martes, 24 de mayo de 2016

La malaria, un asesino despiadado contra el que combatir

Por Sergio Ruiz


La malaria viene asolando África desde hace décadas, llegando a las 400.000 muertes en 2015, sin ir más lejos. La Organización Mundial de la Salud (OMS), advirtió, en un informe publicado el 25 de abril, con motivo de la celebración del Día Mundial de la Malaria, de que casi la mitad de la población está en riesgo de padecer esta enfermedad. En 2015 se produjeron 214 millones de nuevos casos, y de ahí fallecieron más de 400.000, a pesar de que el año pasado todos los países de la Región Europea de la OMS registraron cero casos autóctonos de malaria, al igual que ocurrió en 2014 en otros países como Argentina, Costa Rica, Irak, Marruecos, Omán, Paraguay, Sri Lanka y los Emiratos Árabes Unidos. 

Además, el organismo estima que 21 países ya están en condiciones de erradicar la enfermedad, de los cuales seis son de África, continente donde hay una mayor carga de esta enfermedad. Del mismo modo, desde el año 2000 las tasas de mortalidad han disminuido a nivel mundial un 60% y, en los países africanos un 66% entre todos los grupos de edad y un 71% entre los menores de cinco años.

La malaria es una de las enfermedades más mortíferas del mundo. Se ha conseguido disminuir su efectividad: entre 2000 y 2015, la incidencia de la enfermedad (es decir, el número de casos nuevos entre las poblaciones en riesgo) se redujo en un 37% a escala mundial, mientras que la tasa de mortalidad, entre las poblaciones en riesgo, disminuyó en un 60%, en todos los grupos de edad, y en un 65% en los niños menores de cinco años. Sin embargo, el África subsahariana soporta una parte absolutamente desmedida de la carga mundial de paludismo. En 2015, el 88% de los casos y el 90% de los fallecimientos por la enfermedad se produjeron en esta región.


¿Quiénes están en mayor peligro?

El año pasado, cerca de 3200 millones de personas, casi la mitad de la población mundial, han corrido el riesgo de padecer el paludismo. La mayoría de los casos y de las muertes, como demuestran los datos, se centran y registran en el África subsahariana. Así mismo, Asia, Latinoamérica y, en menor medida, Oriente Medio, se ven afectadas por este mortal virus. En 2015, 95 países y territorios experimentaban una transmisión continua de la enfermedad.

Así como hay zonas del planeta en donde es más factible contraer la malaria, de igual modo algunos grupos de la población corren un riesgo ostensiblemente más alto, que otros, de contraer la enfermedad (y presentar manifestaciones graves): los lactantes, los niños menores de cinco años, las embarazadas y los pacientes con VIH/sida, así como los emigrantes no inmunes de zonas endémicas, los viajeros y los grupos de población itinerante. Es decir, que si además añadimos las condiciones sanitariamente deficientes que hay en estas regiones, debido a la falta de recursos (Tercer Mundo), nos encontramos con secciones de la población que, además, son más propensas a sufrir las consecuencias.

Los programas nacionales de lucha contra el paludismo deberían tomar medidas especiales para proteger de la infección a estos grupos poblacionales, habida cuenta de su situación específica. La cuestión es: ¿Quién asume la responsabilidad? Los gobiernos locales no se consideran suficientemente preparados (ni con recursos) como para hacer frente al virus, y el primer mundo se “lava las manos” y hace como que no sucede. Ya lo dijo Ryszard Kapucisnki: “En la realidad, salvo por el nombre geográfico, África no existe”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario