El golfista estadounidense afronta desde el jueves en St. Andrews el asalto al 'Grand Slam' tras ganar el Masters y el US Open.
Lunes, 21.00 horas. Green del 18 en St. Andrews. Apenas unos rayos de sol, un puñado de curiosos y cuatro personas entorno a la última bandera. Un día cualquiera en la cuna del golf. Un día cualquiera de no ser porque esta semana se disputa el British Open en su sede más emblemática. Un día cualquiera de no ser porque en el green estaban Michael Greller, Cameron McCormick y Jay Danzi. Caddie, entrenador y representante de Jordan Spieth. Son la compañía de la última joya del golf, la nueva estrella del deporte mundial.
Golfistas históricos apuestan por Jordan Spieth como ganador del Open Británico
Si Nike eligió al norirlandés Rory McIlroy, ausente en este British tras lesionarse el tobillo izquierdo en un partidillo de fútbol, para prolongar el imperio levantado en torno a Tiger Woods, la firma de ropa deportiva Under Armour apostó por Spieth. La compañía de Baltimore se la jugó antes de que el texano de 21 años ganase el Masters de Augusta, hace apenas cuatro meses. Lo puso todo por una promesa incluso antes de que deslumbrase en las calles del Augusta National en 2014, cuando terminó segundo con 20 años.
Tras comprobar su explosión a nivel mediático, Under Armour temía una jugada similar a la que sufrió con el jugador de los Oklahoma City Thunder de la NBA Kevin Durant, al que ofrecieron la friolera de 250 millones de dólares para ver cómo terminaba cruzando el país y firmando en Oregón por Nike. Un juego perdido que no han querido sufrir de nuevo en el mundo del golf.
Diez millones de dólares anuales
Así que, con la chaqueta verde recién estrenada, Under Armour ofreció una ampliación de contrato al hombre que hoy sueña con varias cosas: con el Grand Slam a corto plazo, y con superar a Tiger antes de mirar a los 18 grandes de Jack Nicklaus a largo. No hay cifras oficiales, apenas especulaciones, pero sí datos que la compañía ha filtrado en un aviso a navegantes: ocho cifras garantizadas de forma anual -o lo que es lo mismo, un mínimo de 10 millones de dólares por año hasta 2025-, primas por objetivos, acciones de la empresa y una futura línea de ropa deportiva con su nombre. Como Tiger. Como Michael Jordan.
Sus números
1 'RANKING'. Si logra la victoria en St. Andrews, alcanzará el número uno del ranking mundial ante la ausencia de McIlroy.
2 'MAJOR'. Número de grandes ganados en 2015. Si vence en el British y en el US PGA sería sólo el segundo jugador de la historia en completar el 'Grand Slam'.
10 MILLONES. Fijo por temporada que cobra de Under Armour, más primas y acciones.
2025 AÑO. Ahí concluye el mega-contrato con esa firma de ropa deportiva.
Un contrato que ata al texano a la empresa de la costa este durante una década. Un contrato que, a estas alturas, ya parece rentabilizado. No tanto por los dos grandes que acumula en su palmarés en 2015. Ni siquiera porque sea el primer golfista que suma los dos primeros majors en un mismo año desde hace una eternidad. Tampoco porque tenga a tiro un Grand Slam que sólo consiguió Bobby Jones en 1930 -un estudio estadístico de la cadena de televisión estadounidense ESPN le concede apenas un 1% de posibilidades de lograrlo-. No. La realidad es que su éxito va mucho más allá.
Jordan Spieth es un modelo, es el hijo que toda madre querría tener. Sencillo, humilde, entregado al cuidado de su hermana discapacitada cuando no compite, trabajador, agradecido... Sin entrar en su esfera privada, el texano es el nuevo héroe americano, el golfista capaz de disputar el John Deere Classic en Silvis, Illinois, cuando toda la armada estadounidense ya está en Escocia para adecuarse a las especiales condiciones del British sólo para cumplir la promesa que hizo al conquistar allí su primer torneo profesional. El texano es ese golfista incombustible, quizás fruto de la edad, de la ambición silenciosa que le corroe por dentro, capaz de cruzar el Atlántico en un vuelo charter nada más recoger su cuarto trofeo del año (se impuso a Tom Gillis en el desempate del John Deere) y recorrer cada calle y cada green de St. Andrews acompañado de su círculo más íntimo como si de un novato se tratara.
Jordan Spieth es un muchacho, un veinteañero con aviso de calvicie galopante al que todos miran, porque quizás su preparación no haya sido la más adecuada, pero... Jugar en un campo abierto, sin viento y con un sol radiante nada tiene que ver con el rumple escocés, con esas arrugas de las calles que regalan posiciones imposibles, con esos greens ondulantes que se confunden con la calle, con los vientos del Mar del Norte. Ni un mínimo parecido con la mística de St. Andrews, con el Swilcan Bridge, donde él también se hizo la foto de rigor. Ni siquiera encontrará parecido con el simulador en el que ha practicado. Pero tampoco había jugado nunca en Chambers Bay (allí se disputó el US Open) y...
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