En vísperas de las elecciones andaluzas, Mariano Rajoy recibió a un grupo de periodistas en La Moncloa y les dijo -con cara de satisfacción- que no hicieran mucho caso al ruido ambiental ni a los nuevos, porque PP y PSOE seguirían siendo en las sucesivas elecciones de 2015 el primer y segundo partido de este país. ¿Y Podemos?, le preguntaron. Se comerá a IU y ya está. ¿Y Ciudadanos? Se quedará con los votos de Rosa Díez. Eso será todo, concluyó el presidente.
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El debate se abrirá, qué duda cabe, aunque está por ver quién será el primero en abrir la boca. La única que estaba en disposición de pedir la convocatoria de un Congreso del PP -que ya toca- era Esperanza Aguirre, y ella misma ha sido acallada por el electorado madrileño. Quién lo iba a decir. Cura de humildad para la lideresa y para las decenas de palmeros, analistas, comentaristas, economistas de la Escuela de Chicago y politólogos liberales, que han dejado amplia huella publicada asegurando que Aguirre era la mejor candidata posible porque atraería el voto más conservador enfadado con Rajoy.
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Es más que probable que Emiliano García-Page y Podemos gobiernen Castilla-La Mancha. Y el caso del espabilado alcalde de Toledo sirve para personificar el agridulce resultado del PSOE en estas municipales. Pierde votos, pero ganará poder. Susana Díaz y Javier Fernández ya no serán los únicos presidentes autonómicos. Sánchez estará rodeado de barones regionales -Page, Fernández Vara, quizá Javier Lambán- pero los socialistas han cedido el papel de vanguardia de la izquierda en las ciudades más importantes de España. El secretario general del PSOE ha hecho un balance triunfalista de las elecciones, utilizando casi el mismo argumento que Rajoy. Somos el partido más votado de la izquierda.
PSOE y Podemos tienen un futuro inmediato juntos para gobernar comunidades y ayuntamientos. Tendrán que asumir los riesgos que ello implica para ambos. Por el contrario, Albert Rivera y Ciudadanos -con un apreciable resultado- podrán continuar su camino hacia las generales sin necesidad de tener que retratarse con el PP o con el PSOE.
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