“Y’a plus!”. “¡No queda!”. La frase se repite desde primera hora de la mañana en todos los quioscos de Francia, sin necesidad si quiera de especificar. Los 700.000 ejemplares que ha sacado este miércoles a la venta el semanario satírico Charlie Hebdo, el de los supervivientes, el primero desde la masacre de la semana pasada, se ha agotado en apenas unas horas en todo el país. En algunos puntos de gran afluencia han volado en menos de media hora. Largas colas esperaban desde la madrugada la apertura de las tiendas de diarios, poco acostumbradas a esta expectativa. La revista ha anunciado que la tirada, inicialmente prevista en tres millones repartidos en varios días, aumentará a cinco millones y se repartirá hasta el día 19. Habitualmente, vende unos 60.000 ejemplares.
“Llevo dando vueltas desde las seis de la mañana y no quedan en
ninguna parte”. Nathalie, gestora de seguros de 47 años, ha conseguido
después de dos horas reservar un número en un quiosco de la Place des
Fêtes, en un barrio popular del noreste de París, pero por si acaso se
ha acercado a otro puesto no muy lejos, en Jourdain, a ver si había más
suerte. “Resulta que no les han entregado los números de Charlie Hebdo… a saber lo que ha pasado, igual los han robado para venderlos luego más caros”.
Unos cientos de metros más lejos, dentro de una librería-quiosco, un
dependiente desbordado intentaba explicar a los clientes que no tenía la
culpa de que no le quedaran. “Ya va la tercera persona que me pide
explicaciones, no hace ni una hora que he abierto y no puedo más”,
suspiraba. “Volved el jueves y el viernes, tendremos más números y menos
gente”, añadía, para intentar calmar los ánimos. “Los clientes
preguntan dónde está su Charlie y algunos están bastante enfadados”,
comentaba Samir, de 30 años, quiosquero en Barbès. “A las seis de la
mañana había una cola de unas 30 personas, no nos pasa nunca, estoy
agotado”.
La misma escena se podía ver desde la madrugada en diferentes puntos
de ventas de toda la capital. “Supongo que no les queda… ¿les llegan
algunos mañana? ¿se puede reservar?”.
En Belleville, Marie, de 35 años,
escritora de cuentos de niños, había reservado. “Estoy muy embarazada y
no tengo fuerzas para recorrerme todos los quioscos. Pero no es la misma
persona que ayer y no me lo han guardado. Está claro que tres millones
de ejemplares no son suficientes”. Marie había intentado también
abonarse por Internet a la revista, que llevaba años sin leer, pero le
indicaron por correo que la demanda era tal que el equipo no podía
gestionar de momento todas las solicitudes.
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