Por Beatriz Camacho
A pocos días de la vuelta al cole es el momento de hablar seriamente sobre un problema cada vez más frecuente dentro de las aulas: el bullying, conocido también como acoso o maltrato escolar.
Jokin, de casi 14 años, se suicidaba tirándose al vacío desde lo alto de la muralla de Fuenterrabía en septiembre de 2004, tras soportar durante más de un año continuas amenazas, humillaciones, insultos, golpes y palizas por parte de sus compañeros. Fue el primer caso de acoso escolar en España que hizo sonar la alarma social, política y educativa.
Por desgracia, no frenaron este fenómeno. Este tipo de violencia, difícil de identificar y oculta casi siempre para los adultos, es bien conocida por el alumnado. Es un tipo de intimidación que está de moda y, si bien la gravedad varía, el maltrato intencional entre alumnos es un fenómeno que ocurre en todos los centros estudiados en diversos países.

Ocurren innumerables casos de persecución y de agresiones en escuelas. En Primaria el abuso suele ocurrir en el patio y en la Secundaria aumenta en los pasillos y en las aulas. El bullying supone una vulneración de los derechos fundamentales del alumno: derecho a no estar sometido a la humillación intencional y repetida y a estar seguro en la escuela y en todos los ámbitos sociales.
No se trata de revanchas ni de un conflicto donde ambos niños se han molestado mutuamente, ni mucho menos corresponde a un grupo de amigos que se han molestado y se han vengado entre ellos. Simplemente, un niño o un grupo, decide maltratar a un compañero que no les está haciendo nada.
Sucede más entre los niños y las niñas en proceso de entrada en la adolescencia, entre los 11 y los 14 años. La adolescencia es una etapa evolutiva más, que no tiene por qué ser conflictiva, aunque sí hay conflicto familiar, más inestabilidad emocional y más conductas de riesgo. Es un periodo lleno de cambios donde destacan el desarrollo físico (el “estirón”), sexual (maduración de los órganos sexuales y cambios hormonales), intelectual (pensamiento abstracto, formal), personal (autoestima, maduración, identidad) y social (relaciones) del menor.
Qué es el bullying y cómo afecta a la víctima
El bullying aparece cuando un alumno está expuesto a agresiones físicas, verbales o relacionales, intencionadas y repetidas, por parte de uno o más estudiantes a lo largo del tiempo. Es una forma de maltrato psicológico, físico o verbal caracterizado por un desequilibro/abuso de poder (quien ataca suele ser más fuerte, más alto, más hábil socialmente, con más habilidades físicas o más popular que el agredido), sin provocación por parte de la víctima y con intencionalidad por parte del agresor. Se trata de una práctica sistematizada donde se distingue claramente a un acosador y a un acosado.
Dan Olweus fue el primero en investigar este tema y denominó el bullying como una conducta de persecución física y/o psicológica que realiza un alumno contra otro, al que escoge como su víctima de repetidos ataques. Esta acción es negativa e intencionada y deja al acosado en una posición de la que difícilmente puede salir por sus propios medios.
En la mayoría de los casos la víctima se calla lo que está sucediendo y la continuidad de estas conductas le provoca efectos claramente negativos como ansiedad, descenso de la autoestima y cuadros depresivos, que dificultan su integración en el medio escolar y el desarrollo normal de sus aprendizajes.
Básicamente, el maltratado cambia su comportamiento. Siente dolor, angustia y miedo, llegando a aterrarle ir a la escuela (fobia escolar). Manifiesta tensión, tristeza y deseos de estar solo e incluso, en algunos casos, puede autolesionarse o tener ideas suicidas y consumarlas. Por eso es crucial entender que este tipo de acoso tiene consecuencias muy graves y debe detectarse y pararse a tiempo. Además, se ha demostrado que las secuelas generadas por el bullying persisten durante la edad adulta.
Tipos más comunes de acoso escolar
Básicamente existen cuatro tipos de bullying:
- Físico. Pegar al menor, esconder, robar o romper sus objetos o pertenencias…
- Verbal. Humillar, insultar, burlarse, hablar mal, rumorear falsamente sobre él/ella…
- Exclusión social. No dejarle participar en una actividad, ignorarle, “ningunearle”, tratarle como un objeto…
- Psicológico. Amenazar para provocarle miedo, obligarle a hacer cosas que no quiere ni debe hacer…

La causa del bullying puede ser diferente en cada caso. Por ejemplo, si las conductas hacen referencia a las partes íntimas del cuerpo de la víctima hablaríamos de bullying sexual o acoso sexual, si se refirieran a su orientación sexual sería bullying homófobo o si se centrara en su etnia o sus orígenes hablaríamos de bullying racista.
Lo habitual es que el acosado tenga alguna condición que lo diferencia de un confuso estándar social. Puede ser una característica física, un rasgo de la personalidad o una cualidad distintiva favorable, cualquier cosa que “justifique” en la mente del agresor la elección del chivo expiatorio. Ya sea porque le parece vulnerable o porque, en el fondo, es un reflejo de una limitación o una carencia en la vida del acosador.
Quién está involucrado en el bullying
Los protagonistas del bullying son, básicamente, cuatro:
- Agresor. Puede ser uno o varios. Se suele distinguir entre el agresor predominantemente dominante con tendencia a la personalidad antisocial o el ansioso que tiene baja autoestima y ansiedad elevada.
- Víctima. En general, hay dos tipos. El primero es la clásica víctima débil que refuerza la actitud del agresor quejándose, que suele tener pocas habilidades sociales, pocas relaciones con iguales y más posibilidad de ser rechazado. Mientras que el segundo sería una víctima provocadora que puede “favorecer” a la conducta del agresor por irritar, presentar diferencias físicas o ideas propias y divergentes de la mayoría. También existe un tercer grupo, los agresores-víctimas, los cuales por un lado son víctimas y por otro, victimizan.
- Compañeros. Es habitual que apoyen poco a la víctima, observen sin intervenir, participen en las agresiones o las refuercen.
- Adultos. Normalmente son los últimos en enterarse del problema y suelen hacerlo cuando ya es más grave.
Estos acosos suelen ocurrir en presencia de otros porque justamente el agresor busca una mirada de temor o aprobación ajena. Los presentes no suelen involucrarse por miedo a las represalias, por lo que todo ocurre bajo miradas indiferentes, silencios o complicidad grupal.
Nuevas formas de acoso: el ciberbullying

Un caso muy conocido es el de Amanda Todd, una canadiense de 15 años que durante años sufrió el maltrato de sus pares y tuvo la valentía de contar su caso a través de un vídeo en Youtube. Lamentablemente, se suicidó un mes después.
Lucy Betts, investigadora británica, subraya que los jóvenes conocen el riesgo asociado al ciberbullying pero creen que son menos propensos a experimentarlo que sus compañeros, si bien entre las mujeres existe una mayor conciencia de riesgo ante posibles agresiones a través de internet. En algunos casos, la prevalencia del ciberbullying alcanza el 70 por ciento, lo que implica una necesidad de implementar más medidas para incrementar la concienciación acerca de los riesgos y la comprensión de que este tipo de acoso puede ocurrir a cualquiera.
Nadie ha de sufrir ningún tipo de maltrato. Prevenir el bullying requiere un esfuerzo permanente de todos los que participan en el proceso educativo, especialmente de los que lo aplican y supervisan. Se necesita la colaboración de los padres, los profesores y los alumnos para establecer un entorno seguro en el que todos se sientan bien mientras aprenden.
Padres. Los niños aprenden a socializar basándose en lo valores, las normas y los comportamientos enseñados en casa. Por tanto, los padres tienen que:
- Evitar conductas agresivas y palabras malsonantes en presencia del hijo.
- Fomentarle valores como responsabilidad, cooperación, solidaridad y humildad.
- Enseñarle a controlar sus emociones e impulsos.
- Establecer límites y reglas.
- Conocer a sus amigos y la relación que mantienen.
- Enseñarle a pedir disculpas y a reconocer sus errores.
- Escucharle y apoyarle. Jamás hay que decirle que no le haga caso al acosador ni que aguante sin quejarse. Al contrario, los padres deben conversar con su hijo hasta enterarse de lo que ocurre y hacerle saber que le ayudarán y que no intente contraatacar.
Los padres deben estar pendientes de las señales que pueden indicar que el niño es intimidado, como ropa desgarrada, temor a ir a la escuela, disminución del apetito, pesadillas, llanto o depresión y ansiedad. En caso de que esté siendo acosado deben informar al acto al colegio para tomar medidas que rectifiquen la situación. También pueden solicitar la ayuda de un profesional, como un orientador o un psicólogo, para enseñarle estrategias de afrontamiento y evitar que desarrolle algún trastorno psicológico debido a la situación.
Escuela. La disciplina en el colegio es esencial para construir una buena conducta. Los profesores necesitan crear un entorno donde los alumnos se sientan seguros de ser ellos mismos, penalizar los malos comportamientos y reforzar los buenos, promover que los alumnos tengan más y mejor autoestima y fomentar la cooperación y las actividades en grupo. Es muy importante supervisar a los alumnos dentro y fuera de las aulas para detectar los casos de bullying y actuar rápido, directa y contundentemente ante alguna sospecha de acoso escolar. Los maestros deben enfatizar que informar del maltrato no es delatar.
Por otra parte, se pueden realizar cursos, tutorías o conferencias para tratar el tema y mantener un buzón de sugerencias y quejas, al igual que establecer reglas para evitar el bullying. Pero no se recomienda realizar una reunión conjunta con el acosador y el acosado, ya que sería vergonzoso e intimidaría al alumno que ha sido objeto del abuso.
Prevenir el bullying está en manos de todos y cada uno de nosotros. Tenemos que enseñar a los niños a no juzgar a sus compañeros por su apariencia y a no usar la violencia para solucionar sus problemas.
“Ahora las víctimas del acoso escolar lo tienen más difícil para escapar porque los acosadores siguen martirizando a través de las redes sociales y/o mensajes. Debemos detener esto. Si sufres bullying no te calles, explícalo a adultos que puedan ayudarte contra esta gente horrible”. Daniel Radcliffe
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