jueves, 26 de mayo de 2016

Sociedad del consumo

Por Mati Cardenas


Como miembros activos de una sociedad mundial, a las personas nos gusta participar del día a día y las actividades que suceden a nuestro alrededor. Salimos, entramos, acudimos a espectáculos culturales, a museos, cines y, compramos. Compramos mucho. Ropa, alimentos, productos de higiene y salud, cosmética, maquillaje, joyería y bisutería, perfumes, libros y música, productos electrónicos, etc.



El sistema económico en el que vivimos es quien se ocupa de poner al alcance de nuestras manos, todos esos productos que consumimos.

Pero, ¿es algo negativo el consumo en sí?

No. El consumo es el hecho de utilizar productos, bienes o servicios con tal de satisfacer nuestros deseos o necesidades, por lo que el hecho de consumir no tiene porqué ser negativo, aunque si se convierten en acciones patológicas, puede llegar a ser incómodo cuanto menos.

Ante todo es importante encontrar la diferencia entre ‘consumo’ y ‘consumismo’. El consumo se da cuando se satisface una necesidad, comprando o adquiriendo cierto bien o servicio. Mientras que el consumismo es la característica que define a algunos sistemas económicos, como el nuestro, donde las cadenas de producción se ven relacionadas con el deseo del consumidor, que cuando reciba la renta mensual, tomará la decisión de adquirir éste producto.

Tras el desarrollo industrial, que avanza a pasos agigantados, y el desarrollo capitalista, ésta sociedad del consumo se caracteriza por una utilización masiva de todos los bienes y servicios a la disposición de quien quiera consumirlos, debido a su producción, también masiva.

Nuestro modelo de bienestar social se sostiene sobre la necesidad de poseer e ir acumulando bienes. Cuántas más casas tienes, cuántos más coches existen en la unidad familiar, más integrado e integrada en la sociedad te sentirás.

Consumismo y sociología

Desde el punto de vista sociológico, y siendo éste punto en el que centraremos nuestra atención, el consumo es la unión de los procesos sociales y culturales donde se adquieren y usan los productos o servicios. La existencia de un bien, lo convierte en consumible.

Gracias a la producción masiva de bienes y la creación de servicios, el nivel de renta ya no es tan importante como hace unos años. También entran en juego las imitaciones, cada vez más parecidas a las originales y que han abierto también un gran campo consumista.

El consumo implica endeudamiento. Queremos trabajar las mismas horas, ganando un poquito más y que sea “ése poquito” el que nos gastemos de más, o en “caprichos”.

Imitación social

El consumismo provoca un mimetismo cultural, una necesidad de imitación. Nos sonaría ilógico que de 100 personas de diferentes culturas, un 80% decidiera comer la misma comida durante un día entero, ¿verdad?

Pues de 100 personas elegidas al azar, 80 de ellas comprarían el mismo artículo, sólo por imitación o sentido de pertenencia social.

Queremos sentirnos integrados y adaptados a nuestro medio y el consumismo nos acerca a las personas mucho más de lo que creemos, además de causarnos placer. Disfrutando nuestro tiempo libre y de ocio en bares, cines, boleras, centros deportivos, e incluso compartiendo una tarde de compras con familiares o amigos/as.

Ésta forma de consumo, la necesidad creciente de consumir, ha dado lugar a una industrialización en masa para satisfacer estos deseos consumistas y, como resultado, la obsolescencia programada de los productos que nos rodean, se han acortado más de lo habitual. Como también el ciclo de vida de los productos, cada vez es más inferior. Antes algunos aparatos y electrodomésticos podrían durar casi toda una vida, mientras que ahora los vemos como casi desechables. Cualquier teléfono móvil se nos queda pequeño en cuanto a almacenamiento, cualquier armario nos parece atestado de ropa después de varias temporadas sin pisar una tienda de ropa a fondo. Siempre queremos más. Y mejor.

Actitudes frente y a favor del consumismo

A continuación, os relatamos algunas de las críticas positivas y negativas generalizadas en cuanto al consumismo.

- Actitudes críticas: La sociedad ha sido siempre débil frente al sistema capitalista y nos hemos rendido ante él. Ya no somos humanos, sino máquinas, que responden ante anuncios y otras técnicas de marketing.

El ambientalismo defiende que la sociedad de consumo es insostenible. Se necesita extraer continuamente recursos naturales y vertemos residuos, amenazando la regeneración natural del planeta.

El igualitarismo critica que ésta sociedad consumista ha provocado que los países pobres quieran satisfacer a las sociedades más ricas y dejar de hacerlo con sus propios ciudadanos y ciudadanas, cuando las sociedades ricas ofrecen dinero a cambio de sus recursos.

- Actitudes favorables: W.Rostow y G. Katona defienden el consumo social y defienden que ésta sociedad de consumo es resultado del desarrollo de las sociedades, manifestándose en el aumento de rentas nacionales.

Creen que estas sociedades acercan a todas las personas la posibilidad de acceder a productos diferentes, a más cantidad y calidad y que, con ello, se está logrando una mayor igualdad social.

Ambos críticos se acercan a cómo interfiere en la satisfacción, pero no se pronuncian ante el medio ambiente o el endeudamiento.

Por último, nos gustaría terminar con dos eufemismos de la sociedad del consumo en la que vivimos.

1. “No es de muy buena calidad… ¡pero es barato!”

Hemos conseguido que todos y todas veamos antes el valor monetario de un bien o servicio, que su utilidad en sí. Cuando encontramos algo barato, entendemos que nos durará poco o que su obsolescencia estará programada muy pronto y, por lo tanto, aceptamos estar pagando un producto aunque deje de ser útil pronto. Preferimos comprar una camiseta por 3€ que nos durará un asalto, que comprar otra por 12€ y que nos dure tres años.

2. “Pague en cómodos plazos”

La razón de toda esta revolución consumista, fue el hecho de poder comprar y financiar el pago, sin tener que pagarlo todo de una vez. Pagamos con tarjeta de crédito y nos rodeamos de préstamos y las odiadas hipotecas.

Gracias a estas “cómodas” modalidades, vivimos presos, por encima de nuestras posibilidades. Cualquier persona detrás de un mostrador puede convencernos de que SÍ podemos permitírnoslo, pagando a plazos.

Ahora pensemos en la burbuja inmobiliaria.

Señoras y señores, niños y niñas, bienvenidas al sistema actual. A un sistema consumista. Que crea necesidades a sus conciudadanos, sólo por consumir, sólo por el capital.

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