La organización medioambiental Greenpeace celebró hoy el compromiso anunciado por China de crear un fondo de 3.100 millones de dólares para ayudar a países pobres a combatir el cambio climático, que calificó de "cambio paradigmático" en el que Pekín ha mostrado un compromiso incluso superior que Washington.
"Es un drástico incremento frente a anteriores promesas financieras chinas", subrayó desde Pekín el experto en cambio climático Li Shuo, de la oficina de Greenpeace en China.
"En comparación, esos 3.100 millones de dólares podrían sobrepasar la promesa de EEUU al Fondo Climático Global (de unos 3.000 millones de dólares), que todavía afronta una ardua batalla en el Congreso norteamericano", subrayó Li en un comunicado enviado a los medios.
El anuncio chino forma parte de una nueva declaración presidencial sobre cambio climático presentada por los presidentes chino, Xi Jinping, y estadounidense, Barack Obama, tras reunirse ayer viernes en Washington.
"El compromiso de que China controlará estrictamente la inversión pública en proyectos altamente contaminantes tanto dentro como fuera del país envía una potente señal", añadió el comunicado de Greenpeace.
También subrayó que la segunda economía mundial muestra que "está lista a ayudar al mundo a cambiar fuentes de energía contaminantes como el carbón por energías renovables".
"El acuerdo bilateral y el gran compromiso de China en financiación produce un nuevo paradigma en la mitigación del calentamiento global y sitúa al país en el camino al cambio hacia esas energías renovables", concluyó la organización ecologista.
China es el mayor país emisor de dióxido de carbono, el principal causante del calentamiento global, pero durante años ha defendido que su "huella ecológica", teniendo en cuenta su gran población, es menor que la de los países desarrollados, que según Pekín deben llevar el peso principal de la lucha contra el cambio climático.
El país asiático confirmó en la declaración bilateral de ayer que en 2017 pondrá en marcha un sistema nacional de comercio de derechos de emisión de CO2, un mecanismo que se usa en varios países europeos para limitar los gases de efecto invernadero y que China ya aplicaba en algunas de sus divisiones administrativas.
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