martes, 21 de abril de 2015

Russell y Wittgenstein: el atomismo lógico

Por Sergio Ruiz

Bertrand Russell y Ludwig Wittgenstein, maestro y alumno en el Trinity College de la Universidad de Oxford (1911-1914), son probablemente los dos filósofos más trascendentes del siglo XX en la teoría del conocimiento.
 
Russell, filósofo y matemático británico, Premio Nobel de Literatura, fue un profundo activista social (en pos de la paz, de la igualdad entre sexos o racial), un verdadero "intelectual comprometido", que diría años después Sartre. El principal campo en donde Bertrand profundizó su estudio fue en la filosofía analítica. Gracias a él, otros grandes intelectuales, crearon "El círculo de Viena" (Wittgenstein tuvo también gran influencia en este organismo, casi más que su maestro), uno de los grandes núcleos culturales para desarrollar el pensamiento humano.
 
Filosofía analítica
 
Aunque difícil de determinar con exactitud, a grandes rasgos el término apunta a una forma de aproximarse a los problemas filosóficos, caracterizada principalmente por:
  1. Un especial interés en el estudio del lenguaje y el análisis lógico de los conceptos, considerando tanto la lógica formal, como el lenguaje ordinario. Este rasgo se encuentra prácticamente en todas las obras más representativas de la Filosofía Analítica desde sus orígenes, como en Principia mathematica (1910-1913) de Russell y Whitehead, o como en el Tractatus Logico-Philosophicus (1921) de Wittgenstein.
  2. Una posición más bien escéptica respecto de la tradición metafísica. Esta característica encontró su punto más álgido en el neopositivismo del Círculo de Viena de Otto Neurath y Rudolf Carnap, quienes llegaron a adoptar la posición fuerte de que los enunciados metafísicos carecen de sentido, una vez sometidos al análisis lógico.
  3. Una conexión con la tradición empirista, tanto en espíritu, estilo, foco y análisis filosófico. El Empirismo lógico influencia a los intelectuales que abordan estas teorías del conocimiento.
  4. Una autoproclamada afinidad con la investigación científica. En particular, con los conceptos de la física como paradigma de comprensión de lo real. Esta cualidad encuentra su lugar más evidente en el Fisicalismo, pero es un rasgo muy difundido dentro de la tradición analítica.
  5. Una contraposición respecto a otras tradiciones filosóficas. Principalmente en relación a la llamada Filosofía Continental, aunque también a las diferentes formas de Filosofía Oriental, de Tomismo cristiano y de Marxismo, entre otras.
En la actualidad, junto con la Filosofía del lenguaje de los inicios, se han añadido nuevos temas dentro de la Filosofía Analítica, como la Filosofía de la Mente, la Filosofía de las ciencias, la Filosofía de las Matemáticas, la Epistemología e incluso la Metafísica. Esto ha enriquecido enormemente la tradición Analítica iniciada a principios del siglo pasado, pero también ha desdibujado los principios y límites característicos de esta corriente filosófica, razón por la cual resulta muy polémico intentar trazar una definición precisa del término en el presente.
 
Russell adoptó los métodos de Guillermo de Ockham sobre el principio de evitar la multiplicidad de entidades para un mismo uso ("no se debe postular la pluralidad sin necesidad"), la navaja de Ockham, como parte central del método de análisis y el realismo. En otras palabras, ante una serie de distintos enunciados, el más probable sería considerado como cierto, o más lógico.
 
De esta deducción, llegamos al gran concepto desarrollado por el gran filósofo inglés, explicado en una serie de conferencias llamadas La filosofía del atomismo lógico. En esos discursos, Russell expone el camino para desarrollar un lenguaje ideal, isomórfico, donde nuestro conocimiento puede ser reducido a términos de proposiciones atómicas y sus componentes de función de verdad (lógica matemática). Para Russell el atomismo lógico es una forma radical de empirismo. El filósofo creía que el requerimiento más importante, para tal lenguaje ideal, es que cada proposición significativa se construya con términos que se refieran directamente a los objetos que nos son familiares. Russell excluyó ciertos términos lógicos y formales como "todos" (all), "el" o "la" (the), "es" (is), y así otros, de su requisito isomórfico, pero nunca estuvo completamente satisfecho respecto de nuestra comprensión de tales términos.
 
Uno de los temas centrales del atomismo de Russell es que el mundo consiste de hechos, lógicamente independientes, una pluralidad de hechos, y que nuestro conocimiento depende de los datos de nuestra experiencia directa con ellos.
 
Más tarde en su vida, Russell comenzó a dudar de los aspectos del atomismo lógico, especialmente su principio de isomorfismo, aunque continuó creyendo que la tarea de la filosofía debiera consistir en desmenuzar los problemas en sus componentes más simples, aunque nunca alcanzaríamos la última verdad (hecho) atómica.
 
Precisamente, en este instante de duda en cuanto al método, que honraría al gran Descartes, aparece su gran sucesor en el campo del análisis lingüístico y de la lógica, Wittgenstein. El "Tractatus logico-philosophicus" fue el primer libro escrito por el vienés, así como el único que vio publicado en vida.
 
En el, Wittgenstein expresa su pensamiento  (del llamado "primer período", ya que posteriormente rompió con estos principios). Dentro de la complejidad de la obra, principalmente en ella Ludwig pretende explicar el funcionamiento de la lógica (desarrollada previamente por Gottlob Frege y por Russell, como hemos visto previamente).
 
A diferencia de su maestro, Wittgenstein no trata de entender el atomismo lógico como la única forma llegar al origen del conocimiento/lenguaje (átomo), sino que entiende a la lógica como el andamiaje, o estructura, sobre la cual se levanta nuestro lenguaje descriptivo (nuestra ciencia) y nuestro mundo (que es aquello que nuestro lenguaje o nuestra ciencia describe). Aquí es donde se diferencia su tesis de la de Russell: en su Tractatus, existe esta estrecha vinculación estructural (o formal) entre lenguaje y mundo, hasta tal punto que: "los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo", pero, a diferencia de Russell, entiende que la reducción al máximo del lenguaje no puede llevarte al entendimiento máximo del mundo, sino a la forma de realizar en tu mente las figuras que te permitan representarlo.
 
En efecto, aquello que comparten el mundo, el lenguaje y el pensamiento es la forma lógica ("logische Form", dice el Tractatus), gracias a la cual podemos hacer figuras del mundo para describirlo.
 
pd: Wittgenstein jamás se consideró parte activa del Círculo de Viena.

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