Por Carlos Navarro
Durante los últimos años, el tenis viene presenciando una época de rivalidades y de multitud de encuentros entre feroces competidores, siempre desde el respeto y con una rivalidad que, incluso, llega a aburrir a los más anárquicos (véase Gulbis, McEnroe) que piden algo más de picante y de ‘mala leche’. Federer y Nadal abrieron la veda en lo que para muchos es la mejor rivalidad de todos los tiempos por lo antagonistas de sus perfiles; luego, Novak Djokovic se unió y aumentó la competitividad de las rivalidades a un extremo que refleja el sacrificio del tenis y el desgaste físico hoy en día. También Andy Murray ha hecho mejores a cada uno de sus rivales y los ha animado a mejorar, a reinventarse para no perder su sitio. Sin embargo, en los últimos tiempos, la rivalidad que no pierde pujanza y que nos brinda auténticos clásicos cada vez que ocurre, es aquella en la que Novak Djokovic, el número 1 del mundo, y Roger Federer, el número 2, se preparan para boxear sobre la pista en luchas sin cuartel.
Touché. Esa es la palabra que define los enfrentamientos entre serbio y suizo. Siempre son de una calidad y un nivel tenístico impecable. Roger Federer siempre da lo mejor de sí mismo cuando, últimamente, ha enfrentado a Novak en pistas duras y rápidas (Dubai, Shanghai, Cincinnati). En el resto de superficies, ha sido Djokovic el que ha emergido con su mejor nivel para alzarse victorioso (Wimbledon, Roma, Indian Wells). Hoy, el mundo presenciará la batalla número 42 (¡42! Se dice pronto) entre los dos mejores jugadores del planeta (poca discusión admite: sus últimos 6 enfrentamientos han sido todos en la final). De los 41 cruces previos, tan sólo 3 de ellos han sido para dirimir el ganador de un Grand Slam. Los dos últimos están en la memoria de todos: dos ediciones consecutivas en las que Djokovic robaba el 18 GS a Federer en su jardín sagrado de Wimbledon. La única victoria de Federer, sin embargo, se produjo en la misma plaza en la que ambos torearán hoy: hace ya 8 años, cuando el suizo le robó a Nole paladear la gloria de un Grand Slam por vez primera. Hoy, pista dura, incluso aún más rápida. Como en Cincinnati, Shanghai, Dubai. ¿Lo conseguirá Federer? ¿Qué debe hacer Djokovic para batirlo?
- 1º clave: el nivel de Federer: partamos desde una premisa, casi una certeza, con la que hacer un análisis previo a la final: el Federer con el que nos encontraremos bordeará la perfección tal y como ha venido haciendo desde Wimbledon. Ahora mismo, su nivel se acerca a aquella bestia sin cadenas que dominó el circuito entre 2004 y 2007, siendo para mí idéntico a aquel. Eficiencia en el juego de pies, capacidad para pasar al ataque en cualquier momento, defensas sutiles utilizando el bote pronto… Roger, ahora mismo, vuela porque domina desde la línea de fondo. Ni un paso atrás. Su rutina empieza con un obús al servicio y desde ahí maniata a su oponente. Prueba de ello, apenas hay signos de desgaste en su camino a la final. Tampoco los hubo en Cincinnati. Ni un partido donde el físico, único ítem en el que RF no raya al nivel de hace una década, apenas ha aparecido. Ahora bien, puesto en papel que Roger, probablemente, complete un partido sublime, ¿qué debe hacer Novak para derrotarlo?
- 2º clave: el resto de Djokovic: Probablemente la clave desde la que el serbio debería cimentar su asalto al impecable ritmo que dicta Federer. Prácticamente ningún oponente ha puesto en presión el saque de Roger durante este Us Open; por supuesto, gran parte de culpa tiene el altísimo porcentaje de primeros que mete Fed en pista, pero es en los segundos saques cuando el serbio ve la oportunidad y hace pupa. Sin ir más lejos, fue probablemente el resto lo que le dio la victoria en Wimbledon, hace dos meses, cuando ambos tenistas venían en dinámicas similares. El restar dentro de la pista y hacer que cuantas más pelotas vuelvan, mejor, puso en tensión a un Federer que empezó a dar más concesiones de las normales. El resto es, de hecho, lo único que se puede achacar a Stan Wawrinka durante su encuentro de semifinales. Comparen ustedes la posición del jugador de Lausana con el de Belgrado cuando ambos enfrentaron el segundo saque de Federer.
Uno, demasiado lejos de la línea de fondo, pegado a la valla; el otro, preparado para, en su primer paso hacia delante, dominar la baseline. Si Djokovic quiere hacer realmente daño al segundo saque de Federer, deberá tomar la iniciativa ahí y llevarse los rallies a su terreno; no sólo le dará puntos, también le irá gradualmente quitando confianza al suizo.
- Tercera clave: llevar el partido a un terreno físico: me atrevería decir que uno de los mayores miedos que los aficionados de Federer tienen sería comprobar cuán de sí puede dar el físico de Federer en partido de desgaste. Y más cuando enfrente tiene al que muchos denominan como el mejor defensor-contragolpeador del mundo. Esto es una ardua y compleja tarea: Federer finiquita como nadie sus juegos al servicio y no te deja tiempo ni a pestañear, pero si alguien es capaz de hacerle dudar, llevarle a algún que otro deuce, y ‘bajar al barro’ a su juego, ese es Djokovic. Nole debe de intentar alargar los rallies, templar el partido, hacer que el reloj corra.
- Cuarta clave: perseverancia en el juego mental: No hay más que remontarse a la última final de Wimbledon. Djokovic dominaba en el marcador y en el juego, y la sensación de que el 18 se escapaba era inevitable. Sin embargo, Federer forzó un tie-break. Djokovic tuvo multitud de oportunidades en ese tie, puntos que se le escaparon por centímetros para haber puesto una ventaja de dos sets a cero que hubiese sido -casi- insalvable. Sin embargo, no fue así. Federer, como en el cuarto set de la final de 2014, sacó su inagotable amor propio para voltear el ‘momentum’ del partido. La clave de las victorias de Wimbledon fue, básicamente, esa capacidad de sobreponerse y volver a llevar el ‘momentum’ a su favor. Mantenerse fuerte mentalmente y no dar resquicio alguno a Federer fueron claves. Hoy, si Nole es capaz de crear oportunidades de break points, verá como muchas se van por la borda ante los misiles que RF está lanzando de primer servicio. Ser fuerte mentalmente y esperar a nuevas oportunidades sin bajar el pistón será decisivo ante un Federer que apenas concede. No sólo por parte de Djokovic será importante aguantar la compostura; probar los nervios de Federer en un quinto set, con la empresa de volver a ganar un Grand Slam, también sería un reto de altura para el suizo que sólo una cabeza a prueba de balas puede superar.
A esto, cabe añadir otro aspecto que podría hacer mella en la cabeza de Djokovic: prácticamente el 90% de la grada apoyará a Roger. Volverá a no tener el apoyo del público, algo que muchas veces le ha traído problemas. Como en las dos últimas ediciones de Wimbledon, mantener la adrenalina dentro y no verse descentrado por esto será un detalle que, aunque pueda parecer insignificante, hará que esta circunstancia casi ‘extra-deportiva’ no repercuta en el juego del serbio.
Lo más importante de todo: el espectáculo. La última final de Grand Slam que hemos visto irse al quinto set se remonta a Wimbledon 2014, y la penúltima al Us Open 2012. Los aficionados al tenis están sedientos de un partido que marque las diferencias, un match épico, histórico, para recordar. Hasta el momento, la combinación Federer + Djokovic + Us Open nunca ha decepcionado. Hoy, en la Arthur Ashe, el 18 y el 10 en juego. Los dos mejores, frente a frente, para bajar el telón de los Grand Slams este año. No se puede elegir mejor. Show must go on.
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