Jarro de agua fría sobre el optimismo que reina en Alemania. La primera economía de la zona euro creció entre enero y marzo un 0,3%, un porcentaje sensiblemente inferior al 0,7% registrado en el último trimestre de 2014 y al 0,5% que los analistas esperaban.
El Producto Interior Bruto (PIB) de la zona euro aumentó en el mismo periodo un 0,4%, una décima más que en el trimestre anterior, según la primera estimación publicada por Eurostat. Este ligero repunte se explica por el efecto conjunto de la sorpresa positiva que ha dado Francia al crecer un 0,6%, la tasa más alta de los dos últimos años, y el frenazo alemán. Pese a todo, la economía de la eurozona ha superado en el primer trimestre el ritmo de otras grandes economías como EE UU (+0,1%) y Reino Unido (+0,3%).
La economía española crece un 0,9% y se mantiene a la cabeza entre los grandes países de la eurozona. El 0,9% entre enero y marzo supone un repunte de dos décimas respecto al trimestre anterior.
El principal motivo para la ralentización alemana ha sido el tradicional motor de su economía: el comercio exterior, que se ve perjudicado por las dificultades de terceros países, como Rusia, Brasil o China. “Al principio del año 2015 aumentaron las exportaciones de bienes y servicios respecto a los últimos meses del año anterior. Pero las importaciones aumentaron con mucha más fuerza”, asegura la Agencia Federal de Estadística.
El motor del crecimiento de la economía alemana procede ahora de la demanda interna, tanto de las familias como del Estado. “La debilidad del comercio internacional está afectando a la industria alemana. Si los consumidores también empiezan ahora a reducir su consumo, el crecimiento económico global se verá afectado rápidamente”, señala a la agencia Reuters Thomas Gitzel, economista jefe de VP Bank.
“La ralentización alemana ha ocurrido antes de lo que esperábamos. Refleja la debilidad de la demanda externa procedente de EE UU y de algunas partes de Asia”, señalan los analistas de Barclays. La sorpresa negativa de este primer trimestre lleva a los economistas de este banco a rebajar su previsión de crecimiento para este año a un 1,5%. El Gobierno mantiene por ahora su pronóstico del 1,8%.
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