martes, 18 de agosto de 2015

Desigualdades laborales

Por Mati Cardeñas

El sistema económico actual, el sector laboral, sus trabajadores/as, empresarios/as y fuentes de financiación, se han visto abocados a un pozo oscuro en el que veíamos muy lejos la luz y muy cerca el fin.

La crisis actual ha llevado a trabajadores y trabajadoras a buscar entre empleos basura, temporales (por no decir insignificantes), a aceptar horarios intempestivos de entrada o salida del trabajo y sobre todo, a conformarnos con sueldos que rozan lo sarcástico.

Pero, además de ésta situación de potencial pobreza que nos ha asolado y sigue asolándonos, también existen aquellos empresarios y jefes que explotan a su plantilla por varios míseros euros. 

Y aunque ahora los términos de mobbing, acoso laboral y conflictos laborales nos son más familiares de lo que deberían sernos, es cierto que la explotación laboral jefe/empresario-trabajadores/as, ha formado parte de nuestra historia durante mucho tiempo.

Desde tiempos del paleolítico, nuestros antiguos eran depredadores, cazaban y recolectaban alimentos, leña y otros materiales para construir sus ropas y herramientas. En estas primeras tribus, ya existían jefes. Existen estudios que demuestran que unas personas gozaban de más reconocimiento y poder sobre los demás, aunque en su estilo de vida predominaba la cooperación.

Si nos adelantamos un poco en el tiempo, durante la Edad Media, vemos mucho más clara la diferencia entre estatus sociales, nobles y peones. Esta estructura social era de tipo estamental, basando su estabilidad en la fidelidad, el vasallaje y el feudo. De forma piramidal, encontramos en el vértice, a la nobleza, más abajo el clero o iglesia y en la base de la pirámide, los trabajadores o el estado llano.

En la nobleza, la cúspide era ocupada por el rey que era la única persona con poder para legislar. Controlaban la vida económica y ejercían el poder de manera absoluta. Tras las cruzadas y la Reconquista, los reyes pasan a ser nobles aristócratas y las desigualdades aumentan más si cabe. Se diferencia entre señorío territorial y jurisdiccional (sin poder sobre los súbditos y pueden volver a la corona tras morir el señor). Se hace notable la diferencia entre nobleza alta y baja, en función de ingresos, proximidad al rey y posesiones. El rey se vuelve una figura autoritaria.

En cuanto al clero, son una figura terrateniente y que aumenta sus posesiones a través de las donaciones. Son señores feudales, similares a los nobles. Ya que, durante gran parte de la Edad Media, no podían controlar las órdenes religiosas de Roma, se dedicaron a ejercer el autoritarismo en sus tierras.

El clero tenía su propia legislación y no pagaba impuestos, aunque sí percibían el diezmo (parte de las recolecciones que los trabajadores entregaban, normalmente la décima parte) y pagaban al rey mediante tributos. Las órdenes monacales era muy ricas, como el obispado, pero los curas de parroquias eran muy pobres.

Por último, el estado llano era muy complejo y variado. Se componía por los vecinos del pueblo, campesinos y trabajadores. Existían hombres libres y esclavos, que estaban vinculados a la tierra y se les vendía con ella. Trabajaban y pagaban impuestos y estaban sometidos al derecho común. El campesino no podía abandonar el campo en el que trabajaba, a menos que pagara una redención o “remensa”. 

Durante la Guerra de Granada, y de esta manera, lo sentimos más cercano, gran parte de los musulmanes que habitaban en la ciudad de Málaga, se vendían a granel. Los guanches, habitantes de las Canarias, se resistieron a la conquista española y fueron vendidos como esclavos. Domínguez Ortiz, estimó que en el siglo XVI había casi 100.000 esclavos en España.

Por otro lado, en el Imperio Otomano, la victoria les llevó a esclavizar a los vencidos también. Machos castrados o eunucos, admitidos para salvar el harén. Se compraban también mujeres como concubinas. La mayoría de estos esclavos fueron traídos de Europa del Este y del Sur de Rusia. Los mamelucos formaron las fuerzas especiales y durante el final del Imperio Otomano, se redujo el poder de Europa del Este. Los otomanos empezaron a importar esclavos subsaharianos a través de Egipto.

Para concluir con este artículo, nos gustaría hacer una aproximación a la esclavitud o la explotación de la época moderna en la que vivimos (contradicciones varias). Actualmente, y aunque nos parezca que los españoles estamos sobre-explotados (y es así), son los extranjeros los que más la sufren. 

En sectores como la agricultura, la construcción, la hostelería y el trabajo doméstico son empleos en los que percibir salarios míseros (de hasta 1€ por hora), trabajar más de 12 horas, todos los días de la semana o vivir coaccionados, es el pan de cada día. Es por eso que la Agencia de Derechos Fundamentales, dependiente de la UE, lanzó el pasado 2 de Junio, un estudio sobre la explotación de extranjeros para alertar que la crisis ha propiciado la explotación laboral severa. Es evidente que uno de los obstáculos para vencerla, es la fragilidad de estas personas. No se atreven a denunciar por su inestable situación en el país o por miedo a represalias.

Según Vicenç Navarro, “España se ha convertido en uno de los países más desiguales de la UE y de la OCDE”. Una de las razones, explica Navarro, son las limitaciones del sistema educativo español, como causa a su vez, del escaso crecimiento económico debido a la escasez de gente formada en nuevas tecnologías y que respondan a necesidades del mundo productivo. 

Mi opinión es que, además de ser este sistema educativo muy insuficiente, ha sido criticado por reproducir las desigualdades sociales y revictimizar a personas en riesgo de exclusión social, fomentando las escuelas privadas y dejando de publicitar a las públicas (valga la redundancia).

Si algo hemos oído durante toda nuestra vida es que una persona con conocimientos, no será más débil que una persona que no los posea. Pero el problema no radica tan solo en la pésima educación española. La inversión en mejoras de puestos de trabajo, es un tema pendiente para nuestro país. Nuestros empresarios/as no sienten motivación hacia la inversión, cuando es tan fácil encontrar trabajadores poco formados y mal pagados. Estos empresarios deberían tener más ardua la tarea de encontrarlos, por lo que de ésta manera, invertiría más, para que la productividad aumentara. “Salarios bajos, baja productividad”.

Así pues, queridas lectoras y lectores, la explotación, la esclavitud y las desigualdades sociales en torno al terreno laboral, son características inherentes a la humanidad. Permanece en el tiempo, se aferra a nuestras sociedades a pesar del paso del tiempo y la modernidad.

Nos empeñamos en mejorar nuestra vida mediante la tecnología, a facilitarnos el día a día, pero nos olvidamos de lo más importante. Y es que no se trata de vivir mejor, sino de vivir.

"En una sociedad basada en la explotación y la servidumbre, la naturaleza humana se degrada."
 Piotr Kropotkin

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