Vía El País
Centenares de pasajeros hacían cola este martes frente al mostrador de Germanwings y Lufthansa en el aeropuerto de Düsseldorf. Sus vuelos habían sido cancelados porque la tripulación se había negado a volar. Germanwings dio libertad a sus pilotos para subirse o no a las aeronaves, y una parte considerable de ellos prefirió no hacerlo. El resultado fue la cancelación de una treintena de los 450 vuelos previstos en Alemania, de los que siete provenían de Düsseldorf y tres, de Stuttgart.
Un portavoz de Lufthansa declinó responder a si la negativa está relacionada con las sospechas causadas porque el avión accidentadoya hubiera tenido problemas técnicos la noche anterior, motivo por el cual tuvo que estar en Düsseldorf. El portavoz se negó a especular sobre los motivos de los pilotos, “estrictamente personales”.A pocos metros de donde hablaba el portavoz se encontraba la sala en la que se concentraban los familiares de las víctimas. Envuelta por una tela blanca que protegía a los protagonistas de la tragedia, la sala VIP del aeropuerto acogía a medio centenar de familias que, según dijo un portavoz del aeródromo, están pasando “el peor día de sus vidas”. Unos 150 voluntarios se ocupaban de atender sus necesidades. Psicólogos, personal médico y trabajadores del aeropuerto ofrecían a los afectados cuidados médicos, apoyo psicológico y facilidades prácticas, como un centenar de habitaciones de hotel reservadas por el aeropuerto para las familias que vengan de lejos de Düsseldorf y no quieran volver a casa para pasar esta dura noche.
Los viajeros más numerosos eran los que viajaban con normalidad, seguidos por los centenares de afectados por las cancelaciones. “Cuando me enteré del accidente tenía miedo. Pero al final he pensado que no podía quedarme en casa”, dijo Sara Berreales, española de visita en Alemania.
Pilotos de Lufthansa y de su filial Germanwings han hecho huelga recientemente por conflictos laborales.
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