Vía Expansión.com
El
presidente usa el discurso sobre el Estado de la Unión para alzarse
como el defensor de la clase media. Pide bajar impuestos a los
asalariados y castigos fiscales a las rentas altas y a la banca que sabe
que no aceptará el Congreso, que por primera vez en su mandato es
totalmente republicano. Quiere así retratar a la oposición como la gran
enemiga del norteamericano de a pie.
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama
No
era un Discurso del Estado de la Unión cualquiera. Este año los
expertos no tuvieron que sacar la bola de cristal para adivinar cuál
sería el eje de la intervención de Barack Obama, pues el propio
presidente desveló cuatro días antes que lanzaría un plan para defender a
la clase media frente a los “super ricos” y los “peces gordos” de Wall
Street. Pero es que tampoco 2015 es un año cualquiera para el
mandatario, pues es la primera vez que se ve obligado a gobernar con
todo el Congreso en contra, después de que las elecciones legislativas
de noviembre dieran a los republicanos el control absoluto de las
Cámaras, que se afanarán en bloquear su agenda.
Es el telón de fondo que explica por qué el líder norteamericano filtró su propio discurso: consciente de que está atado de pies y manos para legislar, nada mejor que dejar que cale en la opinión pública durante el mayor tiempo posible la idea de que él quiere apoyar a la clase media, pero que son los republicanos dominantes en el Congreso quienes que se lo impiden.
“La sombra de la crisis ha pasado y el Estado de la Unión es fuerte”, comenzó dirigiéndose al norteamericano medio y destacando que 2014 fue el mejor año para el crecimiento del empleo desde 1999. Con ese viento a favor, “¿vamos a aceptar una economía en la que sólo les va bien a unos pocos? ¿O vamos a comprometernos con una economía que genere mayores ingresos y oportunidades para todos los que se esfuerzan?”, preguntó. Fue su introducción para pedir más impuestos a las rentas más altas, sobre todo mediante el aumento de la tasa tributaria a las ganancias de capital, que pasaría del 23,8% al 28%, y el fin de deducciones en herencias. La recaudación iría destinada a financiar programas para la clase media.
No es que los republicanos no quieran mejoras para esos asalariados. La diferencia está en la fórmula para lograrlo, pues rechazan castigos fiscales a esos que Obama llama “super ricos” y son más defensores de la industria financiera. El interés es recíproco, como muestra que la gran banca, cansada de las prietas regulaciones de Obama, disparase sus donaciones a los políticos republicanos de Washington en las elecciones legislativas de noviembre.
Muy distinta es la visión de Obama, que prometió ayer una nueva tasa para los bancos con activos de más de 50.000 millones de dólares y vetar cualquier propuesta dirigida a dar marcha atrás a la reforma financiera Dodd-Frank surgida tras la crisis.
Vetos Wall Street sería así el gran pilar de su promesa de tumbar cualquier intento de revocar sus reformas en materia de sanidad o inmigración. "No podemos poner la seguridad de las familias en peligro con la eliminación de su seguro médico, o desmontar las nuevas reglas en Wall Street, o librar de nuevo batallas pasadas en materia de inmigración cuando tenemos un sistema de arreglarlo", aseguró. “Y si un proyecto de ley viene a mi escritorio tratando de hacer alguna de estas cosas, conseguirá mi veto", subrayó, en referencia los intentos de los conservadores de dar marcha atrás en la histórica reforma sanitaria de Obama y a las votaciones de la oposición para rechazar las acciones ejecutivas en materia migratoria impulsadas de manera unilateral por el gobernante el pasado noviembre.
Empresas en el extranjero: Aunque la banca no es el único frente que quiere combatir Obama. El presidente también arremetió contra las empresas que mantienen las ganancias en el extranjero, pidiendo “dejar de compensarlas” para “premiar a las que invierten en Estados Unidos”. Los expertos señalan que este punto también sería complicado de tramitar, pues pasaría por una rebaja del Impuesto sobre Sociedades poco probable ante la polaridad entre la Casa Blanca y el Congreso.
Además, en el terreno empresarial prometió un proyecto de ley de lucha contra las amenazas cibernéticas, sobre todo tras los ataques a Target y JPMorgan.
Cuba: En otro orden de cosas, y tal y como se esperaba, Obama dijo el Congreso debe empezar "este año" a levantar el embargo comercial a Cuba, siguiendo su cambio de política hacia la isla, al considerar que "tiene el potencial de acabar con un legado de desconfianza" en el continente americano. "En Cuba, hemos acabado con una política cuya fecha de caducidad había pasado hace mucho”. “Este año, el Congreso debería empezar el trabajo de acabar con el embargo", afirmó. "Como ha dicho Su Santidad, el papa Francisco, la diplomacia es un trabajo de 'pequeños pasos'. Estos pequeños pasos han llevado a una nueva esperanza para el futuro en Cuba".
Tratados comerciales: En el plano comercial, pidió a las Cámaras más autoridad para acelerar la aprobación de los tratados comerciales que se están negociando con economías del Pacífico y con la Unión Europea. “China quiere escribir las normas de la región de más rápido crecimiento del mundo. Eso pondrá a nuestros trabajadores y empresas en desventaja ¿Por qué dejaríamos que eso pasase? Nosotros debemos escribir esas reglas", concluyó.
Es el telón de fondo que explica por qué el líder norteamericano filtró su propio discurso: consciente de que está atado de pies y manos para legislar, nada mejor que dejar que cale en la opinión pública durante el mayor tiempo posible la idea de que él quiere apoyar a la clase media, pero que son los republicanos dominantes en el Congreso quienes que se lo impiden.
“La sombra de la crisis ha pasado y el Estado de la Unión es fuerte”, comenzó dirigiéndose al norteamericano medio y destacando que 2014 fue el mejor año para el crecimiento del empleo desde 1999. Con ese viento a favor, “¿vamos a aceptar una economía en la que sólo les va bien a unos pocos? ¿O vamos a comprometernos con una economía que genere mayores ingresos y oportunidades para todos los que se esfuerzan?”, preguntó. Fue su introducción para pedir más impuestos a las rentas más altas, sobre todo mediante el aumento de la tasa tributaria a las ganancias de capital, que pasaría del 23,8% al 28%, y el fin de deducciones en herencias. La recaudación iría destinada a financiar programas para la clase media.
No es que los republicanos no quieran mejoras para esos asalariados. La diferencia está en la fórmula para lograrlo, pues rechazan castigos fiscales a esos que Obama llama “super ricos” y son más defensores de la industria financiera. El interés es recíproco, como muestra que la gran banca, cansada de las prietas regulaciones de Obama, disparase sus donaciones a los políticos republicanos de Washington en las elecciones legislativas de noviembre.
Muy distinta es la visión de Obama, que prometió ayer una nueva tasa para los bancos con activos de más de 50.000 millones de dólares y vetar cualquier propuesta dirigida a dar marcha atrás a la reforma financiera Dodd-Frank surgida tras la crisis.
Vetos Wall Street sería así el gran pilar de su promesa de tumbar cualquier intento de revocar sus reformas en materia de sanidad o inmigración. "No podemos poner la seguridad de las familias en peligro con la eliminación de su seguro médico, o desmontar las nuevas reglas en Wall Street, o librar de nuevo batallas pasadas en materia de inmigración cuando tenemos un sistema de arreglarlo", aseguró. “Y si un proyecto de ley viene a mi escritorio tratando de hacer alguna de estas cosas, conseguirá mi veto", subrayó, en referencia los intentos de los conservadores de dar marcha atrás en la histórica reforma sanitaria de Obama y a las votaciones de la oposición para rechazar las acciones ejecutivas en materia migratoria impulsadas de manera unilateral por el gobernante el pasado noviembre.
Empresas en el extranjero: Aunque la banca no es el único frente que quiere combatir Obama. El presidente también arremetió contra las empresas que mantienen las ganancias en el extranjero, pidiendo “dejar de compensarlas” para “premiar a las que invierten en Estados Unidos”. Los expertos señalan que este punto también sería complicado de tramitar, pues pasaría por una rebaja del Impuesto sobre Sociedades poco probable ante la polaridad entre la Casa Blanca y el Congreso.
Además, en el terreno empresarial prometió un proyecto de ley de lucha contra las amenazas cibernéticas, sobre todo tras los ataques a Target y JPMorgan.
Cuba: En otro orden de cosas, y tal y como se esperaba, Obama dijo el Congreso debe empezar "este año" a levantar el embargo comercial a Cuba, siguiendo su cambio de política hacia la isla, al considerar que "tiene el potencial de acabar con un legado de desconfianza" en el continente americano. "En Cuba, hemos acabado con una política cuya fecha de caducidad había pasado hace mucho”. “Este año, el Congreso debería empezar el trabajo de acabar con el embargo", afirmó. "Como ha dicho Su Santidad, el papa Francisco, la diplomacia es un trabajo de 'pequeños pasos'. Estos pequeños pasos han llevado a una nueva esperanza para el futuro en Cuba".
Tratados comerciales: En el plano comercial, pidió a las Cámaras más autoridad para acelerar la aprobación de los tratados comerciales que se están negociando con economías del Pacífico y con la Unión Europea. “China quiere escribir las normas de la región de más rápido crecimiento del mundo. Eso pondrá a nuestros trabajadores y empresas en desventaja ¿Por qué dejaríamos que eso pasase? Nosotros debemos escribir esas reglas", concluyó.
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