Por Raquel Márquez
El testimonio de un miliciano de Al Qaeda ha reavivado el debate en Estados Unidos sobre la desclasificación de una sección del informe oficial sobre el 11-S que examina vínculos entre Arabia Saudí y la organización terrorista.
Zacarias Moussaoui, un miliciano de Al Qaeda detenido en EE UU pocas semanas antes de los atentados de 2001, y condenado en 2006 a cadena perpetua, declaró que miembros destacados de la familia real saudí hicieron donaciones a Al Qaeda. Moussaoui también aseguró haberse reunido con un representante de la Embajada saudí en Washington para abordar un plan para derribar el Air Force One, el avión del presidente de EE UU, con un misil.
Aunque en los últimos años la relación se ha vuelto más tensa, Arabia Saudí es uno de los principales aliados de EE UU en Oriente Próximo. La relación entre ellos es estratégica, sobre todo a nivel de seguridad. Además el país árabe es un aliado contra el grupo yihadista Estado Islámico.
Las acusaciones del terrorista han reactivado la campaña de varios congresistas a favor de la desclasificación de las 28 páginas que permanecen secretas del informe de la comisión del Congreso que investigó los atentados. El portavoz de la Casa Blanca, John Earnest, dijo este jueves que “el proceso sigue en curso”.
Un portavoz de la Embajada saudí, minimizó las palabras de Moussaoui. Dijo que carecía de “credibilidad” ya que durante su juicio, un médico le diagnóstico una enfermedad mental pero se le consideró competente para responder ante la justicia. La Casa Blanca declinó comentar las inculpaciones del terrorista.
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