Aquiles lo tenía claro, " la gloria antes que la vida". Hijo del mortal Peleo y de la ninfa marina Tetis, rey de sus fieles guerreros, los Mirmidones de Ftia (sureste de Tesalia) . Él fue a Troya sabedor de que no volvería a casa, de que no habría nada más allá de esa última gran batalla. La gloria, en definitiva, era la existencia en sí misma. ¿Qué mejor motivo para morir, o vivir, qué ser recordado por los tiempos de los tiempos? ¿Qué puede haber más grande que ser leyenda?
"A morir, los míos mueren; no temen a la muerte", estas palabras no son de Aquiles en una playa troyana, sino de Diego Pablo Simeone. El entrenador del Club Atlético de Madrid ha devuelto a una institución centenaria, llena de logros, pero decrépita, al primer escalón mundial, a la élite entre las élites. La sed de gloria y el sentimiento de grandeza los llevó el año pasado a conquistar una Liga imposible y a tocar con los dedos la Copa de Europa, la mayor competición a nivel de clubes. Los dioses decidieron que aún no era su momento. Sus Mirmidones vieron entre lágrimas como, al igual que 40 años antes ante el Bayern de Múnich, la Orejona les daba la espalda. El mismo rival de aquella dramática final de Lisboa los volvía a retar en cuartos de final, el todopoderoso Real Madrid.
El Atlético esta temporada he tenido que evolucionar ante dos graves pérdidas, como son las de Filipe Luis (el lateral izquierdo indiscutible, y probablemente el mejor "tres" del curso pasado) y su ariete estrella, Diego Costa (más de 30 goles sumando todas las competiciones). El caso del hispano-brasileño es todavía más sangrante, ya que permitía al conjunto de Simeone explotar el contragolpe gracias a la mejor cualidad de Costa, la potencia en carrera con verde por delante. Se firmó a Mandzukic, otro Mirmidón de diferentes cualidades, más estático, nueve referencia, y a la joven y flamente estrella de la Real Sociedad, el francés Antoine Griezmann (25 goles hasta la fecha, 22 en Liga BBVA, sólo dos en Champions). El galo pasó de jugar en banda a ser un medipaunta-delantero, jugando por dentro, que ha revolucionado su nivel: mucho más vertical, incisivo y trabajador sin balón, el técnico lo ha convertido en un jugador de primer nivel mundial. El debe aún lo tiene en los grandes partidos, en donde no ha sido capaz de brillar con luz propia. Tiempo al tiempo.
Estos cambios en la plantilla, junto a la pérdida de Courtois, un coloso bajo los palos del nivel de Ajax, han obligado a modificaciones estructurales en el ecosistema del equipo. La banda izquierda en la salida de balón ha cedido protagonismo a la derecha, en donde Juanfran se ha erigido como un excelente atlante, apoyándose con el Sultán Arda Turan o el centinela Koke, según momentos del partido. Esto ha obligado al equipo a perder cierta parte de su espíritu contragolpeador, lo que ha desencadenado en un embotellamiento en escenarios adversos, como le volvió a pasar contra el Real en los cuartos de final de Copa de Europa. Lo que antaño era una salida con Diego Costa, hoy se torna en un callejón sin salida en donde el equipo se ahoga, como le sucedió en Lisboa. La contratación de Torres en este sentido ha ayudado al equipo, pues da más profundidad, pero el ya veterano fuenlabreño está lejos de su mejor nivel, y es más un recurso que una primera opción. ¿Qué puede hacer el ejército colchonero? Sin duda en verano deberá realizar permutas que permitan al equipo crecer y tener más variantes en el juego, cosa de la que adoleción en octavos ante el Leverkusen y en cuartos de final ante el Real Madrid. La rocosidad, el orden y la disciplina espartana sigue intacta, pero a la hora de crear con balón faltan motivos para la gloria.
Gabi ha bajado ostensiblemente su nivel, al igual que Tiago, y sin ellos el mediocampo colchonero ha bajado muchos enteros. Un ejército necesita de un pasillo de seguridad, que diría uno de los mejores generales españoles, Luis Aragonés, santo y seña del club colchonero. El mediocampo adolece de la creatividad necesaria para sorprender a los rivales. El ejército rojiblanco necesita renovarse.
"El esfuerzo no se negocia" es uno de los slogan de Simeone, pero si bien Aquiles era tenaz y disciplinado, necesitaba del innegable don para dar muerte a sus enemigos para ser glorioso. La gloria no sólo requiere de actitud, sino también de aptitud, y ahí es en donde los Mirmidones andan un tanto escasos para competir contra los mejores.
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