Vía El País
La visita del primer ministro griego Alexis Tsipras a Moscú pone este miércoles a prueba la solidez de la posición europea ante la política del presidente Vladímir Putin en Ucrania. Los representantes rusos han indicado que están dispuestos a tentar a Grecia, por medio de una ayuda, un privilegio o un beneficio económico, cuyas magnitudes y formas dependerán de las contrapartidas que Atenas ofrezca al Kremlin.
En su estrategia hacia la UE, Rusia trata de ahondar la fisura interna existente entre los países más convencidos de la necesidad de sanciones y los que desearían deslindar las relaciones económicas de las consecuencias de la anexión de Crimea y de la responsabilidad rusa por la violencia en la cuenca de Donbás.
El ministro de Agricultura de Rusia, Nikolái Fiódorov, ha dicho que el Gobierno puede examinar la supresión de sanciones al sector alimenticio para “algunos países” de la UE, como son Grecia, Hungría y Chipre, según informó martes la agencia oficial Tass. “En el gobierno podemos tener propuestas valorando en conjunto las relaciones de Rusia con países concretos y puede haber propuestas para sacar a algunos países de la lista”, dijo el ministro refiriéndose a la posibilidad de modificar la lista de países afectados por el decreto presidencial que prohibió las importaciones agrícolas de la UE.
Según Fiódorov, el gobierno ruso ha debatido iniciativas “procedentes de varios países para abolir el régimen de sanciones” y precisó que se trataba de “Grecia, Hungría y Chipre”. Añadió, no obstante, que consideraba poco probable que se decida sobre el tema en las conversaciones con el dirigente heleno. A mediados de marzo, Fiódorov había dicho que su departamento elabora distintas opciones de “respuesta civilizada” a la “petición de algunos países europeos de exportar mercancías agrícolas a Rusia”. Son posibles “varias variantes”, puntualizó.
El “veto” en las decisiones internas de la UE es la pieza más codiciada en la lista de contrapartidas que Moscú quisiera cobrar a cambio de la luz verde a la importación agrícola. Es decir, Moscú desearía que Atenas (y otros países algunos de cuyos representantes se solidarizan con Moscú entre bastidores y sin testigos) no se limite a las críticas retóricas a la política de Bruselas, sino que utilice su derecho de veto para romper el frente europeo ante la política rusa.
Tsipras es el dirigente que va a la “vanguardia” del grupo de siete países que “se declaran activamente a favor de la abolición de las sanciones” en relación a Rusia, según comentaba Alexandr Gúsev, el director del instituto de planificación estratégica y pronósticos a la emisora Kommersant.fm. La lista de Estados sensibles ante Moscú incluía, según Gúsev a Austria, Hungría, Italia, España y Chipre. Explicaba el politólogo que Rusia podría permitir la importación de frutas, verduras y quesos curados de Grecia. Moscú, señalaba, daría “ciertos pasos” a cambio de que se levante “cierta parte del embargo”.
Rusia está interesada en la privatización de activos griegos, en el sistema de transporte de gas de Grecia y en dos puertos, señalaba Gúsev. Además, Moscú podría hacerle rebajas al precio del gas ruso, ayudarla económicamente y darle preferencias, pero “Grecia debe hacer concesiones”. Según Gúsev, en Europa “aumenta la comprensión de que las sanciones contra Rusia “carecen de perspectivas”. Grecia, señalaba, perdió en 2014 unos 7.500 millones de euros debido a las sanciones, lo que no puede “dejar indiferentes a los griegos teniendo en cuenta que la deuda estatal de aquel país supera los 322.000 millones de euros”.
Los portavoces rusos subrayan las pérdidas sufridas por los productores europeos, pero las contra sanciones rusas son un arma de doble filo, porque han encarecido sustancialmente la cesta de la compra del ciudadano ruso de a pie. Rusia no en disposición de producir por si misma de forma acelerada las frutas y hortalizas que ha dejado de importar y las importaciones sustitutivas, procedentes de otros países, a veces lejanos, son más caras que las europeas. Además, por distintos caminos llegan a Rusia frutas y verduras de la UE, como comprueba el Servicio Federal de Seguridad, el heredero de la poderosa KGB, que ahora inspecciona mercados en provincias. “En el mercado de Zajárov de Kaliningrado han sido descubiertas verduras y frutas de los países de la Unión Europea. Sobre esto informaron a TASS hoy en el servicio de prensa de la dirección regional del Servicio Federal de Seguridad de la Federación Rusa”, señala una nota de la agencia oficial rusa del 7 de abril.
En el Kremlin no excluyen que en las conversaciones entre Putin y Tsipras se aborde el tema del embargo comercial. “Colaboramos en el campo de la agricultura, constatamos una disminución del intercambio de mercancías en este campo, en relación las medidas que nos hemos visto obligados a adoptar en relación a varios productos”, dijo el secretario de Prensa del presidente, Dmitri Peskov.
Los representantes rusos subrayan también que Grecia puede recibir un importante beneficio a cambio de ser un país de tránsito del combustible ruso a partir del gasoducto que Moscú planea construir con Turquía en sustitución de la corriente del Sur. El nuevo gasoducto ruso-turco va camino de convertirse en un híbrido resultado de la fusión con la “corriente del sur”, el proyecto que Putin dio por enterrado hace pocos meses. Hoy se perfila un nuevo grupo de potenciales aliados de Gazprom que incluiría a Hungría, Grecia, Macedonia, Serbia, Hungría y Austria. Rusia ha perdonado a Budapest 3000 millones de euros en concepto de gas contratado y no consumido y Putin ha admitido que parte de la “corriente del sur” podría ser realizada a partir de Turquía. Rusia quiere suministrar a Turquía unos 63.000 millones de metros cúbicos de gas, de los cuales 14.000 millones se quedan en Turquía y el resto llegarán a la frontera de Turquía con Grecia, lo que, según los planes rusos, ha de permitir a Atenas abastecerse y también beneficiarse del tránsito hacia otros países europeos.
El dirigente húngaro Víctor Orban se ha puesto a la cabeza de los nuevos socios potenciales de Rusia. Según el diario Kommersant, el martes en Budapest hubo una reunión de ministros de exteriores de Grecia, Serbia, Macedonia, Hungría y Turquía en la que se debatió la participación de estos países en el proyecto de Gazprom “la corriente turca”. Los participantes firmaron una declaración sobre “colaboración energética” para una diversificación económicamente justificada de las rutas y fuentes de gas natural desde Turquía a Europa.
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