Las tropas kurdas anunciaron la liberación de Kobane. Tras meses de batallas, las YPG/YPJ (Unidades de Protección Popular y Unidades de Protección de las Mujeres), han conseguido expulsar a las afueras de la ciudad a las tropas del Estado Islámico, con ayuda de los peshmerga (ejército del Gobierno Regional del Kurdistán en Irak). Esta victoria, más simbólica que estratégica, ha sido otra evidencia más de la decadencia militar del Estado Islámico. Atacado por múltiples frentes, el control territorial de las fuerzas yihadistas no hace más que reducirse cada día.
En Irak, el EI está usando todos los medios posibles por evitar que se cierre el cerco sobre Mosul, la segunda ciudad más importante de Irak y la más grande controlada por los radicales.
Retrasando el asedio
Desde que los kurdos tomaron posiciones en el Tigris, Mosul ha visto amenazadas todas sus líneas de abastecimiento. Desde mediados de enero, el Estado Islámico ha enviado refuerzos en gran número, fortificando los pueblos de la ribera occidental cercanos a Qayarrah. Al mismo tiempo, varias escuadras lanzaron una incursión, el día 15 de enero, contra los peshmerga al sur de Kirkuk, intentando atraer atención del frente del Tigris. El ataque fue repelido. La misma táctica se repetía en la ciudad de Sinjar, donde los yihadistas, negándose a abandonar la capital de los yazidíes kurdos, han intentado levantar una última resistencia dirigidos por Abu Omar al Shishani (Omar el Checheno), un joven comandante de nacionalidad georgiana curtido en la guerra de 2008 contra Rusia. El frente de Zumar también vivió escaramuzas, concentradas sobre todo en el pueblo de Salihiah. Los integristas hacían uso de vehículos armados con munición de alto calibre y explosivos para lanzar ataques relámpago sobre los kurdos. En Sultán Abdullah, la lucha contra los combatientes kurdos y la policía iraquí se intensificaba.
Ataque sobre Kisak
Ante la resistencia de Tal Afar, gran ciudad y bastión defensivo clave del Estado Islámico en el camino a Mosul, los peshmerga pusieron en marcha una nueva estrategia para proseguir con sus planes de asedio. El 21 de enero atacaban la zona de Kisak, punto intermedio entre Tal Afar y Mosul, mientras otra columna kurda golpeaba el subdistrito vecino de Wana. Simultáneamente, el apoyo aéreo de la coalición barría las posiciones defensivas del Estado Islámico y bombardeaba sus cuarteles en Tal Afar. Cerca de 5.000 peshmerga y 1.000 voluntarios participaban en la operación.
La buena coordinación entre los kurdos y la coalición impidió que los yihadistas pudieran reorganizar una contraofensiva a tiempo, viendo cómo la intersección de la carretera 47 caía en manos de los peshmerga. La toma de los altos del Badush cortaba los suministros y los refuerzos que Mosul podía ofrecer a Tal Afar y a Sinjar, al menos de manera directa. Diversos efectivos yihadistas huían a la población de Iski, donde se reorganizaron para presentar una mayor resistencia tras ceder casi 500 kilómetros cuadrados esenciales.
Esta derrota para el Daesh ponía 400 kilómetros más de carretera entre Siria y Mosul, teniendo que usar la ruta de al Qa’im. Los contraataques del Estado Islámico, muchos de ellos con vehículos suicidas cargados de explosivos, no lograron impedir que los kurdos liberasen nuevos enclaves en la zona y consolidaran su éxito reciente.
El bombardeo de Mosul
Las nuevas posiciones de los kurdos permitieron el 23 de enero bombardear con su propia artillería los barrios norteños de Mosul. Aunque la ciudad lleva meses sufriendo los ataques aéreos de la coalición, esta es la primera vez que tropas terrestres tenían la capacidad de efectuar un ataque así. El uso de los lanzacohetes múltiples BM-21 Grad o Katyusha llegó incluso a golpear el centro de la ciudad. Los peshmerga han consolidado sus bases al noroeste y también al noreste de la ciudad, asentándose en Bashiqa. Los días siguientes diversos enclaves de Mosul eran objetivo de los bombardeos kurdos.
A pesar de que aparentemente varias posiciones yihadistas fueron destruidas, como el bastión situado en el barrio de Qadsia, el presidente del Gobierno Regional del Kurdistán, Massoud Barzani, ordenó que se detuviera la maniobra por miedo a causar más víctimas civiles. Estos bombardeos han sido rápidamente utilizados por el Estado Islámico como propaganda contra los kurdos. Varios vídeos donde aparecen civiles heridos a causa de los bombardeos circulan por internet llamando a nuevos reclutas a las filas de los radicales islamistas.
Para el 24 de enero los combates giraban en torno a Iski. Temeroso del avance kurdo, el Estado Islámico ordenaba volar el puente de Sabuniya, al noroeste de Mosul.
El Estado Islámico entra en crisis
Las continuas derrotas han estado causando estragos serios en la moral yihadista. Sus pequeñas victorias se resumen en emboscadas, la mayoría durante ataques nocturnos. Incapaces de mantener posiciones, se ven obligados a retirarse y a no moverse en grandes números si no quieren ser interceptados y bombardeados. Esta táctica puede servir para entorpecer el avance peshmerga, pero no para detenerlo. El problema de la maniobra de la guerrilla es que no es eficaz para defender posiciones fijas. La dependencia del Estado Islámico de Mosul, ciudad que ha funcionado como capital del grupo armado, les impide usar los principales puntos de la guerra asimétrica. Su insistencia en evitar un bloqueo total de la ciudad, basándose en lo que supondría para su imagen y moral la caída de ésta, les ha sometido a una guerra de desgaste que dudosamente podrán mantener a la larga y en la que parecen estar perdiendo casi todas las jugadas.
Un contraataque desesperado
El 25 de enero, los comandantes del Estado Islámico comenzaban una gran operación con la intención de golpear múltiples frentes. La sensación de claustrofobia que se cernía sobre Mosul les llevó a intentar romper el avance kurdo fuera como fuera, arriesgándose a sufrir un elevado número de bajas con tal de sobrepasar la sólida línea enemiga.
Una vez más, aprovechando la protección de la noche, las diversas escuadras yihadistas lanzaban una ofensiva sorpresa en el frente de Makhmour, al oeste y el frente de Bashiqa y Mawaran al norte. Durante las primeras horas, el Estado Islámico pudo sobrepasar las posiciones kurdas en el frente de Makhmour, capturando tres aldeas limítrofes. Las poblaciones de Sultan Abdullah y Tal Shair se vieron amenazadas, pero la reacción peshmerga partió la incursión y recapturó todo el territorio que había sido tomado horas antes. En Bashiqa la situación fue incluso peor para los yihadistas. Las planicies de Nínive dificultaron el ataque sorpresa y el asalto sobre las defensas kurdas se complicó. Con el uso de tanques y cohetes, las tropas del Kurdistán detuvieron en seco la ofensiva y causaron un alto nivel de bajas entre los atacantes.
Al final de ese mismo día, el Ministerio de la Fuerzas Peshmerga anunciaba que el 95% de los territorios del Kurdistán estaban bajo control del gobierno.
Un nuevo escenario
El balance de fuerzas parece haber cambiado totalmente. El pasado verano, el armamento del Estado Islámico se engrosó con los arsenales capturados al ejército iraquí. Disponiendo de rifles de manufactura norteamericana, vehículos armados e incluso tanques, los peshmerga apenas podían hacer frente a los yihadistas con el anticuado armamento soviético que disponían. Como ya analizamos anteriormente, la nueva situación armamentística ha desequilibrado la balanza en favor de los kurdos. Los ataques aéreos de la coalición marcaron un antes y un después, pero la dependencia que los combatientes kurdos tenían de ellos limitaba mucho su capacidad de actuación. Estos bombardeos incluso llegaban a veces con retraso, siendo ineficaces o limitando el avance kurdo.
En las últimas semanas los peshmerga han hecho exitosa gala del uso de los misiles MILAN deteniendo en seco las ofensivas yihadistas. Los vehículos blindados del EI, anteriormente invulnerables al armamento kurdo de bajo calibre, rifles kalashnikov en su mayoría, ahora eran destruidos con precisión a varios kilómetros de distancia.
Tras los últimos fracasos, el Estado Islámico se ha demostrado más que incapaz en evitar el inminente cerco de Mosul. Aún habrá que esperar a que las tropas del ejército iraquí estén preparadas para participar en la operación ya que los kurdos se muestran reticentes a encargarse de ello.
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