Esparta, la polis
antagonista por excelencia de la fecunda y culta Atenas, fue, a su vez, fiel
reflejo de lo que Platón, una de sus más grandes y geniales figuras, expresó
que debía conformar las bases de su República utópica: dedicarse a lo que le es
propio, para lo que uno ha nacido.
En la cultura espartana,
sólo había lugar para una filosofía o arte: la guerra. Con una sistema absolutamente jerarquizado, la ley del
más fuerte era la preponderante. Al nacer, si un varón tenía algún déficit
físico que, en el futuro, o ya mismo, le fuera a mermar a la hora de ser un
buen soldado, entonces sólo tenía un destino posible: la muerte. Esta concepción del destino, de “la misión”, como podemos comprobar, es algo que viene, pues, desde
muy atrás en el tiempo.
El famoso Leónidas, y sus
300 espartanos, fueron al desfiladero de las Termópilas, según narra Herodoto,
para hacer frente al millón de persas que comandaba Jerjes. A nivel militar, no fue de las más relevantes… pero, su carga simbólica
cambió el curso de la Historia. Lo que llevó a la posterior unión de todas las polis
griegas para hacer frente a Persia fue precisamente el mensaje que Leónidas, y
sus hombres, pretendieron dejar al resto de la nación: evidentemente, lo de
menos era lograr la victoria (algo imposible a todas luces), el motivo de
acudir a una muerte segura, era el hecho de hacerlo por la causa que les
motivaba a levantarse día tras día, a entrenar de sol de sol, a cargar con la
piedra para llevarla a la cima de la montaña, como les contaban desde la
infancia que debía hacer el desdichado Sísifo.
“A morir, los míos mueren; no temen a la muerte”
Esta frase no está tan
lejos en el tiempo. El entrenador del Club Atlético de Madrid, Diego Pablo
Simeone, la expresó a principios de 2015. El paralelismo de la filosofía
espartana con la del conjunto de la Ribera del Manzanares resulta, pues,
maravillosa. “La historia se repite; primero como tragedia, luego farsa”,
sostiene Marx. Bien, pues, aquí un ejemplo más.
El Bayern de Munich de
Pep Guardiola bien pudo ser, en la noche de ayer, el Imperio Persa. Multitud de
variantes, jugadores/soldados a su disposición de la más absoluta élite,
recursos que quintuplican a los de su adversario, un conocimiento y bagaje
empírico acerca del arte de la guerra tremendo… ¿Cómo afrontarlo?
Adivinan a quién
pertenece esta cita, ¿verdad? Este concepto de la estrategia, de la superación
y de la unidad, es algo que impregna constantemente el líder a su grupo. El
fetichismo con el que envuelve Simeone al entorno (prensa y medios de
comunicación, grupo de trabajo, club, afición) hace que los jugadores cumplan
la máxima más importante (y complicada) de lograr con la psique humana: la implicación. Ayer no jugaron doce
jugadores de campo, sino 56.012. Este topicazo, adquiere tintes de realismo,
cuando uno observa una pancarta que viene siendo habitual en el Vicente
Calderón: “Orgulloso de nuestros jugadores”. Cuando aparece el orgullo es que
el sentido de pertenencia ha calado en el individuo… y la masa, que diría
Ortega y Gasset, la formamos todos. No se me ocurren mejores palabras de las
que nacen de uno de los más fatalistas y devotos humanistas de todos los
tiempos, Friedrich Nietzsche: “el hombre se define por su capacidad de prometer”.
En el fútbol, en la guerra, en la vida… nada hay más poderoso que el compromiso
de uno consigo mismo.
El encontrar un motivo vital
para seguir adelante, para morir por ello si es necesario, es algo que los
espartanos tenían interiorizado, ya que, como hemos comentado, formaba parte de
su cultura, de lo que mamaban día a día. No concebían seguir adelante, si no
era mediante la más absoluta unión, no les mínimamente concebible que el todo
no fuera más que la suma de las partes (Teoría de la Gestalt, siglo XX) ponerse
por encima del todo. El que se sale de este patrón (véase Alessio Cerci), por
muchas aptitudes con la que hubiera nacido para llevar a buen puerto la misión,
está fuera del grupo. No tiene lugar.
Ayer, Saúl Ñiguez, MVP
del partido y autor de uno de los goles que serán más recordados en esta
edición de la Copa de Europa, la mayor competición por clubes del mundo. “No
llegué a defender en 1 jugada y por eso pedí el cambio”.
Nuevamente el todo por
encima del ego, la falange no puede permitirse un elemento que debilite al
grupo, pues esta cedera. Bien, Platón decía, en su República, que al igual que
si uno acerca mucho la vista a un libro, no podrá más que divisar algunas
letras, es conveniente alejarse para ver el conjunto, tener un prisma mayor.
Hagamos lo propio.
El compromiso de los que no juegan
Anoche, tras la ida de las semifinales de Copa de Europa, Diego Pablo Simeone: "Voy a revelar situaciones íntimas para
explicar el ambiente del equipo. A Tiago, que todavía no está para jugar por
lesión, le preguntamos si quería estar con el equipo y dijo que sí. Carrasco
tiene el tobillo inflamado, pero pidió jugar, pese a que no está en
condiciones. Oliver, que llevaba tiempo sin ser convocado, agarró una gripe.
Hoy, cuando ya estaba en la lista de los 18 convocados, me dijo: 'Quiero jugar,
míster, pero no estoy en condiciones de ayudar al equipo'.
“Eso es lo que es hoy el Atlético…” y por esto, entre
otras muchas cosas, en definitiva, esto es Esparta.
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