La ex alcaldesa de Valencia quiere mantener durante un tiempo los dos puestos pese al rechazo en el Partido Popular.
Fabra ya intentó el mismo movimiento, ocupar el escaño de senador sin renunciar al acta de diputado autonómico, pero las duras críticas en el partido le obligaron a rectificar y a anunciar públicamente que no podría compatibilizar ambos cargos. De hecho, las fuentes consultadas ayer por este periódico confirmaron que el ex presidente autonómico presentará su renuncia definitiva al escaño de diputado autonómico en los próximos días. Las quejas, sin embargo, no parecen haber amedrentado a Barberá que, pese a todo, insiste en disponer durante algún tiempo de los dos cargos, lo que le proporcionará un extra salarial. Y es que, aunque existe una incompatibilidad de sueldos, la ex alcaldesa sí podrá optar a las remuneraciones tipificadas por la asistencia a los plenos y a las comisiones de la cámara autonómica. El aspecto económico no es el único fin que desde el PP atribuyen al movimiento de Barberá. De hecho, las fuentes consultadas incidieron en que pretendería visibilizar una hipotética ascendencia sobre las decisiones de Bonig en la recomposición del PP valenciano aunque su peso orgánico (más tras su decisión de ocupar plaza en el Senado) es muy limitado.Además, en el PP se temen que su decisión de compatibilizar ambos cargos aunque sea sólo durante un tiempo pueda provocar un nuevo incendio en las bases, especialmente en la ciudad de Valencia, donde se la responsabiliza de la pérdida del Ayuntamiento por sus ataques reiterados a Ciudadanos en plena campaña. «Si se queda va a romper con los nuevos tiempos que marcan no acumular cargos. La militancia quiere que renuncie y ya hay mucho malestar en las bases», explicaba ayer a este periódico un militante del partido.
El órdago de la ex alcaldesa tampoco contribuirá a pacificar los ánimos en la cúpula del PP en la Comunidad, que confiaba en una renovación ágil y sin trabas para poder afrontar con ciertas garantías el próximo proceso electoral. De hecho, desde Génova forzaron el relevo de Fabra en la cúpula antes de que acabara julio para no distraer la acción política con guerras internas por un vacío de poder. La elección de Bonig, de hecho, responde a la búsqueda de un perfil de líder con mano de hierro con capacidad para resolver los conflictos internos.
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