La canciller alemana, Angela Merkel, apuesta por la integración de los musulmanes, pese al auge xenófobo que se está viviendo en el país. “Excluir a colectivos por
sus creencias no es compatible con nuestras valores y es humanamente
reprobable”, dijo antes de la concentración de Berlín. Alrededor de 10.000 ciudadanos se sumaron también a la cita, según fuentes policiales.
La "canciller del consenso", que en 2010 dio por “totalmente fracasada” la sociedad multicultural,
se coloca frente a una parte importante de su electorado. Diferentes
estudios muestran que un tercio de los alemanes simpatiza con las
protestas de Pegida; el partido que promueve la islamofobia. Actualmente, en la sociedad alemana un 57% ve al islam como una amenaza. Según una encuesta publicada este martes por la revista Stern,
más de la mitad de los ciudadanos rechaza la idea de que el islam forme
parte de su cultura. Incluso en sus propias filas democristianas, se han
oído críticas a esta idea expresada el lunes por la máxima mandataria.
“Alemania tiene una tradición judeo-cristiana, no musulmana. ¿A qué
parte del islam se refiere? ¿A los salafistas?”, opina el diputado
de la CDU, Wolfgang Bosbach.
Merkel, política pragmática que en contadas
ocasiones antepone su ideología a los vientos demoscópicos, se ha
expresado en las últimas semanas con una claridad inusual contra los
sectores más reaccionarios.
Lo hizo en su mensaje de Fin de Año,
cuando acusó a los impulsores del movimiento xenófobo de actuar
movidos por “los prejuicios, la frialdad y el odio”. Lo volvió a hacer
el pasado lunes, tras el asesinato de 17 personas en Francia a manos de
islamistas radicales, cuando retomó el muy polémico discurso del
expresidente Christian Wulff que incluía a la religión de Mahoma como parte de Alemania. No ha dudado en volver a hacerlo justo después de que 25.000 personas se manifestaran en Dresde contra la supuesta islamización de Occidente.
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