miércoles, 28 de octubre de 2015

Artículo de Ciencia: La vida en Marte (II)

Por Ramón Rey

En el artículo anterior discutimos las posibilidades de que exista actualmente vida en Marte o de que al menos el planeta haya estado habitado en tiempos remotos, por supuesto no refiriéndonos a los hombrecillos verdes de las películas de serie b, sino a organismos de carácter microscópico.

Hay que añadir a lo entonces expuesto que a finales del pasado mes de Septiembre se anunció (curiosamente el mismo día que publicamos el artículo) el hallazgo de pruebas que confirman la presencia actual de agua líquida en el planeta rojo, lo que estimula más si cabe el interés por la búsqueda de supervivientes marcianos al proceso de desertización que sufrió el planeta, ya que las expectativas se han elevado considerablemente.

Pero hoy no vamos a tratar las posibilidades de vida presente o pasada en Marte, vamos a ocuparnos del potencial que tiene para poder albergar vida en el futuro, de una posible colonización de Nirgal (como era conocido por los babilonios, pues así llamaban a su dios de la guerra). Y este titánico proceso se puede atacar de dos formas: adaptarnos a las condiciones del planeta o adaptar el planeta a nosotros, convertirlo en una segunda Tierra.

Primero habría que decir que un futuro asentamiento en Marte ya está siendo ensayado aquí en la Tierra, con el fin de simular los problemas que se podrían presentar en el planeta rojo y estar de esta forma mejor preparados para darles respuesta. Se trata de las bases MARS, acrónimo de “Mars Analog Research Station”, o Estaciones de investigación análogas de Marte, que son utilizadas por científicos de diversas áreas para preparar esta colonización marciana.

Flashline Mars Arctic Research Station, en el norte de Canadá
Como decíamos, la primera posibilidad es más sencilla e incluso podría ser factible en pocos años. Naturalmente para establecer una colonia permanente en Marte primero habrá que conseguir poner un pie en su superficie. Existen varios proyectos que tienen por objetivo llevar a un ser humano a la superficie del planeta rojo, tanto obra de la propia NASA, como iniciativas privadas (y sospechosas) como la pintoresca “Mars One”.

Para ello todavía hay que resolver algunos problemas técnicos: además de los efectos que la radiación o la ausencia de gravedad puedan provocar en la tripulación durante un viaje tan largo, está también el problema de la energía o la falta de recursos durante el trayecto. Un viaje de la Tierra hasta Marte podría llevar unos 7-9 meses en las mejores condiciones de distancia entre ambos cuerpos celestes, pero se espera desarrollar la tecnología necesaria para acortar sensiblemente los tiempos. Una de estas posibilidades es el motor VASIMR (siglas en inglés de “motor de magnetoplasma de impulso específico variable”), que empleando plasma (gas ionizado) para generar el impulso, permitiría teóricamente alcanzar Marte en tan sólo 39 días. Desde luego esto ayudaría a resolver los otros problemas, ya que la tripulación estaría menos expuesta a esos efectos nocivos.

Una nave impulsada por un motor VASIMR se aproxima a Marte
Una vez fuera viable viajar hasta Marte habría que enfrentar problemas no menos importantes, estamos hablando de establecer una colonia lo suficientemente independiente como para no tener que depender apenas de su “metrópolis”.

Por supuesto el primer paso sería enviar al planeta todos los equipos y módulos necesarios antes de que llegaran los habitantes humanos. La ubicación debe ser elegida con extremo cuidado, pero si se hace bien y gracias al hielo presente en Marte las necesidades de agua quedarían cubiertas así como la energía a partir de la radiación solar.

Existe un problema serio que debe ser abordado y es precisamente la radiación solar a la que se verían expuestos los colonos debido a la ausencia de campo magnético y a la tenue atmósfera del planeta. No es aceptable una exposición prolongada en estas circunstancias pero la solución es relativamente sencilla: el hogar de los primeros marcianos (de adopción, por el momento) deberá ser subterráneo. Puede sonar a ciencia ficción, pero dado que en Marte existe un amplio sistema de cuevas gracias a la acción del agua en tiempos pretéritos, al final se trataría más de adaptar estas estructuras ya existentes que de afrontar una gran obra de ingeniería.

Colonias subterráneas en Marte
Se puede concluir que la colonización en este nivel primario es factible en el corto plazo y que las barreras son esencialmente económicas. Una cosa muy distinta es adaptar el planeta a nosotros, transformarlo en un hermano de la tierra: hablamos de la terraformación.

Terraformar Marte supondría modificar el entorno marciano para que se asemejase al que tenemos en la Tierra, recreando las condiciones óptimas para soportar la vida que conocemos: una temperatura y atmósfera adecuadas y la presencia de agua.

Este término aparece por primera vez en 1942, en una obra del escritor estadounidense Jack Williamson titulada “Órbita de colisión”. Pero fue en 1962 de la mano de Carl Sagan cuando este concepto salta de la ficción a la ciencia; en un artículo publicado en Science bajo el título “The Planet Venus” se proponía un método para terraformar el lucero del alba mediante el uso de algas que fijarían el dióxido de carbono y reducirían el efecto invernadero. Aunque estudios posteriores demostraron la inviabilidad de la proposición de Sagan, el cosmólogo y divulgador americano repetiría en 1973 su propuesta de generar un segundo hogar para la humanidad, poniendo como objetivo en este caso Marte.

Sólo tres años después la NASA asumiría el concepto de ingeniería planetaria, lo que daría inicio a distintos planes y propuestas encaminadas a convertir Marte, como candidato más idóneo, de planeta rojo a planeta azul.

Para ello hay que optimizar la temperatura y la presión y composición atmosférica, toda vez que la gravedad y el magnetismo quedan fuera de la ecuación (o no tenemos ni la más remota idea de cómo arreglarlos). Lo bueno es que ambos están relacionados y al llevarlos a niveles “amables” se nos resuelve también el problema de la radiación.

Lo primero sería pues aumentar la densidad de la atmósfera añadiendo gases de efecto invernadero. De este modo se favorecería la presencia de agua en estado líquido en Marte, ya que a mayor presión mayor temperatura de ebullición (por ejemplo en la cima del Everest, llegan 50ºC para que el agua hierva). Una posibilidad sería liberar el CO2 ya presente en Marte o llevar allí otros más efectivos como clorofluorocarbonos (CFCs) o perfluorocarbonos (PFCs).

También se podrían generar gases útiles para nuestros propósitos “in situ”, haciendo reaccionar compuestos ya presentes en el planeta, por ejemplo el metano y el óxido férrico: 

CH4 + 4Fe2O3 -> CO2 + 2H2O + 8FeO

Otra posibilidad más ambiciosa es hacer colisionar contra el planeta asteroides que contuvieran los gases adecuados, por ejemplo CO2 y NH3 congelado. Esto acortaría el tiempo necesario de una manera drástica.

Un efecto secundario y deseado de este proceso es que elevaría la temperatura de Marte, que además de ser otro de nuestros objetivos, podría dar lugar a que el proceso siguiera por sí mismo, ya que llegado a un punto los depósitos de hielo seco (CO2 congelado) de Marte irían pasando permanentemente a la atmósfera, elevando aún más la temperatura y evaporando aún más CO2. Además al desaparecer el hielo polar, se disminuiría el albedo del planeta, aumentando su temperatura al reflejar menos radiación.

Desde luego densificar la atmósfera marciana no sería suficiente, también deberá tener la composición adecuada a nuestros intereses. Una posibilidad es introducir vida vegetal que procesara la atmósfera haciéndola respirable para nosotros, sería un proceso largo que duraría varias generaciones, pero en cualquier caso eso parece inevitable. 

Aun consiguiendo una atmósfera adecuada, bien gracias a la introducción de vida vegetal o bien importándola de algún modo de otro cuerpo celeste (por ejemplo de los gigantes gaseosos), es bastante probable que necesitemos una cantidad de agua mayor de la que se puede encontrar ahora mismo en Marte, congelada o no. La solución podría ser inducir allí el proceso que nos proporcionó a nosotros mismos (y a Marte, claro) el líquido elemento, hacer colisionar asteroides contra su superficie.

Representación de un Marte terraformado en cuatro etapas
Vemos que un proceso de este tipo es una tarea realmente colosal y desde luego está fuera de nuestro alcance ahora mismo y continuará estándolo durante mucho, mucho tiempo, pero no podemos perder algo de vista: sabemos cómo hacerlo, o al menos tenemos una buena base teórica. Naturalmente a medida que se vayan solucionando algunos problemas se irán planteando otros, pero tenemos claro que es una empresa técnicamente factible y eso ya es mucho. Es más de lo que se puede decir por ejemplo de los viajes en el tiempo.

Huelga decir que aun disponiendo de la tecnología necesaria, sería una empresa transgeneracional y a muchos años (o siglos más bien) vista, porque los procesos involucrados son muy lentos. Ninguno de nosotros veremos un Marte azul… e incluso es posible que nunca se lleve a cabo.

Conviene no perder de vista que el hecho de que algo sea posible no significa irremediablemente que se vaya a hacer realidad. Por una parte los hábitats artificiales han sido propuestos como una solución más sencilla y barata al problema de la colonización de Marte. Esto implicaría construir grandes instalaciones aisladas sobre la superficie marciana que se pudieran mantener en unas condiciones idóneas pero sin tener que transformar la superficie y atmósfera del planeta entero.

Por otra parte también entran en consideración los dilemas morales. A día de hoy no hemos podido confirmar la existencia de vida en el planeta rojo, pero ésta tampoco está desde luego descartada. Transformar de un modo tan radical las condiciones marcianas aniquilaría cualquier vida nativa que pudiera existir, ¿realmente tenemos ese derecho? Puede parecer algo trivial, pero ya se ha planteado y algunos científicos como Carl Sagan han expresado sus preferencias por el respeto a esa posible vida marciana.

Por último no se puede dejar de tratar una cuestión fundamental, cuando tratamos la exploración espacial no es poca la gente que se opone y se pregunta los motivos por los cuales se debe de subvencionar esta área. Desde luego y en general no es una buena idea recortar en investigación, son muchos los avances y de múltiples aplicaciones que se han conseguido incluso a partir de investigaciones en principio no relacionadas con el fin que se les acaba encontrando y además hay partidas presupuestarias mucho mayores que no reportan esos beneficios al ser humano (no hace falta decir que la industria armamentística es una de ellas), pero a mayores y en este caso es una necesidad absolutamente vital. Nuestro planeta está condenado, el Sol permanecerá como estrella de secuencia principal durante millones de años antes de convertirse en una gigante roja y llegar a engullir la Tierra, pero mucho antes habrá convertido nuestro planeta en un lugar inhabitable según vaya aumentando la radiación que nos llega de nuestra estrella. Por tanto la colonización del universo es un hecho inevitable si queremos sobrevivir como especie, la solución será encontrar nuevos hogares a los que nos podamos adaptar o transformar nuevos mundos en lugares habitables para el ser humano. 

Estos nuevos mundos susceptibles de ser transformados deberán estar eventualmente en otros sistemas solares cuando el Sol deje de ser seguro, por lo que Marte tampoco es un destino definitivo y por eso quizá nunca se llegue a terraformar, pero no debemos tampoco perder de vista el problema de la superpoblación. En cualquier caso y ya sea convirtiendo en realidad la idea novelística de la “civilización marciana” como buscando otros candidatos más allá de la familiar luz de nuestro Sol, la ingeniería planetaria acabará siendo una realidad si es que antes no descubrimos algún otro método más ingenioso y creativo que esperar el paso del tiempo para destruirnos y quizá hasta convertir nuestro bello planeta en una roca inhabitable.

Bandera propuesta para Marte
Merece la pena comentar que Marte ya tiene una bandera propuesta, que aunque no es oficial al no tener el planeta propietario alguno, ha sido aprobada por la Mars Society y la Sociedad Planetaria e incluso ha viajado en el espacio. Esta bandera es tricolor con los colores rojo, verde y azul, representando el supuesto futuro del planeta tras una hipotética terraformación que lo llevaría de la actual “etapa roja” a un futuro verde y azul. Está basada en la Trilogía marciana de Kim Stanley Robinson: Marte Rojo, Marte Verde, y Marte Azul, tres libros en los que se narra una futura colonización y terraformación de Marte y que quién sabe si en un futuro lejano serán vistos como un avance de lo que está por venir, como la obra de un nuevo Julio Verne.


1 comentario:

  1. Buenisima esta "minisaga" acerca de Marte, muy interesante!!! La idea de terraformar Marte seria un trabajo enorme.

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