jueves, 28 de abril de 2016

Artículo de Deportes: Esto es Esparta

Por Sergio Ruiz


Esparta, la polis antagonista por excelencia de la fecunda y culta Atenas, fue, a su vez, fiel reflejo de lo que Platón, una de sus más grandes y geniales figuras, expresó que debía conformar las bases de su República utópica: dedicarse a lo que le es propio, para lo que uno ha nacido.

 En la cultura espartana, sólo había lugar para una filosofía o arte: la guerra. Con una sistema absolutamente jerarquizado, la ley del más fuerte era la preponderante. Al nacer, si un varón tenía algún déficit físico que, en el futuro, o ya mismo, le fuera a mermar a la hora de ser un buen soldado, entonces sólo tenía un destino posible: la muerte. Esta concepción del destino, de “la misión”, como podemos comprobar, es algo que viene, pues, desde muy atrás en el tiempo. 

El famoso Leónidas, y sus 300 espartanos, fueron al desfiladero de las Termópilas, según narra Herodoto, para hacer frente al millón de persas que comandaba Jerjes. A nivel militar, no fue de las más relevantes… pero, su carga simbólica cambió el curso de la Historia. Lo que llevó a la posterior unión de todas las polis griegas para hacer frente a Persia fue precisamente el mensaje que Leónidas, y sus hombres, pretendieron dejar al resto de la nación: evidentemente, lo de menos era lograr la victoria (algo imposible a todas luces), el motivo de acudir a una muerte segura, era el hecho de hacerlo por la causa que les motivaba a levantarse día tras día, a entrenar de sol de sol, a cargar con la piedra para llevarla a la cima de la montaña, como les contaban desde la infancia que debía hacer el desdichado Sísifo.

“A morir, los míos mueren; no temen a la muerte” 

Esta frase no está tan lejos en el tiempo. El entrenador del Club Atlético de Madrid, Diego Pablo Simeone, la expresó a principios de 2015. El paralelismo de la filosofía espartana con la del conjunto de la Ribera del Manzanares resulta, pues, maravillosa. “La historia se repite; primero como tragedia, luego farsa”, sostiene Marx. Bien, pues, aquí un ejemplo más.

El Bayern de Munich de Pep Guardiola bien pudo ser, en la noche de ayer, el Imperio Persa. Multitud de variantes, jugadores/soldados a su disposición de la más absoluta élite, recursos que quintuplican a los de su adversario, un conocimiento y bagaje empírico acerca del arte de la guerra tremendo… ¿Cómo afrontarlo?

"No gana quien tiene más soldados, sino el que los usa mejor"

Adivinan a quién pertenece esta cita, ¿verdad? Este concepto de la estrategia, de la superación y de la unidad, es algo que impregna constantemente el líder a su grupo. El fetichismo con el que envuelve Simeone al entorno (prensa y medios de comunicación, grupo de trabajo, club, afición) hace que los jugadores cumplan la máxima más importante (y complicada) de lograr con la psique humana: la implicación. Ayer no jugaron doce jugadores de campo, sino 56.012. Este topicazo, adquiere tintes de realismo, cuando uno observa una pancarta que viene siendo habitual en el Vicente Calderón: “Orgulloso de nuestros jugadores”. Cuando aparece el orgullo es que el sentido de pertenencia ha calado en el individuo… y la masa, que diría Ortega y Gasset, la formamos todos. No se me ocurren mejores palabras de las que nacen de uno de los más fatalistas y devotos humanistas de todos los tiempos, Friedrich Nietzsche: “el hombre se define por su capacidad de prometer”. En el fútbol, en la guerra, en la vida… nada hay más poderoso que el compromiso de uno consigo mismo.

El encontrar un motivo vital para seguir adelante, para morir por ello si es necesario, es algo que los espartanos tenían interiorizado, ya que, como hemos comentado, formaba parte de su cultura, de lo que mamaban día a día. No concebían seguir adelante, si no era mediante la más absoluta unión, no les mínimamente concebible que el todo no fuera más que la suma de las partes (Teoría de la Gestalt, siglo XX) ponerse por encima del todo. El que se sale de este patrón (véase Alessio Cerci), por muchas aptitudes con la que hubiera nacido para llevar a buen puerto la misión, está fuera del grupo. No tiene lugar.

Ayer, Saúl Ñiguez, MVP del partido y autor de uno de los goles que serán más recordados en esta edición de la Copa de Europa, la mayor competición por clubes del mundo. “No llegué a defender en 1 jugada y por eso pedí el cambio”. 

Nuevamente el todo por encima del ego, la falange no puede permitirse un elemento que debilite al grupo, pues esta cedera. Bien, Platón decía, en su República, que al igual que si uno acerca mucho la vista a un libro, no podrá más que divisar algunas letras, es conveniente alejarse para ver el conjunto, tener un prisma mayor. Hagamos lo propio.

El compromiso de los que no juegan

Anoche, tras la ida de las semifinales de Copa de Europa, Diego Pablo Simeone: "Voy a revelar situaciones íntimas para explicar el ambiente del equipo. A Tiago, que todavía no está para jugar por lesión, le preguntamos si quería estar con el equipo y dijo que sí. Carrasco tiene el tobillo inflamado, pero pidió jugar, pese a que no está en condiciones. Oliver, que llevaba tiempo sin ser convocado, agarró una gripe. Hoy, cuando ya estaba en la lista de los 18 convocados, me dijo: 'Quiero jugar, míster, pero no estoy en condiciones de ayudar al equipo'

“Eso es lo que es hoy el Atlético…” y por esto, entre otras muchas cosas, en definitiva, esto es Esparta.

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