Por Beatriz Camacho y Raquel Márquez.
El miedo volvió a la ciudad de Madrid la mañana del viernes 2 de enero. Un hombre, de origen magrebí, de nombre Jamal Herradi, fue detenido en la estación de Atocha por agentes de la Policía Nacional tras amenazar con inmolarse en un tren de Cercanías, a pocos metros de su llegada a la estación.
Una vez conocida la noticia se activó el protocolo antiterrorista, conocido como Circular 50. Este procedimiento habitual es utilizado para articular las medidas de seguridad, coordinación o desalojos ante una amenaza. El desalojo de Atocha se llevó a cabo de manera rápida y ordenada. La circulación de los trenes y el tráfico de la zona fueron detenidos.
Jamal Herradi, que viajaba en el tren procedente de Torrejón de Ardoz, amenazó con suicidarse al hacer explosionar la mochila que llevaba con él. Algunos de los pasajeros del vagón activaron el freno de emergencia, consiguiendo así parar el tren a unos 500 metros de la estación de Atocha. En ese momento las puertas se abrieron y varios de estos pasajeros pudieron escapar a través de las vías. El recuerdo del 11-M debió estar más presente que nunca: mismo lugar, misma situación. La sensación colectiva de histeria, miedo e inseguridad se vio reforzada con el desalojo de la estación.
Entonces los efectivos del Tedax, expertos en desactivación de explosivos de la Policía Nacional, entraron en acción. Examinaron las pertenencias del magrebí para comprobar si su amenaza era cierta. La mochila con la que viajaba tan sólo contenía una botella de agua y algunos objetos personales. Jamal Herradi fue entonces detenido. Actualmente ha sido puesto en libertad, sin medidas cautelares, junto a un cargo de delito de desorden público, según informó el Tribunal Superior de Justicia de Madrid (TSJM). La instrucción sigue su curso.
Atendiendo a las víctimas del falso atentado, nos percatamos de que no hubo heridos. Sin embargo, el Samur atendió a cuatro personas en el entorno de la estación, ¿por qué? Crisis de ansiedad: palpitaciones, náuseas, sudores, opresión, sensación de ahogo, miedo a morir… son síntomas muy comunes en este tipo de situaciones, debido a la tensión y las fuertes emociones vividas en esos momentos.
Posteriormente, el Ministerio del Interior declaró que el detenido no tiene vinculación con redes islamistas o radicales.
Asimismo, también informó de que este ciudadano se encuentra en tratamiento psiquiátrico y había sido ingresado el pasado mes de diciembre. Actualmente recibe tratamiento por sus problemas mentales, a saber, un trastorno de conducta. Además, tiene un antecedente reciente por amenazas y violencia de género, con orden de alejamiento, según Fernández Díaz.
Si bien no se ha especificado el trastorno que padece, es posible que se trate de alguno de los principales trastornos relacionados con este tipo de sucesos. En general, los trastornos mentales más frecuentes relacionados con la violencia son las psicosis, los delirios paranoides y las alucinaciones, junto al consumo abusivo de alcohol y drogas.
Entre los enfermos mentales es muy habitual que estos comportamientos violentos vengan provocados por trastornos del pensamiento -con ideas delirantes-, de percepción -alucinaciones que controlan el comportamiento- o de la personalidad -como el trastorno antisocial de la personalidad o el narcisista-, junto a un rechazo al tratamiento. En concreto, los cuadros clínicos más observados a la hora de llevar a cabo una conducta delictiva son: Esquizofrenia Paranoide, Esquizofrenia indiferenciada, Psicosis inducida por drogas, Trastorno esquizoafectivo bipolar, Psicosis sin especificar, Trastorno delirante, Esquizofrenia desorganizada,Trastorno psicótico breve y Esquizofrenia residual.
Si bien no se ha especificado el trastorno que padece, es posible que se trate de alguno de los principales trastornos relacionados con este tipo de sucesos. En general, los trastornos mentales más frecuentes relacionados con la violencia son las psicosis, los delirios paranoides y las alucinaciones, junto al consumo abusivo de alcohol y drogas.
Entre los enfermos mentales es muy habitual que estos comportamientos violentos vengan provocados por trastornos del pensamiento -con ideas delirantes-, de percepción -alucinaciones que controlan el comportamiento- o de la personalidad -como el trastorno antisocial de la personalidad o el narcisista-, junto a un rechazo al tratamiento. En concreto, los cuadros clínicos más observados a la hora de llevar a cabo una conducta delictiva son: Esquizofrenia Paranoide, Esquizofrenia indiferenciada, Psicosis inducida por drogas, Trastorno esquizoafectivo bipolar, Psicosis sin especificar, Trastorno delirante, Esquizofrenia desorganizada,Trastorno psicótico breve y Esquizofrenia residual.
Es mucho más frecuente la presencia de alteraciones psicológicas -como falta de control sobre la ira, déficit de habilidades de comunicación y solución de problemas, baja autoestima, dificultad de expresión emocional o distorsiones cognitivas- que de trastornos mentales, propiamente dichos. Cuando una persona entra en desequilibrio psicológico padece estrés, ya sea por no disponer, o creer, de suficientes recursos para afrontar la vida cotidiana. Esto provoca frustración, distorsión cognitiva e incluso alteraciones psicológicas severas, dejando a la persona con una vulnerabilidad y una agresividad potencial.
Por otro lado, hay que aclarar que la Asociación Americana de Psiquiatría (APA) sostiene que "la mayor parte de las personas violentas no sufren enfermedad mental y que, con tratamiento, la persona con trastorno mental no es más peligrosa que la población general".
Días después, durante la jornada del viernes 8 de enero, se produjeron diversas falsas alarmas. La más notoria fue la de la estación de Nuevos Ministerios, que resultó ser una caja de zapatos. Ese mismo día, se registraron también otros avisos de bomba en varios medios de comunicación. Las redacciones de El País, Libertad Digital y El Economista fueron inspeccionadas y desalojadas ante la presencia de paquetes sospechosos. Afortunadamente todos resultaron ser falsos.
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