Chardigarh, la ciudad más próspera y más verde de India, nació de los sueños de un país en medio de una de sus peores pesadillas.
En 1947, India logró su independencia de Reino Unido. Como parte del proceso, el país se dividió en dos y unos 14 millones de hindúes, sikhs y musulmanes fueron desplazados.
Las tensiones étnicas y las rivalidades llevaron a cerca de un millón de homicidios brutales, aunque hay diferentes estimaciones.
En la región del Punjab, la línea divisoria entre los dos estados significó que la antigua capital, Lahore, pasó a pertenecer a Pakistán. En 1949 se decretó la existencia de Chardigarh.
No sólo sería la capital del Punjab indio, sino el modelo de una ciudad moderna que prometía paz, democracia y un nuevo orden social libre de las amargas divisiones.
¿Cómo sería esta moderna región capital de India? ¿Quién iba a diseñarla?
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En aquel tiempo, Estados Unidos era el país abiertamente más democrático y moderno, así que los políticos y burócratas indias buscaron experiencia allá.
El planificador de Nueva York, Alberto Mayer, que ya estaba asesorando a Jawaharlal Nehru, primer primer ministro de India, diseñó un esquema para la nueva ciudad al pie de los Himalayas que fusionaba el Movimiento Modernista y los ideales de la Ciudad Jardín.
Sin embargo, en 1950 el talentoso asistente principal de Mayer, Matthew Nowicki, murió en un accidente aéreo. Entretanto, el valor del dólar se elevaba rápidamente.
Nehru y sus asesores comenzaron a buscar en otro lado. Una delegación de India fue a entrevistarse con Le Corbusier, el renombrado arquitecto franco-suizo, en su atelier de París.
Corbusier había estado soñando por mucho tiempo con la posibilidad de crear una ciudad ideal, y aunque dudó al principio, terminó accediendo a la idea de encargarse del planeamiento de Chardigarh y del diseño de sus principales edificios.
¿Pueblos fantasma?
50 años después de la muerte de Le Corbusier en 1965, la Cité de l’Architecture et du Patrimoine, una galería y archivo de París ubicado en el Palais du Chaillot, tiene una exposición que incluye increíbles fotografías de la vida en Chandigarh que dan pie a una pregunta: ¿logró el arquitecto crear una verdadera ciudad ideal habitable?
Esto es especialmente importante ahora, dado el acelerado crecimiento de la población y la tendencia de la gente de migrar del campo a las ciudades.
¿Deberíamos arreglar las ciudades existentes para que se adapten a esta ola o deberíamos construir nuevos sitios para vivir?
La historia, sin embargo, nos ofrece una advertencia: está plagada de ciudades ideales fracasadas.
Los grandes fracasos
Aunque no sabemos exactamente cómo, dónde, cuándo y por qué surgieron las primeras ciudades, parece probable que hayan crecido orgánicamente en primer lugar.
Es cierto que hubo claros momentos en la historia en la que grandiosos nuevos centros urbanos con monumentos cívicos, religiosos y militares fueron decretados. Pero con frecuencia, cuando las ciudades han nacido de esta manera se han estancado repentinamente… o se han vuelto polvo.
Estos son algunos casos.
1. Cuando, por ejemplo, el faraón Amenofis IV decretó una nueva ciudad capital en 1346 a.C., sus súbditos no quedaron convencidos por su gesto dramático.
No sólo era Amarna una ciudad completamente nueva; también representaba el derrocamiento de la antigua cultura religiosa de Egipto.
Amenofis IV –padre de Tutankamón y esposo de Nefertiti– había creado su propia religión monoteísta, confinando a los antiguos dioses a los anales de la historia.
Esto era tan estremecedor como la velocidad misma a la que se construyó la nueva ciudad. En menos de cinco años se completó Amarna. Tal fue la velocidad de su construcción, que la mayoría de los edificios fueron hechos en forma apresurada con adobe mientras que sólo los más prestigiosos tenían fachadas de piedra.
Como resultado, después de la muerte de Amenofis IV y el regreso de los viejos dioses, Amarna fue abandonada y cayó en un declive instantáneo.
2. Tres mil años después en India, el emperador Akbar trasladó la capital de Agra a Fatehpur Sikri.
En contraste con Amarna, esta ciudad ideal fue construida hermosamente, con monumentos imaginativos esculpidos de roca coloreada ricamente.
Había un solo pequeño problema: el agua; la falta de ella. Con toda su magnificencia arquitectónica, Fatephur Sikri fue la capital del Mughal solo 15 años. En 1585, Akbar se mudó a Lahore.
Desde entonces, su ciudad de ensueño ha sido un pueblo fantasma, aunque los edificios sobreviven intactos.
3. Cuándo la república de Venecia decidió construir una ciudad ideal en 1593, no había ni escasez de agua ni debate religioso.
Y, sin embargo, aunque Palmanova parecía perfecta –un pueblo fortificado con la forma de una estrella de nueve puntas con calles anchas que irradiaban desde un hermoso centro-, también fue un fracaso abyecto.
Aparte de los militares, nadie quería vivir en Palmanova. Ubicada más de 100 kilómetros al noreste de Venecia, estaba fuera del radar. Un decreto de 1611 liberó a criminales venecianos que estuvieran dispuestos a mudarse allí.
Palmanova sobrevive, pero con toda su elegancia matemática y su belleza utópica,sigue siendo más una curiosidad exquisita que un modelo de cómo construir una ciudad ideal.
Lo que le faltaba, tanto como a Fatehpur Sikri y Armana, era el compromiso de la gente común y corriente, de los mercaderes, de los comerciantes y los artesanos con su don de vida cotidiana urbana.
Los planes mejor trazados
Los planes para ciudades ideales con frecuencia terminan siendo archivados. Entre ellos se cuenta el diseño de Sir Christopher Wren para un nuevo centro de Londres de estilo renacentista, tras el Gran Incendio de 1666.
Los mercaderes, los banqueros y los comerciantes, deseosos de volver a hacer negocios, no tenían ningún interés de esperar a que se construyera una nueva ciudad ideal, indudablemente costosa, a su alrededor. El bien intencionado plan de Wren fue confinado a los archivos.
1. A pesar de un comienzo lúgubre, San Petersburgo –el sueño de Pedro el Grande- emergió de los pantanos plagados de malaria al borde del Mar Báltico para convertirse en la capital imperial de Rusia.
Aun así, Moscú terminó recuperando el título, y aunque su decimonónico centro es increíblemente bonito, la historia de San Petersburgo es tan oscura como poética.
Ha dudado hasta de su nombre, habiendo sido conocida como San Petersburgo, Petrogrado y Leningrado en su corta pero dramática vida.
2. Brasilia, la ciudad moderna decretada por el presidente brasileño Juscelino Kubistschek, y diseñada y construida en cuatro años (1956-1960) por Oscar Niemeyer y Lucio Costa es una maravilla futurística. Pero sus clases trabajadoras no viven en elegantes edificios de apartamentos sino en un anillo de favelas.
3. En lo que toca a los muy cacareados nuevos pueblos de Reino Unido, Milton Keynes –el último y más grande- es quizás el mejor.
Diseñado alrededor de un cuadro generoso de avenidas, es mayormente apreciado por quienes viven allí.
Sin embargo, para quienes quieren la vida que Londres puede ofrecer, Milton Keynes nunca será un buen sustituto. Como la mayoría de los pueblos y ciudades ideales, carece de las capas de historia y cultura de las ciudades orgánicas.
De todas las ciudades ideales del mundo, a Chandigarh le ha ido particularmente bien, con una llamativa arquitectura monumental, un conjunto de vecindarios autosuficientes, más árboles que quizás ninguna otra ciudad india y una forma de vida que mezcla la tradición con la modernidad.
Mientras que la historia nos dice que es mejor dejar las ciudades ideales en el papel, Chandigarh –quizás una de las más improbables- parece haber tenido éxito contra todo pronóstico.
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