Vía El País
El Estado Islámico (EI) y su poderosa red de propaganda por la Red, que llega hasta los lugares más recónditos, está obligando a las Fuerzas de Seguridad del Estado a reforzar la presión para garantizar la seguridad y evitar que España se convierta en un granero del yihadismo, según reconocen fuentes del Gobierno, policiales y judiciales. Hasta el momento alrededor de un centenar de personas han viajado como combatientes desde España a Siria a Irak. El temor a la aparición en España de la figura del lobo solitario, terrorista que actúa solo, está acelerando la política de detenciones preventivas. Ayer, una nueva operación policial, en la que fueron detenidas ocho personas —seis hombres y dos mujeres— en Barcelona, Ávila, Girona y Ciudad Real, evitó que dos niñas menores de edad viajaran hacia la muerte.
Agentes de la Comisaría General de Información de la Policía ejecutaron la séptima redada del año contra el salafismo —tres en España y cuatro en el extranjero relacionadas con residentes españoles, con 21 detenidos— para evitar, entre otros riesgos, que dos niñas, menores de edad, viajaran a Siria para unirse a las huestes de Al Baghdadi, el dirigente del EI que con su “terror informativo” ha captado a más de 3.000 combatientes extranjeros, centenares de ellos mujeres. Las dos chicas prestaron declaración como testigos y relataron cómo y por quién estaban siendo captadas para llevar a cabo su viaje, según fuentes judiciales.
Las dos menores habían sido abducidas a través de foros restringidos por uno de los detenidos en una reciente operación de la Guardia Civil contra una célula desarticulada el pasado 24 de febrero en Melilla y Barcelona. Los salafistas se dedicaban al reclutamiento de mujeres a través de un portal de Internet en el que tenían más de 1.000 seguidores, entre ellos las dos menores interrogadas ayer. En sus mensajes hacían apología de tácticas terroristas e hincapié en el martirio.
Esta última operación demuestra que el imán del Estado Islámico sigue atrayendo adeptos no solo en las cunas tradicionales de la yihad en España —Cataluña, Levante, Ceuta o Melilla—, sino también en pueblos como Fuente el Fresno (Ciudad Real) o Cebreros en Ávila, desde donde uno de los detenidos que se hace llamar en su Facebook Abu Ishaq Arifi, colgaba fotos luciendo banderas del EI junto al cartel de la Comunidad de Madrid.
“El riesgo es el mismo que antes, pero tenemos que actuar mucho más rápido porque hay mucha más actividad a causa de las redes sociales”, afirma un alto mando de la lucha antiterrorista. “No son decisiones que tome la autoridad política; las toma la autoridad judicial. Nos estamos encontrando con situaciones en las que hay que actuar porque la policía nos aporta datos que demuestran presuntos delitos de carácter criminal”, señala Javier Zaragoza, fiscal jefe de la Audiencia Nacional, el organismo judicial que dirige todas las operaciones antiterroristas. “El hecho de tener más información implica que haya más operaciones y, por supuesto, ha habido un impulso político antiyihadista desde el ministerio”, reconoce Francisco Martínez Vázquez, secretario de Estado de Seguridad. “Cada vez nos encontramos con seguidores en lugares más pequeños y fuera de la influencia de captación que había antes en el radio de algunas mezquitas. Esa es otra prueba de la influencia de Internet”, apunta Dolores Delgado, la fiscal coordinadora de la lucha contra el terrorismo yihadista en la Audiencia Nacional.
Francisco Martínez, secretario de Estado para la Seguridad, coincide en el diagnóstico: “Se está detectando mucho más movimiento a través de sus terminales mediáticas en las redes sociales, una intensificación de la propaganda de captación, del adoctrinamiento. Esa mayor actividad se puede ver como una mayor amenaza, en general”. Y ponía como ejemplo la revista Dabiq, “muy explícita en su último número en el que repudia a todos aquellos que promuevan una imagen del islam como religión de paz, frente al islam de la espada, el que según la publicación llama a la acción a los muyahidines”.
La coordinación internacional es cada vez más estrecha ante la evidencia de que la amenaza es global. Un teléfono intervenido en Roma puede ser clave para detectar una célula en París o Madrid. En España, tras el atentado del 11-M de 2004, el Gobierno ha reforzado la coordinación y eso facilita el análisis de la información. “Hemos trabajado tanto en el ámbito internacional (Europol e Interpol donde se vuelca toda la información sobre los combatientes extranjeros) como en el ámbito interno, con la creación del CITCO (Centro de Inteligencia contra el Terrorismo y el Crimen Organizado), que ejerce como órgano coordinador de inteligencia de todas las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y que es punto de referencia para Europa”, asegura Martínez.
La célula desarticulada ayer no preparaba atentados. Ejercía lo que los especialistas de Interior han definido como “terror informativo” y centraban sus tareas de captación y proselitismo en inmigrantes o españoles de origen marroquí con “nulo o bajo conocimiento del árabe”. Su estrategia es idéntica al de otros grupos desarticulados desde la aparición del EI: la difusión de vídeos violentos donde se magnifica a los criminales y denigra a sus víctimas, presentadas como enemigos.
Los detenidos —todos españoles aunque cinco de ellos tienen origen marroquí—, estaban en contacto con un operativo que los tutelaba desde uno de los campamentos del EI en el norte de Siria. La célula respondía al prototipo habitual: deslocalizada y autónoma.
Las cifras de células desarticuladas van camino de batir récords: diez grupos en los dos últimos años entre la Policía y la Guardia Civil, y 21 detenidos en los últimos dos meses y medio. En todo el año pasado fueron detenidas 36 personas por estos delitos y 20 en todo 2013. ¿Qué está pasando? “No hay secretos. La respuesta está en el poder de atracción del EI y el efecto de su propaganda en las redes sociales”, responde el responsable de las principales operaciones contra el yihadismo en España.
No hay comentarios:
Publicar un comentario