miércoles, 4 de mayo de 2016

Artículo de Deportes:La Francia Ocupada

Por Sergio Ruiz Martínez



El Gobierno de Vichy vivió uno de los momentos más duros de la historia de Francia. Cuando oímos hablar del “Gobierno de Vichy”, el "Régimen de Vichy" o “La Francia de Vichy”, a todos nos viene a la cabeza una serie de calificativos: traición, bochorno, sometimiento

¿Qué era en realidad la Francia de Vichy?

Por definición, entendemos a “La Francia de Vichy” por el nombre con el que, informalmente, se conoció al régimen, instaurado en parte del territorio francés y en la totalidad de sus colonias, tras la firma del armisticio con la Alemania nazi, dentro del marco de la II Guerra Mundial. El Gobierno de Vichy fue un régimen político de carácter colaboracionista, establecido en julio de 1940, cuya duración se prolongó hasta agosto de 1944. Recibe su nombre de la ciudad que fue su sede: Vichy.
El nombre oficial con que se denominó el régimen fue "Estado Francés". Formalmente, constituye una interrupción de la III República francesa (cuyo nombre desaparece de las actas oficiales), por los cambios constitucionales que liquidaron la democracia parlamentaria y establecieron un régimen autoritario. El sistema político se debe encuadrar en los regímenes autoritarios de la época, y es deudor del corporativismo.


Bien, ¿en qué se parece aquel Gobierno con la situación de Roland Garros, el gran certamen de tenis en tierra batida del mundo?
Rafa Nadal ha vuelto a conquistar el Conde de Godó. La semana anterior, volvió a levantar el título en Montecarlo. Djokovic sigue siendo el gran dominador del tenis ATP, y ansía con ambición desmedida el único cetro de Grand Slam que le falta a su reluciente palmarés. Stan Wawrinka defiende su brillantísima corona, lograda en la final ante el balcánico. En 2009, su compatriota, el mejor tenista de todos los tiempos, Roger Federer, logró su ansiada Copa de los Mosqueteros. Como ven, cuando hablamos de campeones, aspirantes… no mencionamos a los franceses Monfils, Tsonga, Gasquet o Simon. Esta pléyade de jugadores de grandísimo nivel, no sólo no han logrado el título, sino que, tampoco, son considerados aspirantes reales a conquistarlo. Viendo el nivel de Nadal y Djokovic actualmente, tampoco parece que este año estén en disposición de afrontarlo (Monfils es quien mejor parece que llegará, a día de hoy).

Noah, Capitán de Copa Davis, el que no se somete a Vichy

El actual capitán del combinado galo, resulta ser el último jugador, loca,l que sabe lo que es ser campeón en la tierra batida parisina. ¿Podrá transmitírselo a sus jugadores? ¿Lo permitirán Djokovic, Nadal o Wawrinka?

“Francia persigue desde hace tres décadas una victoria imposible en dos de las grandes competiciones atléticas de la nación, dos auténticas instituciones para el país – Un paréntesis tan prolongado solo se explica por un cóctel complejo de factores un tanto azarosos, que poco tienen que ver con déficit alguno de talento, desarrollo e inversiones sino más bien con falta de enfoque específico y con la esquiva tarea de concebir grandes campeones.

El aviador galo Roland Garros fue un tenista mediocre. Firmó sus mejores páginas en el aire y no con la raqueta. Emparentado a su manera con el imaginativo Antoine de Saint-Exupéry, que estrelló su avión en medio del Sáhara, Garros cayó tras las líneas enemigas en 1915 y los alemanes aprovecharon para copiar el pionero sistema de ametralladora instalado en su aeroplano. Sus méritos como piloto le valieron, pese a su escasa fortuna deportiva, legar su nombre al primer gran torneo nacional de tenis, el antiguo Abierto de Francia.

Apenas un par de décadas antes nació el Tour de Francia, la mejor carrera ciclista del mundo, de la guerra comercial entre Pierre Giffard (director del diario Vèlo) y Henri Desgrange (director de L’Auto). Fue un redactor de esta última publicación —impresa en páginas amarillas— quien tuvo la ocurrencia de impulsar una vuelta de varias semanas por todo el país para empujar las ventas de su cabecera. La prueba fue una sucia odisea de resistencia inhumana que impresionó a la nación y catapultó a L’Auto en los kioscos. Como es sabido, el Tour se convertiría con el tiempo en el Vaticano de la cristiandad ciclista.

Más de cien años después, ambas competiciones gozan de aclamada reputación. No hay mayor carrera en el deporte de la bicicleta y no existe un torneo de tenis comparable jugado en tierra batida. Sin embargo, lo que antiguamente fue un feudo feliz para los franceses, acostumbrados a campeonar en sus orgullosas competiciones, ha dejado de ser terreno propicio para ellos. La primera lectura es sencilla: Francia construyó los mejores torneos y vinieron los mejores deportistas del mundo a conquistarlos. 

«Roland Garros y el Tour tienen el mismo problema para los franceses: son competiciones enormes y globalizadas y sencillamente las ganan los mejores del momento, no importa su nacionalidad», señala Javier Cepedano, consultor de marketing digital y fundador del sitio sobre ciclismo Cobbles & Hills. «En ese sentido, como no tienen el liderazgo individual ni en ciclismo ni en tenis en las tres últimas décadas, no ganan», sentencia”


En Vichy se aceptó la sumisión, el deshonor y la pleitesía. ¿Serán capaces Tsonga, Monfils, Simon o Gasquet, capitaneados por el último campeón en París, de demostrar que Marx se equivocó: “la historia se repite; primero como tragedia, luego como farsa”? En los próximos meses, con las zapatillas manchadas de rojo acrílico, tendremos la respuesta.

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