viernes, 23 de enero de 2015

¿Qué debo hacer?

Por Sergio Ruiz.

Immanuel Kant (Königsberg, Prusia, 22 de abril de 1724 – Königsberg, 12 de febrero de 1804), seguramente el filósofo más trascendente en el campo de la ética y la moral. Además, ciencia, derecho, teología o historia son algunos de los campos que también se vieron recompensadas con sus publicaciones y estudios.
 
Kant publicó sus grandes obras a una edad tardía, sobrepasados los 50. Hombre de unas constumbres férreas y rutinarias, escribió tres grandes obras, las "Críticas": la primera dedicada a la metafísica como ciencia, en donde se pregunta ¿qué puedo conocer? La segunda dedicada a la ética (junto a "Fundamentación para una metafísica de las costumbres", sus dos grandes aportaciones al campo de nuestro deber), la tercera a la teleogía y estética (¿qué me cabe esperar?).
 
La gran pregunta que nos acerca Kant, y se planteó para establecer uno de los principios éticos más relevantes de la historia, fue tan simple como farragosa: ¿Qué debo hacer?
 
Dentro de su primera gran obra ética, la "Fundamentación", en donde el filósofo prusiano resuelve esta cuestión, encontramos el archiconocido imperativo categórico.*
 
"Obra sólo según una máxima tal, que puedas querer al mismo tiempo que se torne en ley universal"
 
"Obra de tal modo que trates a la humanidad, tanto en tu persona como en la de cualquier otro, siempre como un fin y nunca solamente como un medio"
 
"Obra como si por medio de tus máximas fueras siempre un miembro legislador en un reino universal de los fines"
 
 
Kant, por tanto,tiene claro que el hombre debe buscar el bien (máximas), pero ¿qué es bueno y qué es malo? Bueno es todo aquello que, si lo aplico hacia los demás, quiero que sea de igual condición para conmigo. Veamos, si yo robo, ¿qué ventaja obtengo? Lo robado, ¿correcto? Bien, entonces si todos robásemos, yo perdería lo obtenido, porque también habría hurto sobre mi persona. Eso es lo que Kant define como malo. Ahora vayámonos al otor extremo: si yo soy caritativo, luego querré que las demás personas lo sean conmigo, ¿verdad? Entonces, afirma el genio de Königsberg, eso es bueno. Ergo, las máximas deben ir orientadas hacia una única finalidad: hacer el bien.
 
Dentro de estas medidas para "hacer el bien", no está el objetivizar a las personas (medio para un fin, en clara alusión a Maquiavelo, "el fin justifica los medios"), pues, como hemos explicado antes, uno como individuo no querrá que suceda para sí. No es una máxima, por tanto.

La universalidad ética de tus acciones es necesaria. Para lograrlo, Kant detecta un nuevo obstáculo: el interés. ¿Cómo conseguir actuar, buscando el bien común, si yo, como individuo, tengo un interés propio? En otras palabras, ¿como ser universal a través de mi máxima, si yo, ente subjetivo, me pongo por delante de los demás? Precisamente el hecho de ser un imperativo categórico. Uno puede esgrimir que el bien común no tiene porque ser de su interés (ergo, no es universal), por tanto esos imperativos serían hipotéticos. Como hemos explicado, los categóricos deben ser de debido cumplimiento por todos los seres humanos, y para ellos deben ser desinteresados. ¿Cómo puedes lograr que no haya interés por medio? Mediante la universalidad, en donde tú, sujeto, dejas que el objeto (el bien común) sea el fin último, es decir, tu máxima.

Kant, en su gran obra metafísica, "Crítica de la razón pura", explica el giro que debe llevar a cabo el conocimiento científico, con respeto a la teoría antropocentrista, desarrollada principalmente en el Renacimiento, y recogida por La Ilustración. Siguiendo el símil del astrónomo Copérnico, que afirmaba que el Sol, y no La Tierra, era el centro del universo (el Sistema Solar), esgrime Immanuel que el hombre, dada sus condición natural de ser finito, debe dejar a un lado la idea extendida de que es el centro de todo, sino, al igual que nuestro planeta, que debe "girar" alrededor de la gran estrella, el centro de todo, el objeto.


* Posteriormente, Kant desarrolla su ética y moral en su obra magna en este campo, la
"Crítica de la razón práctica"

No hay comentarios:

Publicar un comentario