La receta para evitar el extremismo violento es, en opinión de la Casa
Blanca, la integración e inclusión de las comunidades de inmigrantes,
algo que está en el ADN de Estados Unidos al ser una nación formada por
gente llegada de fuera. Planificada meses atrás pero de vigencia
absoluta tras los ataques terroristas de París y Copenhague,
la Cumbre contra el Extremismo Violento que desde el martes se celebra
en Washington pretende exponer los esfuerzos de la Administración de
Barack Obama para prevenir que grupos como el Estado Islámico recluten
para sus filas a jóvenes que se sienten marginados y lancen ataques
dentro de EE UU.
Obama se dirigió este miércoles en la Casa Blanca a representantes de
la sociedad civil y del sector privado para asegurar que Estados Unidos
no estaba en guerra con el Islam, sino contra “aquellos que han
pervertido el Islam”. “No debemos aceptar nunca la premisa de que
América y Occidente está en guerra contra el Islam porque es una
mentira”, ha declarado el presidente casi en un eco de un discurso ya
lejano, como el que pronunció en El Cairo al estrenarse en la
presidencia en 2009.
En opinión del mandatario, grupos como Al Qaeda y el Estado Islámico
buscan desesperadamente legitimidad, se autodenominan luchadores de una
guerra santa en defensa del Islam. “Pero no son líderes religioso, son
terroristas”, ha dicho Obama levantando un cerrado aplauso en la sala.
“Y no representan a mil millones de musulmanes”.
Haciendo un recorrido por la historia de Estados Unidos desde su
fundación hace más de dos siglos, el presidente repasó todos los
desafíos y derrotas que ha vivido y sufrido el país, desde la guerra
civil al atentado de Oklahoma o el 11-S. También victorias, como liberar
a Europa del fascismo o derrotar al comunismo. “Siempre hemos vencido”,
ha dicho el mandatario. “Nos levantamos; reconstruimos y salimos
adelante”, ha proseguido. “Así somos”.
Para vencer estas ideologías extremistas, Obama dijo que una de las
herramientas más importantes es no perder de vista los valores que hacen
de EEUU y Occidente sociedades libres. “Los terroristas esperan que
traicionemos nuestros valores, y no lo haremos”, puntualizó Obama,
asegurando que EEUU no es un país hostil, sino una nación que recibe y
trabaja con todas las creencias. La Administración de Barack Obama intenta
prevenir que grupos como el Estado Islámico recluten para sus filas a
jóvenes que se sienten marginados y lancen ataques dentro del país.
La tesis para evitar la radicalización la avanzó el martes su número
dos, el vicepresidente Joe Biden, al definir esta nación como “un crisol
de culturas”, que aunque no tiene todas las respuestas para atajar el
extremismo violento sí posee más experiencia que Europa, diana de varios
ataques de radicales, que se enfrenta a “una cantidad significativa de
inmigración como un fenómeno nuevo”.
En el día dedicado a la agenda interior, la cumbre se centra hoy en
los programas piloto puestos en marcha por la Administración en los que
líderes religiosos y civiles trabajan con las autoridades competentes
para enfrentar la influencia del extremismo en lugares como
Minneapolis-Saint Paul (Minesota), Los Ángeles y Boston (escenario del
atentado contra el maratón en 2013). “Tenemos que trabajar desde la base
e involucrar a nuestras comunidades con aquellos susceptibles de
radicalizarse porque se sientan marginados”, declaró Biden, que
consideró que las respuestas tienen que ir más allá de una acción militar.
A principios de año —y tras el ataque contra la revista satírica Charlie Hebdo—,
Obama ponía frente al espejo a Europa al decir que “el mayor peligro”
del Viejo Continente eran los problemas de convivencia con la población
musulmana —que sin embargo en EE UU se sentía integrada y
estadounidense—. Ahora, la Casa Blanca pretende utilizar el caso de
Minesota para ver “qué está funcionando y qué no” y ampliar este tipo de
programas a otros lugares. En el área de las Twin Cities —como se
conoce a Minneapolis-Saint Paul—, la pasada primavera la fiscalía
recurrió a prominentes miembros de la comunidad somalí para intentar
evitar que jóvenes fueran reclutados para las filas del extremismo
violento. La Casa Blanca está siendo muy cuidadosa con los términos y
hasta ahora ha evitado las expresiones “extremismo islámico” o “musulmán
extremista”.
El acercamiento de las autoridades a las
comunidades musulmanas ha despertado recelos entre los grupos de defensa
de los derechos civiles que temen que este plan sirva como puerta
trasera para instalar sistemas de vigilancia
Más de la mitad de todos los somalíes que viven en EE UU se
concentran en este Estado del Medio Oeste, fronterizo con Canadá. Entre
2006 y 2008, varios estadounidenses de origen somalí se unieron
supuestamente al grupo terrorista Al Shabab para luchar en el extranjero y más de 20 personas están encausadas en Minesota por participar o facilitar ese reclutamiento.
El acercamiento de las autoridades a las comunidades musulmanas en
estos programas piloto ha despertado recelos entre los grupos de defensa
de los derechos civiles que temen que este plan sirva como puerta
trasera para instalar sistemas de vigilancia que violen los derechos de
los individuos e invadan su privacidad. En opinión del grupo Muslim
Advocates, el plan de la Casa Blanca parece centrarse “solo en la
comunidad musulmana, que es responsable de una pequeña fracción de las
actividades terroristas que se llevan a cabo en EE UU”. Según datos del
FBI citados por Muslim Advocates, solo un 6% de los incidentes
terroristas llevados a cabo en el país entre 1980 y 2005 fueron
“atribuibles a musulmanes”.
El grupo de defensa de los musulmanes indica que son numerosos los
estudios que sitúan a los grupos de extrema derecha como la principal
amenaza de violencia ideológica en el país. Cualquier otra fe, dice el
grupo, incluida la cristiana y la judía, “estaría horrorizada al saber
que las fuerzas del orden han pedido a sus líderes religiosos que
vigilen a sus fieles y se reporten a los agentes”.
La agenda de la cumbre,
con 13 sesiones solo en el día de ayer hoy y que concluye mañana
jueves, no cuenta con ningún grupo de trabajo sobre libertades civiles o
privacidad. Sí se dedicará tiempo a dialogar sobre el papel de las
redes sociales en las estrategias de reclutamiento de organizaciones
radicales como el autodenominado Estado Islámico.
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