El periodista Alfonso Basterra, acusado de dar muerte a su hija Asunta en un presunto plan orquestado junto a su ex y madre de la niña, la abogada Rosario Porto, ha confesado hoy que tiene lagunas, "espacios en blanco", ya que perder un hijo es algo "sumamente desgarrador" para cualquiera.
"Tan sumamente desgarrador que no se lo deseo ni a mi peor enemigo", ha dicho en la sesión del juicio que este viernes se celebra en los compostelanos juzgados de Fontiñas al fiscal asignado al caso, Jorge Fernández de Aránguiz, al que le ha pedido que se meta eso "en la cabeza".
"Está empeñado en preguntarme lo mismo y podemos pasar así hasta mañana", le ha espetado.
Ha recordado, asimismo, este comunicador, que, independientemente de lo que hayan contado los "estercoleros informativos", él estaba con la desaparición de su hija muy nervioso, "histérico", porque era una niña obediente, y si abandonó antes la comisaría donde interpuso la denuncia junto a su otrora pareja, Rosario Porto, fue porque quiso comprobar una última posibilidad de dar con el paradero de Asunta.
Ha explicado Basterra al respecto que esta menor era juguetona y competitiva y que creyó él que podría estar jugando con el ascensor y haberse caído, pero "desgraciadamente" no era el caso.
Alfonso Basterra, en la primera parte de su interrogatorio, ha vuelto a echar mano del sarcasmo para calificar como "muy divertido" el hecho de que, en los registros practicados en su domicilio, los investigadores no encontrasen su ordenador en un inicio, "decían que lo cambié de sitio", ha ironizado, para a continuación señalar que ni la computadora ni su móvil "salieron" del piso en el que residía en el centro de la capital gallega. "Veamos la calidad de la investigación", ha dejado caer.
De la ruptura con Rosario Porto, ha destacado que al principio fue "un infierno", que se enteró de que tenía un amante un 5 de enero y, en la víspera de Reyes, por Asunta, no quiso montar "el número, por lo que aguantó, pero posteriormente tomó la decisión de abandonar el domicilio familiar y pudo haber dado un golpe a una puerta que, según él, ya estaba rota.
A partir de ahí, entendió que en lo personal, ha subrayado, Rosario, "Charo" como la llama, podría hacer lo que quisiese, porque las suyas eran vidas paralelas "no entrecruzadas", y cuando estuvo mejor previo paso por el psicólogo, un dinero que consideró muy bien invertido, un amigo llegó a decirle que Charo y él eran un ejemplo.
Un ejemplo de convivencia, "porque la mayoría de los separados se llevan a matar".
Acerca de las fotos en las que Asunta aparece como rígida y tendida, preguntado por si las sacó él, lo ha puesto en duda porque su móvil era una carraca que no tomaba buenas imágenes, y sobre las páginas de contenido erótico que había en el móvil de Asunta, no se lo ha explicado pero ha precisado que su hija era "curiosa".
De su economía, de cómo vivía, ha comentado que en su vida tuvo varios trabajos y que contó con ayuda de un familiar, y ha matizado que "no sabe con qué poco se puede vivir".
Los padres de Asunta, internos en el penal coruñés de Teixeiro desde hace más de dos años, son los únicos acusados del crimen de esta niña y, en el juicio que se celebra en Santiago, la primera de los dos en declarar ha sido ella, mientras que hoy es el turno de él.
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