Economía y corrupción coparon el lunes el debate electoral entre los candidatos a presidente del Gobierno de los partidos que han acaparado la política española en las últimas décadas, un bipartidismo que hoy peligra ante el auge de nuevas fuerzas.
A seis días de unas elecciones generales que cambiarán drásticamente el panorama parlamentario español, el candidato del Partido Popular, Mariano Rajoy, se aferró a la recuperación económica para tratar de convencer a los votantes de que le den otros cuatro años de mandato para proseguir con sus reformas.
"Mi objetivo para los próximos cuatro años es el empleo", dijo el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, en su primera intervención en un debate televisado con el líder socialista, Pedro Sánchez.
"El trabajo le va a dar seguridad a los españoles pero además es la garantía de que tengamos un buen sistema de pensiones y unos buenos servicios sociales", añadió Rajoy, cuyo partido ha aplicado desde el Gobierno drásticos recortes sociales para atajar la crisis económica.
Sánchez arremetió contra Rajoy por sus políticas en esta legislatura, acusándole de utilizar su mayoría absoluta para acabar con la hucha de las pensiones y dañar el estado del bienestar con sus ajustes en sanidad y educación.
El líder socialista, cuyo partido sería segundo tras el PP el 20D pero en estrecha pugna con los emergentes Ciudadanos y Podemos, según los sondeos, reprochó a Rajoy haber solicitado un rescate bancario mientras abandonaba a los ciudadanos más desfavorecidos que sufrían los rigores de la crisis económica.
Sánchez prometió que revertiría una reforma laboral que facilita el despido y dijo que como presidente del Gobierno cumpliría en los próximos cuatro años con el objetivo del 1 por ciento del PIB de déficit público.
"Negociaré con Bruselas una senda del objetivo de déficit distinta a la suya porque lo que no voy a permitir es que se recorte aún más el estado del bienestar en este país", dijo Sánchez.
ACUSACIONES SOBRE CORRUPCIÓN
El debate se enconó cuando se abordó el tema de la corrupción -segunda preocupación de los españoles tras el desempleo y uno de los motivos que explican el auge de los nuevos partidos-, de la que ambas formaciones han sufrido escándalos en los últimos cuatro años.
Rajoy presumió de honradez ante Sánchez, que le acusó de "no ser decente" y le recordó en numerosas ocasiones los procesos judiciales abiertos por corrupción contra el extesorero del PP Luis Bárcenas y el exvicepresidente del Gobierno Rodrigo Rato.
"Jamás me ha citado nadie en ningún juzgado ni jamás me acusó nadie de apropiarme de nada. No me dedico a la política por dinero", dijo Rajoy, recordando las leyes contra la corrupción aprobadas los últimos dos años.
"Si usted creía que yo tenía que haber dimitido, tenía que haber presentado una moción de censura", añadió, calificando la acusación de Sánchez de "ruin, mezquina y miserable".
El debate también trató temas planteados por los partidos nuevos, como una reforma de la administración, de la ley electoral o una modificación de la Constitución, a los que ambos se mostraron abiertos a debatir en la próxima legislatura.
Sobre Cataluña, donde en septiembre se eligió un parlamento de mayoría independentista, Rajoy reiteró su defensa de la unidad de España, la igualdad de los ciudadanos y la soberanía nacional, mientras que el líder socialista defendió su modelo de estado federal.
"Ni el inmovilismo ni el rupturismo es la vía, la vía es la reforma constitucional (..) La reforma constitucional no va a convencer, pero sí va a persuadir", dijo Sánchez.
Los líderes de Ciudadanos, Albert Rivera, y Podemos, Pablo Iglesias, coincidieron en que se trataba del "último debate del bipartidismo" y en que iba a contribuir a que el elevado voto indeciso se decante por la nueva política que ellos representan.
"Hemos visto un epílogo, el final de una época, hemos visto a dos candidatos atrapados en el pasado. El bipartidismo ha terminado", afirmó el secretario general de Podemos en La Sexta.
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