) y falta de realización profesional (evaluaciones negativas hacia sí mismo y su capacidad de trabajo). Afecta frecuentemente a las personas que trabajan de alguna forma para ayudar a los demás como, por ejemplo, profesionales de la salud, docentes o personal de atención al cliente.

El síndrome de burnout constituye un problema cada vez mayor y de gran relevancia en nuestros días, con repercusiones realmente importantes. No obstante, no existen estadísticas confiables sobre esta patología, aunque se calcula que una tercera parte de las bajas laborales entre los profesionales de la sanidad y los docentes se deben a ella. Además, es más común en mujeres.

Cómo surge el síndrome de burnout

Las causas históricas propuestas para la aparición del síndrome han sido el aburrimiento y el estrés, la crisis en el desarrollo profesional, las pobres condiciones económicas, la sobrecarga de trabajo y la falta de estimulación. Pero en la actualidad se propone que la mayoría de los profesionales inician sus carreras pensando en los beneficios económicos y en las expectativas de desarrollo profesional y de éxito en su trabajo. Si las expectativas sobre su capacidad para lograr el bienestar de los que solicitan su ayuda no son realistas pueden ser difíciles de alcanzar y llevarán a la sensación de fracaso como profesionales. 

Los posibles desencadenantes del síndrome de quemarse por el trabajo podrían ser los siguientes:
  • Personalidad. Las personas con sensibilidad emocional alta, necesidad de los otros, dedicación al trabajo, idealismo, personalidad ansiosa y elevada autoexigencia son más propensas a desarrollar un burnout.
  • Estado civil. Los solteros o sin pareja estable son más vulnerables, mientras que tener hijos favorece la defensa contra el síndrome.
  • Sobrecarga laboral. Reducir la plantilla delegando a una persona responsabilidades que antes eran repartidas entre varios empleados, limitar el tiempo de descanso, aumentar la carga mental y de la complejidad del trabajo (trabajador versátil) o no sustituir a un trabajador de baja, cargando a sus compañeros sus tareas.
  • Falta de control sobre el propio trabajo. Muchas personas trabajan en puestos que no cubren sus expectativas ni se ajustan a su formación, lo que genera insatisfacción, o sienten que solo son herramientas de la empresa o que el control es absoluto de los jefes y no pueden trabajar con naturalidad y creatividad.
  • Ausencia de reconocimiento profesional. El feedback (retroalimentación) recibido por los jefes es tan limitado que transmiten poco interés en el esfuerzo de los trabajadores.
  • Ruptura del sentimiento de comunidad. La pérdida de solidaridad, fraternidad, igualdad y reciprocidad en las relaciones con los compañeros llevan a sentimientos de aislamiento.
  • Falta de integridad y honradez en la organización. La desconfianza entre compañeros dificulta las relaciones. Al igual que la falta de respeto a la dignidad del trabajador por parte de la empresa deriva en un intento del trabajador por inmunizarse que puede acabar en la presencia del burnout.
  • Conflicto con los valores personales. Desarrollar conductas para obtener los objetivos empresariales en contra de las personas que trabajan en la organización conlleva sentimientos de contradicción e incoherencia con la propia filosofía y valores personales.
El síndrome de burnout cuenta con cuatro etapas por las que pasa el trabajador:
  1. Entusiasmo. La persona tiene elevadas expectativas, energía desbordante y carencia de la noción de límite.
  2. Estancamiento. Aparece al no cumplirse las expectativas originales.
  3. Frustración. Surgen los problemas emocionales, físicos y conductuales. Es la fase central del síndrome.
  4.  Apatía. Constituye el mecanismo de defensa de la persona ante la frustración. 
Síntomas más comunes

Los trabajadores afectados por el síndrome de quemarse por el trabajo padecen un estrés avanzado y un desgaste que les hace sentir exhaustos continuamente ante las demandas de su trabajo porque las perciben como excesivas y sienten que no pueden desempeñarse de forma eficaz. Sienten que “están acabados” profesionalmente, que “no pueden enfrentarse” emocionalmente a nada y creen que son culpables por no hacer bien su trabajo. Sufren agotamiento emocional o esa sensación de “no poder más” y están abrumados por una cantidad de trabajo insoportable.

El burnout también se caracteriza por agotamiento físico al final del día, fatiga al levantarse por la mañana y dificultades para enfrentarse a la nueva jornada laboral. No pueden con los problemas, sienten pasividad o se paralizan ante ellos, “todo les supera” y aparecen las sensaciones de “estar quemado” del propio trabajo, de frustración continua y de tener baja influencia o no poder hacer nada por ayudar a los demás. Asimismo surge pasotismo o apatía hacia las necesidades de los demás y desapego afectivo hacia la gente con la que trabaja, relaciones conflictivas, endurecimiento emocional con compañeros, familiares o amigos e incluso agobio por tener que trabajar con personas.

Podríamos agrupar los síntomas característicos de este síndrome de la siguiente manera:
  • Físicos: cansancio, fatiga, dolor de cabeza, molestias y dolores musculares, insomnio, úlceras y/o desórdenes gastrointestinales.
  • Cognitivos: Baja autoestima, baja realización profesional, sentimientos de impotencia para el desempeño profesional o sensación de fracaso profesional. Por ejemplo, sentir que no valoran tu trabajo, ser incapaz de realizar las tareas o pensar que no puedes abarcarlo todo. Verlo todo mal, que todo se hace una montaña o sentir que no mejora y que el trabajo no vale la pena.
  • Afectivo-emocionales: nerviosismo, irritabilidad y mal humor, disgusto y enfado, frustración, agresividad, desencanto, aburrimiento, agobio, tristeza y depresión, desgaste emocional, angustia, ansiedad generalizada y focalizada en el trabajo, distanciamiento afectivo y sentimientos de culpa.
  • Conductuales: apatía, irresponsabilidad. Escaquearse, quejarse, estar harto o pasar de todo. Absentismo laboral, no colaborar o disminuir la calidad del servicio prestado, contestar mal o gritar con frecuencia y tener relaciones distantes, frías o conflictivas con los demás.
Las consecuencias de padecer este estrés laboral crónico pueden ser problemas de salud tanto fisiológicos como psicológicos, separaciones o divorcios, absentismo, rotación no deseada, sabotajes, accidentes laborales, abandono o incluso suicidio.

Cómo perciben los demás a una persona que sufre burnout

Cuando alguien padece este síndrome siente que ha perdido su entusiasmo por un trabajo que antes amaba, se ve sobrecargado, abrumado, desbordado de tareas. Se siente frustrado porque no puede trabajar bien ni obtener la gratificación personal que antes recibía al hacer su trabajo. Tiene miedo al pensar que su carrera profesional está acabada. 

Pero, ¿qué piensas los demás? Desde el exterior perciben a estas personas como trabajadores débiles, a los que les falta fortaleza o resistencia física o psíquica para hacer su trabajo. Consideran que no han sabido sobrevivir a las demandas del mundo laboral y que han sucumbido a la selección natural, que elimina a los menos dotados o capacitados. También son vistos como trabajadores con expectativas irrazonables o planteamiento utópicos sobre el trabajo, como quejicas que se suman a la moda del burnout, como personas con problemas de personalidad que manifiestan sus problemas en el ámbito laboral o que tienen problemas familiares importantes que repercuten en su trabajo.

El apoyo social como factor protector

Cualquier situación molesta en el trabajo puede ser estresante y desencadenante de una serie de alteraciones que pueden acabar en un síndrome de burnout. Gran parte de las causas que producen el estrés laboral derivan del funcionamiento organizacional y del equipo usado y terminan con el aumento de las tasas de accidentabilidad, morbilidad, ausentismo laboral o número de incapacidades claramente ligadas a las condiciones en que se desarrolla el trabajo. Si además sumamos la falta de apoyo social, las respuestas negativas que la persona genera ante los estresores pueden repercutir en su salud y bienestar y generar este síndrome. 

El apoyo social desempeña un papel importante en la salud y el bienestar de las personas. Contar con el apoyo de los compañeros, los supervisores o los directivos, así como de la pareja, los amigos, los familiares o los hijos, puede reducir los sentimientos de quemarse por el trabajo. Las organizaciones deben preocuparse e interesarse por la mejora de la calidad de vida de sus trabajadores, sobre todo su salud y bienestar, ya que las consecuencias de su disminución repercuten en la persona, en la organización y en la sociedad en general. 

A nivel individual, el empleo de estrategias de afrontamiento, de control o centradas en el problema, previene el desarrollo del síndrome de quemarse en el trabajo. En cambio, las estrategias de evitación o de escape facilitan su aparición. A nivel grupal e interpersonal, se recomiendan estrategias para fomentar el apoyo social por parte de los compañeros y los supervisores mediante el apoyo emocional y una evaluación periódica de los profesionales junto a un feedback sobre su desempeño. 

Por último, a nivel organizacional, la dirección debe diseñar programas de prevención para mejorar el ambiente y el clima laboral. Se suelen proponer programas de socialización anticipatorios con el objetivo de acercar al nuevo personal a la realidad laboral y evitar el choque con sus expectativas, así como para desarrollar procesos de retroalimentación sobre el desempeño de roles entre el trabajador, el grupo y la organización. 
Trabajar para fortalecer las redes sociales de apoyo en la organización y en la vida extralaboral puede ser una de las medidas más efectivas para formar a la persona como un profesional con sentido de servicio y satisfecho de sí mismo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario